Día 3. Miércoles.
La base en la que se encontraban ellos, era un piso normal y corriente en un rascacielos del centro de la ciudad. Al principio, pensaron que aquel lugar era un disparate, pero a medida que fue pasando la tarde de ayer, se dieron cuenta de que era el mejor sitio para esconderse, ya que el gobierno nunca pensaría en que unos magos se iban a resguardar en todo el centro de la población. Haciendo que el gobierno pusiese sus fuerzas en los exteriores de la ciudad.
A parte de todo eso, Jake, que era así como se llamaba el hombre, les comentó que la casa estaba protegida mágicamente con un hechizo antiguo, lo que les permitía pasar inadvertidos entre los chequeos del gobierno.
Dejando de un lado las protecciones mágicas, Jake les contó ayer por la tarde todo lo necesario para que los entendiesen en donde estaban, la ideología del mundo, lo que estaba haciendo el gobierno, como funcionaba la ciudad y lo más importante, como pasaba él desapercibido entre la gente normal.
Y es que al parecer, no estaban solos, no eran los únicos magos del mundo, ya que según Jake, había una población en mitad de un parque natural. Población que le enviaba una especie de inyección que hacía que el aura mágica del mago desapareciese. Er así como Jake podía vivir entre los normales. Lo que obligó a David a formularle la esperada pregunta, ¿por qué seguía aquí si podía vivir tranquila fuera?
La respuesta era sencilla, y es que Jake llevaba desde el día uno intentando regresar a casa. Y con ellos allí, llevaría acabó el plan que tenía planeado desde el principio.
David se despertó bruscamente, pero había dormido tan bien, que lo había hecho abrazado a Falista. Así que ruborizado, se apartó de ella rápidamente, haciendo que aquel movimiento la despertase.
– Perdón – susurró David dándose cuenta de que había despertado también a Nicole.
– Espero que hayáis descansado – Jake paso delante de ellos –. La misión e hoy es bastante importante. No podemos fallar.
– ¿Estás seguro de qué funcionará? La idea es una locura… – Susurró David, pero el hombre no le escuchó.
– Puede ser una locura, pero al igual que no se esperan que estemos en plena ciudad, tampoco se van a esperar que vayamos a la central – comentó Nicole.
– Y después de lo ayer, habrá más guardias en la calle que en el propio edificio. Por lo que nos dará la oportunidad perfecta – agregó Jake volviendo a pasar delante de ellos, que estaban en una habitación tirados en el suelo.
– ¿Queréis hacer el plan? – Susurró David a sus compañeras.
– No pienso quedarme atrapada aquí dentro – añadió Falista.
– Y yo tampoco, así que claro que lo haremos – afirmó Nicole –. ¿Por qué tienes tantas dudas?
– Porque estamos en otro mundo y porque no conocemos de nada a Jake – comentó él –. ¿Confías en él? – Miró a Nicole.
– Siempre puedes quedarte aquí e ir nosotros tres – Jake volvió a pasar delante de ellos una vez más.
– ¡No, ni hablar! – David se levantó de golpe –. No dejaré a mi equipo solo… Nunca lo haría – afirmó.
– Pues venga, ¡espabilad! – Les soltó Jake –. El desayuno está servido – señaló la puerta que tenía tras él –. No nos podemos retrasar mucho…
Minutos más tarde…
– ¿Estáis listos? – Les preguntó Jake –. ¿Repito el plan?
– No hace falta, ya nos lo has contado cinco veces – musitó David.
– No viene mal repasarlo una vez más…
– Lo recordamos a la perfección – agregó Nicole –. No es nuestra primera misión.
– Entonces…. Vamos a inhibir vuestras auras – Jake sacó un estuche en donde se encontraban las inyecciones del compuesto químico –. ¿Quién es él primer voluntario?
– Solo es temporal, ¿no? – Preguntó David.
– El efecto dura unas seis horas aproximadamente – le contestó Jake dirigiéndose hacia Falista.
– Yo no soy maga, no tengo aura – dijo ella rápidamente.
– ¿Qué? ¿Y qué…
– No es de tú interés – soltó ella.
– Está bien, está bien – se movió hacia David.
– Yo puedo ocultar mi aura sin ningún tipo de problema – pausó David –. Me lo ha enseñado el ministerio.
– Venga hombre, ¿me estáis vacilando? – Masculló Jake.
– Aunque si pierdo la concentración, a lo mejor la lio. Así que será mejor que me pinches – David levantó su brazo izquierda y cerró los ojos hasta escuchar las palabras deseadas.
– Ya está – comentó Jake y se fue hacia Nicole, esperando a que ella pusiese también alguna excusa.
– ¿Qué? Yo no tengo nada que decir, no soy especial como ellos… – Soltó ella.
Jake no lo dudó y pinchó a Nicole, le inyectó aquel líquido raro y tras esto cerró el estuche y lo guardó en el primer cajón que vio.
– Vamos allá… – Cerró el cajón y se dirigió hacia la puerta para abrirla y así comenzar la misión.
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Editado: 30.10.2022