— ¿Por qué no tuviste más hijos?
—Porque mi pareja destinada se fue.
— ¿Yo tendré que aceptar una, también?
—Sí, hijo.
— ¿Por qué?
—Es la tradición.
Conversación entre Brad Miller y su hijo Derek (11)
☆゜・。。・🐺🌙🐺・。。・゜★
El sol le dio en la espalda, era cálido a pesar del aullido del viento resonando entre las ramas de los árboles y arbustos, un nítido contraste con el aire frío que tocaba su piel, enrojeciendo las mejillas. El bosque en esta época del año era un canto a su animal, un llamado casi irresistible a transitar incansablemente la vastedad del entorno, sin embargo, Derek no podía permitirse tal clase de libertad, tenía otros asuntos que resolver con extrema urgencia, y era uno de ellos el que lo trajo a esta precisa ubicación en la parte más alejada del territorio.
Derek se detuvo en el lugar preciso, frente a él se encontraba la fachada de ramas y hojas perfectamente ubicada para confundir a los viajeros, la deslizó, el camuflaje se rompió revelando la entrada metálica. El identificador de rostros hizo un sonido grave, luego Derek introdujo la clave de acceso, en todo el clan solo diez personas sabían cómo ingresar a los laboratorios, y los trabajadores tanto científicos como de mantenimiento debían ser acompañados todos los días por una de esas personas que tenían la clave.
La entrada descendió, a medida que avanzaba por el amplio pasillo inclinado con ligereza, sus pupilas se adaptaron a la luz simulada de los focos en el techo, paredes de piedra tallada, piso de concreto, al final un muro con el emblema del clan tallado en la piedra y pintado de tal forma que parecía ser hecho de metal.
Luna creciente atravesada por garras.
Dos entradas se situaban a izquierda y derecha, Derek solo podía ingresar a una, la otra estaba restringida para todo cambiante lobo, y los únicos que entraban ahí eran los humanos y cambiantes felinos que integraban el equipo de contención. Derek se detuvo en la entrada derecha, pasó por el mismo registro facial y contraseña, la estructura de hierro se deslizó.
El frío le erizó la piel. Derek entró a otro pasillo más estrecho, blanco en su totalidad, que se extendía veinticinco metros hasta terminar en otro muro de piedra. Había tres aberturas a la izquierda, dos de ellas daban a los laboratorios mientras que la tercera conducía al área de control, Derek fue en esa dirección, se detuvo frente a una de las puertas negras en el pequeño pasillo, golpeó en código y esperó a que se abriera. Un par de ojos almendrados le recibieron, Indira Brown se inclinó con suavidad y le permitió la entrada.
La mujer puma se quedó en el mismo lugar mientras cerraba la puerta, adentro el ambiente era más cálido, pero también solitario, carente de toque humano, pero eso se debía a que solo Indira lo utilizaba, ella se encargaba de vigilar cada uno de los cubículos de aislamiento en donde estaban los infectados.
El número llegaba a cuarenta y ocho, pero había uno nuevo agregándose a la cifra, uno que Derek esperaba no reconocer. Él deseaba que fuera una confusión, que lo que le informaron por la noche no fuera real...
—Quiero ver al nuevo —ordenó en voz baja.
Llevaba tiempo trabajando con Indira y sus pumas, de los cuales solo siete pertenecían al clan White Claws; aunque ella estaba entrenando a otras cuadrillas para la contención de infectados. Indira era silenciosa, eficiente y muy confiable, le agradaba.
—Enseguida.
Indira se inclinó hacia la pantalla, sosteniendo su figura usando el respaldo de la silla giratoria, utilizó los dedos para acomodar el panel y acceder a las cámaras de vigilancia. Aroma a manzanas y líquenes, movimientos tan gráciles que tentaban, ella tenía una suave cabellera rizada a juego con la piel morena. Y ciertamente, la provocación era suficiente, para su alma sedienta de contacto Indira sería un bocado irresistible, ya no tenía nada que perder y el lugar... « ¿En qué rayos estoy pensando? » Estaba ahí por un fin específico, sus deseos estaban fuera de toda posibilidad.
—Aquí está.
Acercándose, Derek se apoyó sobre el asiento, hubo un efímero contacto que se desvaneció en tanto vio al sujeto en la pantalla. Estaba delgado hasta los huesos, dando vueltas en el cubículo como perdido, trazos de pelaje iban y venían de forma irregular, como si quisiera cambiar y nunca lo lograba. El tatuaje lo identificaba como lobo Moon Fighter y eso fue demoledor, porque Isaac Meyer era uno de los suyos y Derek no había podido advertir su declive a través del vínculo de sangre.
Ya ni siquiera sabía para qué los tenía en su mente si esa maldita enfermedad le impedía notar los síntomas.
— ¿Cuándo llegó?
Indira fue por una planilla y regresó.
—Anoche, cerca de la una y media.
— ¿Nivel de avance?
—Grado tres.
Derek se llevó una mano a la cabeza, arrastrando el cabello hacia atrás dio un largo suspiro, la enfermedad tenía a Isaac a mitad de camino, el grado cuatro era una transformación irreversible que se traducía en un único final: salvajismo y muerte. Isaac Meyer estaba en las fases finales y Derek lo vería morir porque no tenía la cura en sus manos.
Esto era tan injusto...
— ¿Tienes el tiempo estimativo de infección?
—Tres semanas, tal vez cuatro.
Derek volvió a ver la pantalla, Isaac temblaba violentamente intentando controlar una transformación. Era horrible. Debería haber recordado que la fecha de liberación se acercaba, pero nunca contó con que los días se acortaran y el cambio de opinión de los custodios determinara que Isaac saliera antes de prisión. Derek debería haber estado más atento, de otra forma quizá lo habría convencido de regresar de inmediato en vez de vagar vaya saber en qué lugares.
—Hay otro dato importante.
#1275 en Fantasía
#776 en Personajes sobrenaturales
#4817 en Novela romántica
cambiantes lobo, accion drama suspenso y misterio, romance y amor saga moon fighters
Editado: 18.08.2019