Letra, azucar y arsénico

El odio se viste de gala y la esperanza de luto

En sus ojos asoma el dolor, en sus lágrimas hay temor, en su corazón murió la esperanza.

En mi alma hay desgracia, en mis manos furia y en mi mente confusión, no debería existir motivo ni razón para tanta maldad, crueldad y discriminación.

En la condenada existencia de los menos afortunados persiste el odio, enquistado como una espina en un pie que solo intenta caminar, mientras en la desgraciada vida de los menos privilegiados se cuece el rencor de aquellos que nunca recibieron amor ni aprendieron a darlo.

Pobres, aquellos que quieran ser libres, pobres, aquellos que quieran ser buenos, pobres, aquellos que quieran ser.

En la infamia de la existencia aún intenta coexistir la humanidad, fingiendo que la vida vale algo y predicando que la libertad existe, aun cuando todos sabemos que, de las mentiras más bonitas que hay, la de ser libres es la menos creíble y es que solo cuando la muerte acecha es que aparecen atisbos de realidad, una realidad petulante y soberbia que nos grita en la cara que despertemos y miremos a nuestro alrededor. No somos más que demonios vestidos de ángeles, pretendiendo defender muros que ya se vinieron abajo e intentando curar heridas que nosotros mismos provocamos.

Hoy mi espíritu llora de impotencia, de tragedia, de desesperanza. Hoy la luz de mis ojos brilla menos. Hoy una lágrima se posa sobre mis mejillas en señal de protesta, aun sabiendo que nunca será escuchada.

Hoy, como cada vez que el odio se viste de gala, la esperanza se pone de luto.

 

Fúnebres sollozos destilan de mis negros ojos,

negligentes golpes de reticente ira hacen de mi mente un calvario,

escucha mis lamentos, ten compasión de mi espíritu,

basta ya de violencia, retorica y complacencia,

hoy mi alma llora porque la de ellos fue apagada.

 

Ojalá aprendamos algo, ojalá aprendamos que el odio solo trae más odio, ojalá entendamos que nos estamos matando entre nosotros, ojalá amaramos y respetáramos más, ojalá, ojalá, ojalá…

 

Ojalá la esperanza no tuviera que vestirse nunca más de luto. Ojalá…




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