Leah.

Capitulo 2

 

Capítulo 2: Querida Leah, tienes un don, úsalo.

Me levanto aturdida, no recuerdo en qué momento me quede dormida lo último que recuerdo es que estaba discutiendo con Ella y después todo se tornó negro.

Miro por la pequeña ventana de mi habitación y distingo un color amarillo con toques de naranja, ha amanecido. Veo el pequeño reloj guindado en la pared me indica que son las 9:40 AM. Es raro ayer recuerdo que cuando todo se volvió negro eran las 3:50 PM.

Buenos días, mi querida idiota.

Mierda otra vez ella.

— ¿Que mierda me hiciste ayer? —Le preguntó.

Fácil, me tienes cansada. Tú no querías venganza, pero yo sí. Así que cuando hice que te durmieras llame a las enfermeras para que me sacaran un rato.

No y Mil veces no.

—¡¡¡¿Controlaste mi cuerpo de nuevo!!!? —Grito.

No grites pequeña idiota, creerán que estas locas de verdad. Maldita voz del demonio.

—Me vas a decir que hiciste. —Le exigí. —No me importa si me tengo que retorcer de dolor contigo para que me digas.

Bien. Anoche cuando te mande a dormir controle tu cuerpo, llame a la enfermera del turno de las 8:00, les dije que me sentía mal y que si puedo tomar aire fresco. Como son novatas no se dieron cuenta cuando me escabullí al cuarto de Anna y digamos que la visita que le hice no fue muy linda.

No no y más no.

Estaba sudando a mares debido al nerviosismo, no me atrevía a preguntarle si la mato. Ella será muy capaz y yo de seguro me consumirá por la culpa como a los 16 que la deje hacerme eso. Que deje que me controlara y todo se salió de control. Pero tenía que ser fuerte, aun con el miedo recorriendo en mi sistema le hice la pregunta.

—¿La...Matas...ste? —Le preguntó entre balbuceos.

Oh mi niña, créeme que quería y lo iba a hacer, pero decidí que tú lo hicieras.

Dejé escapar un suspiro de alivio.

Créeme que tú misma lo vas hacer cuando te enteres de lo que pasó.

—Explícate. —Le exigí.

Solo te voy a decir una palabra o mejor dicho. Un nombre. Katia.

— ¿Qué le pasó? — Silencio absoluto. — ¿Dónde te metiste?

Silencio. Ella no respondía y sabía que lo hacía apropósito.

Me levanto de la cama como alma que lleva el diablo y empiezo a tocar la puerta con mucha fuerza.

—Beth sácame de aquí, necesito tu ayuda. —Grité, pero nadie me escuchaba.

Seguí gritando y golpeando la puerta hasta que la abrieron.

— ¿Estás bien, niña? —Me pregunta Rosa una enfermera suplente.

—Necesito salir. Necesito a Beth. Necesito ver a Katia llévame donde está ella.

—No puedes salir, ya conoces las reglas. —Mierda.

—Son las nueves imbécil tengo aunque sea el derecho de ir al patio a comer. —Le respondí bruscamente.

—Bien pequeña mocosa, pero no te comportes así, o si no te quedaras sin comer. —La miro mal, si las miradas matase ella estaría tres metros bajo tierra, bueno en realidad mi mirada si puede matar, salgo de mi habitación.

Ya en el patio busco a mi amiga con la mirada. Estoy muy aterrada, si algo malo le pasó no sé qué haría. Ella puede ser cruel pero no creo que me mentiría sobre Katia, no le convendría, ya que a veces, mi estado de ánimo la controla, bueno, a las dos.

Divisó a Beth en la puerta de salida, me acercó a ella rápidamente antes que salga del patio, le agarró el brazo y ella gira a verme.

—Leah, ¿Que necesitas, cariño?

—Tengo un mal presentimiento, por favor Beth, llévame con Katia. — La miró suplicante y con la desesperación a flor de piel.

—Em...mm, este veras linda no puedo, porque, porque la está revisando el doctor, si esos es y no puede ver a nadie.
—Lo veía en sus ojos me está mintiendo, algo está pasando y no me quiere decir.

Haz que te diga la verdad Leah. Tú puedes.

Ella de nuevo. La ignoro y me concentro en la persona delante de mí.




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