Leave Me Lonely

CAPÍTULO 46

Las fotografías de los anuarios se tomaron la tercera semana de enero del 2019 y duró aproximadamente tres semanas. Eran muchos grupos y estudiantes a los que fotografiar y no podían dedicar todo el día para dicha tarea, ya que tenían que armar los anuarios digitalmente para la impresión.

Los jefes de grupo eran quienes dirigían el orden en el que pasaban al estudio montado junto a la entrada principal de la preparatoria. Se le proporcionó un megáfono para llamar por orden de lista, algo que lo hizo sentirse un poco ridículo, pero era necesario. Muchos estaban dispersos y en sus grupos conversando y riendo, por lo que el ruido ambiental era lo suficiente como para evitar que lo escucharan usando su tono de voz normal.

Se llevaron aproximadamente una hora. Monse y Vianney aprovecharon para tomarle algunas fotos que les servirían después para algo en lo que estaban pensando. Cuando llamó a Alejandro estaba con Armando, Andy y Rebeca, como de costumbre. Indicó con la mano que no tardaría mucho en regresar y avanzó hasta el stand. Rodeó a Gibran, pero no sin antes rozarle la espalda con un dedo. Gibran tembló ante la sensación: la espalda y la cabeza eran sus zonas más sensibles, por lo que si alguien ajeno a él las tocaba sentía mucha satisfacción, al punto de querer caer dormido.

Alejandro le sonrió pícaramente y Gibran, antes de sonrojarse, se dio la vuelta para observar la lista. Se preparó para llamar a la siguiente persona hasta que terminaron.

 — Muchas gracias, Gibran. El fruto de su esfuerzo se verá reflejado en los anuarios. Hasta el momento está quedando mejor que cualquier otro, ¡y eso no lo decimos nunca! — Gibran estaba seguro de que siempre decían lo mismo para que no se arrepintieran de haber invertido en algo que solo iban a ver una vez y que se quedaría guardado por mucho tiempo.

Un mes después se tomó la fotografía generacional: los organizadores habían colocado unas gradas blancas que ya estaban desgastadas por el uso. Para acomodar a todos los estudiantes de sexto año de ambos grupos, los dividieron en mujeres y hombres. Ellas fueron las primeras en pasar, pues estarían hasta el frente y sentadas para mayor comodidad.

Todos iban vestidos de gala, como si la graduación fuera en ese mismo día: había vestidos de todos los colores y tamaños, desde entallados hasta largos con un vuelo hermoso. Peinados recogidos o sueltos, con rulos o lacios. Incluso algunas se habían atrevido a usar tiaras como si fueran princesas. Ninguna se veía mal, todas eran dignas de admirar y estaban en un buen día para dar una probada de lo que serían sus vestuarios de graduación.

Gibran se sentía incómodo en la fila de los hombres. Muchas veces no lograba sentirse identificado con ellos. Se comportaban como idiotas y él quería escapar de allí, aunque eso costara no salir en la foto, pero estaba en medio de la multitud y salir no sería sencillo.

La fila empezó a avanzar y se apresuró a buscar a alguien que conociera, pero no tuvo éxito. No había visto a Alejandro y no estaba seguro si se presentaría, pero ojalá fuera así, ya que en ese día también tomarían las fotos grupales y no quería que estuviera ausente.

Al montar las gradas de la foto generacional se sintió más inseguro que nunca: habían colocado tablas para que pisaran y aunque estaban gruesas no sabía cuánto tiempo lograrían sostener todo el peso. Solo rezó para que, si se vencían y caían, Gibran ya no estuviera encima de ellas.

Con todas los grupos acomodados, llegó la directora del plantel y en lugar de ser recibida con aplausos y elogios fue abucheada a más no poder. En cuando puso un pie en el patio trasero el ambiente se puso tenso, pero no podía faltar en la fotografía.

Se ganó el odio y desprecio de todos cuando dejó de cumplir con los puntos del pliego petitorio, como muchos ya lo veían venir. La denuncias de acoso no fueron atendidas, así que todos los alumnos y profesores que habían sido acusados seguían en el plantel sin ninguna consecuencia a sus actos.

La directora, en lugar de ofenderse, les dio las gracias ante la atención y el gesto de “respeto”. Tomó asiento en medio de la primera fila de chicas, en un lugar que se había reservado exclusivamente para ella.

Se tomaron varias fotografías: primero con una pose seria, después les solicitaron que hicieran la pose que quisiera. Gibran observó que las mujeres hacían poses tiernas, mientras que los hombres alzaban los brazos en un intento por presumir músculos que no tenían. Gibran se limitaba a sonreír. Él sí tenia respeto hacia su persona.

— Hemos terminado, pero no nos podemos retirar de aquí y pasar a las fotografías grupales sin un goya. Así, que, los escuchamos… ¡México, Pumas, Universidad!

Como la multitud era tanta, la porra sonó más intensa que nunca. Gibran se sintió aturdido ante tantas voces que coreaban a todo pulmón la porra de la universidad, y es que sería de las últimas veces que lo harían estando en el bachillerato.

Se colocaron dos gradas individuales distanciadas entre sí y cada una estaba destinada a un turno. El grupo de Gibran fue el quinto en pasar (iban en orden ascendente) y se tomaron varias fotos hasta que el camarógrafo quedó satisfecho. De igual manera, les habían pedido una pose seria, siendo lo más formales que pudiera y las siguientes fueron con poses opcionales, aunque la mayoría prefirió únicamente sonreír.

No notó en qué momento Alejandro se había integrado. O tal vez siempre estuvo ahí, pero, al ser de los más altos, lo acomodaron hasta atrás para que no tapara a los más enanos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.