Bajo aquel arbolito de limón protegiéndome del poderoso astro diurno y refrescándome con las cálidas brisas de verano he meditado, escrito, pensado, soñado e incluso he llegado a amar, creo que su santa sombra es una de las más hermosas formas en las que la dadora de vida nos demuestra su puro e incondicional amor, aunque pase tan desapercibido como la gran mayoría de sus bendiciones, ¿Por qué cuando tenemos el amor tan de frente somos tan incapaces de verlo? ¿Acaso es la ceguera que la abundancia y el ego trae consigo? O simplemente hemos callado la melodía de la vida que escuchábamos con el corazón reemplazándola con aquel maniático y patológico ego.
Por mis hermanos te pido perdón Madre y a ti poderoso señor que habitas nuestro cielo del alba al ocaso, te suplico tu iluminada guia.