“Un alfa está para proteger y servir a todo aquel que decida seguirlo”
Código del alfa. Primera ley.
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Derek se subió a la camioneta, y ahí se quedó unos minutos, pensando, la reunión había desestabilizado sus pensamientos, él solo acudió para tratar el asunto del nuevo infectado pero ahora tenía un tratado que considerar, y ver la forma de conseguir armamento..., realizar una nueva alianza no estaba en sus planes a futuro, y no era porque le guardaba rencor a Carl Phillips, Derek no conocía su clan, antes de arrojar una decisión debía obtener pruebas de que los pumas Dark Spines eran honorables, cambiantes válidos en los que confiar, debía asegurarse que no lo apuñalarían por la espalda.
Más allá de eso, se escondía el verdadero temor a otra disputa, si le fue difícil hacer que su clan aceptara la alianza con los White Claws, ahora encontraría la misma reacción si decidía integrar otro clan al asunto. Aunque, se estaban abriendo, no era bueno presionarlos, al menos no por ahora.
La reciente alianza con los leopardos Ice Daggers era suficiente, y aunque Derek creía que era mejor tener aliados que enemigos, no quería iniciar otra ola de debates entre los miembros más viejos.
Encendió el motor y retomó el viaje de regreso, en su mente barajó una y otra vez las cosas que debía hacer al llegar a su territorio. El trabajo de un alfa jamás acababa, lo primero en su lista era poner a dos personas a salvo, tenía que reunirse con Eleine Mirianni cuanto antes para informarle que los territorios de los pumas pronto se verían involucrados en un conflicto entre clanes, y por ende, no consideraba seguro que continuaran viviendo en Ricker Mountain. Tanto ella como Caleb debían regresar al seno del clan, al menos hasta que todo este conflicto se solucionara.
Al pensarlo, Derek sonrió, convencer a Eleine de abandonar su solitaria y aislada casa a mitad de una montaña sería un trabajo tan arduo como intentar sacar a un topo de su madriguera.
Pero lo haría, eventualmente, después de todo Derek era el que daba las órdenes, y su palabra se seguía.
Lo segundo importante en su lista era verificar los reportes de los laboratorios que mantenía en una reserva privada, alejados del territorio principal y fuertemente custodiado por sus guardianes, cualquier cosa respecto al estudio de la enfermedad le serviría, Derek estaba perdiendo la paciencia a medida que seguían apareciendo infectados, si bien el número de ataques a humanos había disminuido, nada le aseguraba que hubiera otra ola de incidentes a la vuelta de la esquina, también debía asegurarse que Vladimir Lébedevich estuviera en buenas condiciones.
El ex director del CIG canadiense había retomado su antiguo trabajo como bioquímico apenas una semana después de que Dash le curara las heridas, Derek le ofreció ayuda, hospedaje, insumos vitales y un trabajo como investigador jefe del equipo de científicos en los laboratorios, el hombre ruso aceptó luego de deliberarlo un largo día. Ahora se encontraba viviendo en una cabaña acondicionada cerca de su lugar de trabajo.
Cuando estaba a mitad del camino, su celular vibró desde la gaveta, Derek se orilló y lo sacó para ver de qué se trataba. Logan lo estaba llamando.
—Aquí Derek, ¿qué sucede? Estoy en ruta así que tengo poco tiempo.
—Tenemos un problema.
Derek suspiró.
— ¿Qué pasó ahora?
—La policía humana está en Greensbrough, tienen una orden de rastreo en los alrededores.
Derek arrancó de una sola vez, aumentando la velocidad, cuando había humanos involucrados la cosa siempre olía a problemas.
— ¿Qué quieren ahora?
Hubo un silencio prolongado del otro lado de la línea, que se cortó por un par de gruñidos.
—Jeanine está aquí, será mejor si llegas a poner orden, estos sujetos me dan mala espina.
Derek esbozó media sonrisa.
— ¿Y a quién no? —Soltó—. Estaré ahí en media hora.
Tiempo después, divisó dos patrulleros a la orilla de la ruta, Derek detuvo la camioneta y salió. No había un solo sonido, indicio que le sirvió para saber que todavía no regresaban, al principio quiso indagar en los vehículos, pero declinó la idea optando por ir de inmediato a la zona.
Greensbrough era un pequeño asentamiento de no más de doscientas personas, conformado en su mayoría por familias humanas y un par de parejas cambiantes con permiso de vivir ahí. Un escalofrío le recorrió al pensar en la idea de que se podría tratar de un ataque, tan cerca de su gente y a la vista pública, eso sería un desastre. Negando los pensamientos fatalistas, Derek se adentró por el camino de tierra que conectaba el asentamiento con la ruta principal.
Las casas separadas entre sí por metros de bosque no alcanzaban a la treintena, no obstante al pasar, se sintió vigilado y de pronto notó la aversión, el miedo y la tensión elevarse en el aire, para alertar al animal. Derek se mantuvo indiferente, pues quisieran o no, su clan era dueño de esas tierras mucho antes que los humanos llegaran, y por ende, cada habitante en realidad era un huésped.
Dobló en una calle de tierra que se adentraba por los bosques aledaños, y ahí fue que sus sentidos reconocieron las emociones tan fuertes, humanas, serios indicios de que su objetivo estaba cerca.
—Deténgase —ordenó una voz masculina.
Un perro le ladró por detrás, de forma agresiva Derek se giró y le gruñó al animal mostrando sus fieros colmillos, el perro metió la cola entre las patas y volvió a gruñir, esta vez más sumiso.
Los beneficios de ser el lobo alfa grande y malo...
Derek subió la mirada encontrándose con el joven oficial de policía que retenía al perro con una correa negra, el cual se enderezó tratando de aparentar una mayor estatura y firmeza, claro que, no serviría de nada, Derek ya podía oler el incipiente olor a miedo humano que se esforzaba por esconder.
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Editado: 18.08.2019