Capitulo IX (parte II)
Audrey
-¿En dónde estamos? – preguntó Geraldine -.
-Esta es mi casa, oh algo así, sólo que no hay nada aquí – respondió-.
-¿Vives aquí?, ¿sola? – preguntó Ewan -.
-Claro, el único lugar tranquilo para mí, es este,
-Bien, no queremos estar aquí – reprochó Neo – no sé cómo puedes hacer esto, o qué es, pero déjanos ir, tenemos una misión que terminar-.
-Oh no, ustedes no pueden ir a su misión así, necesitan estar completos, los guerreros son fuertes si están unidos.
-Somos cinco, estamos completos.
-Hector – dijo Audrey – es él, el que falta-.
-Tonterías, Hector fue una equivocación, los guerreros siempre han sido cinco, y eso no va a cambiar-.
-Cielo, han sido ustedes los elegidos para ser guerreros, y sinceramente las cosas van a cambiar mucho por aquí, y… por todos lados, son nuevos tiempos, los pecados llevan años perfeccionando sus planes, sus defensas y ataques. No voy a permitir que un inepto como tú, arruine mis planes -.
-Primero, no me llames cielo, mocosa. En segundo lugar, ¿qué planes?, ¿estás con los pecados?
-No mi vida, no te equivoques, yo estoy aquí para ayudarles, y más vale que me hables bien -.
-¿y qué quieres a cambio de tu ayuda? – preguntó Geraldine -.
-Sólo quiero descansar, no hay otra cosa-.
-¿Qué hacemos ahora? – dijo Ellia -.
-¿Qué? – Dijo Neo – pero, ¿Cómo piensas seguirle el juego a esta mocosa? -.
Evelyn amarró a Neo con dos pitones albinas.
-Cierra la boca.
Todos los demás se apartaron un poco.
-Primero iremos con Hector, los llevaré yo, no sé por qué el guerrero de construcción no uso su tele transportación -.
-¿Cómo sabes eso? – preguntó Audrey -.
-Llevo unos años vigilándolos. Hay muchooo que explicar, pero ya habrá tiempo para eso -.
-¿Y Neo?
-Oh cierto – dijo.
Las pitones desaparecieron y Neo se acercó rápidamente a los demás.
-Vámonos – dijo -.
Debajo de ellos un círculo verde empezó a formarse hasta cubrir toda el área ocupada por los chicos, parecía que alrededor de él el espacio se distorsionaba.
-Hmm, tal vez… se van a marear un poco, es un viaje a “punta”, no es como una tele transportación que usa Neo, es más directa y rápida, así que agárrense-.
Audrey miró abajo, el círculo parecía contraerse, y poco a poco sentía que se hundía con él.
-Genial.
En un segundo, el agujero los tragó, del otro lado, se encontraban en el cementerio, en el que Hector se vería con el pecado.
-Cielos, me siento… como esas navidades con la familia que acabas muy ebrio… – dijo Geraldine -.
-Bueno, no a todos les da igual, pero si estoy algo perdido – dijo Ewan-.
-¡Hector! – gritó Ellia algo tonta aún -.
Audrey se tapó los oídos, estaba irritada.
-Cielos, Ellia… puedes NO GRITAR, ¿porfis?
Pasaron unos minutos y los efectos desaparecieron, aunque parecía que a Evelyn (la mocosa de doce o trece años), pareciera no afectarle. Tal vez siempre se va en sus viajes.
-Perdonen, sé que ustedes nunca han experimentado algo así – dijo Evelyn -. Como sea, puedo percibir a su amigo, pero hay “alguien” con él.
- Es Ira – dijo Ellia.
-Su amigo está en el cielo.
- ¿se murió? – preguntó Audrey (sin sarcasmo) -.
-No. Está en un espacio imperceptible a los sentidos humanos, hay que perturbar ese campo.
-¿Cómo hacemos eso? – preguntó Neo -.
-Así.
Evelyn se inclinó y en sus palmas una luz empezó a verse, era pura, entonces apuntó al cielo y la disparó. El haz de luz siguió su trayectoria en línea recta hasta que fue absorbida por algo, entonces un cubo negro, tan negro que hacía parecer que al cielo le faltara un pedazo. El cubo empezó a quebrarse, y entonces de un lado se rompió.
-Hector – susurró Audrey -.
El chico salió por el agujero y cayó al piso, era una gran altura, pero seguía de pie. Entonces se dirigió hacia los guerreros.
Ellia quiso correr hacia él, pero Evelyn la detuvo.
-Guerreros, no se precipiten. Ira está aquí.
-¿Un pecado… está aquí? – dijo Neo -.
-Se supone que las deidades deberían estar peleando con ellos – dijo Geraldine -.
Hector seguía acercándose más. El cielo se oscureció y las nubes se agrandaron hasta taparlo por completo.
-Hmm, puede que sea sólo una representación del pecado.
-Oh mierda – dijo Ewan -.
Audrey abrió de par en par sus ojos, por su espalda recorrió un pequeño escalofrío, su piel se erizó. Ira estaba ahí. Un pecado, su representación. Maldita sea, Ira era asqueroso, su cara algo humana estaba descarapelada, se podía ver sus tejidos rosas, sangrando. No tenía ojos, sólo eran huecos, su cuerpo estaba muy marcado, en el pecho llevaba unas cadenas que se amarraban a su cintura y a su cuello, detrás de él llevaba un jarrón de porcelana muy grande, de hecho el pecado medía casi cuatro metros, si no calculaba mal Audrey.
Sólo vestía de una camisa negra sin mangas, un pantalón negro y unas grandes botas ensangrentadas.
-Bueno, ahora mátenlo guerreros – dijo Evelyn.
Hector llegó y se tiró en el pecho de Ellia.
Todos se acercaron, pero Audrey seguía paralizada. Todo estaba en silencio, era como estar en otra dimensión, todo lo que escuchaba era la desesperación, el rencor, el sufrimiento de sus amigos y de ella misma. Su corazón latía muy rápido, como si indicara que algo estaba por acontecer.
-¿Cómo estás, Hector?- preguntó Ellia.
Los ojos del chico no se movían, parecía estar muerto.
Ewan se acercó y puso sus manos en el pecho del chico, luego Hector empezó a reaccionar, a moverse un poco más.
El pecado bajó del cielo, conforme descendía, iba dejando un rastro verde. El pecado tocó tierra y su cabeza se desprendió un poco de su cuello, luego empezó a girar y a girar más fuerte. Un grito descomunal salió de su boca.
Editado: 30.01.2021