Para variar se había mantenido distraída en clases. El aire estaba frío incluso dentro del salón, por lo que volvía a agradecer el regalo de Umi, y ahora, como una nueva excusa para no poner atención, pensaba en alguna forma de compensarla, aunque era complicado, jamás le había dado algo.
El profesor de Historia Universal dio las instrucciones para hacer un trabajo que valdría parte importante de la nota del semestre, así que tuvo libre el resto de la hora para trabajar en ello en la biblioteca. Tomó un par de libros, pero tras leer algunas páginas volvió a perder la concentración, se sentía cansada. Con la mejilla apoyada sobre la palma de su mano cerró los ojos con un suspiro…tenía que conseguir un obsequio para Umi…aunque ella siempre parecía tan conforme con todo, cómo poder encontrar algo para una chica tan especial…y se sorprendió gratamente descubriendo que el afecto que sentía por ella, era incluso mayor de lo que hubiese imaginado.
Cuando volvió abrir los ojos lo hizo de sobresalto, como si por algunos segundos hubiese dejado de respirar, miró el reloj de su celular, sorprendida, había pasado más de media hora…
Sonó el timbre indicando el descanso y se incorporó volviendo a dejar los libros en su estante.
-…En el capítulo tres está la información necesaria- un murmullo a sus espaldas la obligó a ponerse otra vez en alerta, a pesar de lo esquivo que era con las palabras pudo reconocer su voz de inmediato. Ryo la miraba inexpresivo, ofreciéndole otro libro.
Suspiró por la nariz antes de dar media vuelta, y susurró queriendo esconder el rubor que comenzaba a sentir en las mejillas.
-…claro…gracias- lo recibió quedándose inmóvil hasta que él estuvo lejos.
Analizó la portada del libro preguntándose si su particular aspecto comenzaba a llamar la atención incluso de alguien tan ajeno a su propia realidad como lo era Ryo, un gesto amable que de él no hubiese esperado.
Ahora con una sutil sonrisa salió de la biblioteca, buscó una máquina de bebidas, para comprar lo que sería su desayuno y almuerzo.
A pesar que se había dispuesto a esta vez poner atención en clases de física, apenas ver el pizarrón repleto de fórmulas supo que no valía la pena si quiera esforzarse, si no había aprendido las leyes de la termodinámica sabía que le sería imposible entender fórmulas ni mucho menos cómo aplicarlas, su situación era un caso perdido, pero ahora casi no le importaba. Escondió el celular entre su vacío cuaderno de apuntes y habló a través de mensajes con Keiji, quien se encontraba en clases de deportes, de inmediato se comprometió a acompañarla al centro comercial.
Al despedirse de Jun al salir del salón de música, Keiji ya la esperaba afuera. Con su rostro ahora envuelto en una bufanda le sonreía animado, como si estuviese complacido con ese encuentro, sus cabellos pelirrojos despeinados caían sobre su frente, y sus ojos expresivos parecían seguir cada uno de sus pasos hasta que logró alcanzarla, por un segundo se preguntó si ahora, con esa apariencia cansada, seguiría gustándole, porque a ella le parecía una persona en verdad encantadora, en el más amplio sentido de la palabra.
Le hizo un par de cumplidos cuando mencionó que el profesor de música la había elegido para interpretar un Solo.
Recorrieron el edificio del 109 en Shibuya, repleto de jóvenes. Admiraba los nuevos diseños de invierno lamentándose de no tener dinero para comprar al menos un accesorio, aunque la mayoría hacía alusión a la noche de navidad, donde era común que los chicos de su edad tuvieran una cita, ella no necesitaba lucir tan linda si no saldría con nadie. Supo que sería mejor concentrarse en Umi.
Entró a una tienda de accesorios para el cabello y recorrió los estantes con la vista.
- Creo que te quedarían bien estos- Keiji indicó uno juego de horquillas con el diseño de estrellas.
Suspiró por segunda vez insistiendo en que sólo tenía dinero para comprar algo para Umi. Al menos después de analizar cada una de las opciones que tenía en mente se decidió por aquellos adornos que tenían un copo de nieve en el extremo.
Ya logrado su objetivo, cruzaron la calle y entraron a un Starbucks. Keiji se encargó de pedir las bebidas de ambos, dado los grupos de jóvenes de otros institutos que se aglomeraban en torno a la caja debieron esperar a un lado de la barra. Tratando de evitar que el aroma a pasteles y dulces le revolvieran el estómago se distrajo mirando abajo a las personas que pasaban por el famoso y transitado cruce, cuando escuchó el nombre de ambos. Se acercaron al chico castaño y sonriente que les entregó sus vasos, al reconocerlo sintió como sus mejillas se volvían rojas, y pestañeó dos veces para verificar en su placa el nombre de “Tomoki”. Escapó hacia la ventana, paralizada, haciendo que su amigo se quedara extrañado. Dio un gran sorbo a su bombilla a pesar de lo caliente que estaba su bebida, quemándose los labios.
- ¿Estás bien?...
No se sintió capaz de responder, el corazón le latía con rapidez.
- ¿Había algo malo en ese chico?
-…no- suspiró con una voz mucho menos aguda.
- ¿lo conoces?
Asintió con la cabeza. Aunque Keiji parecía no querer insistir, supo que le debía al menos una breve explicación, después de todo seguía siendo su amigo aun consciente de que casi no le confiara sus preocupaciones. Tomó un nuevo sorbo.
- …Es el hijo del…novio de mamá.
Keiji parpadeó un par de veces, y luego abrió sus ojos gatunos de par en par.
-…déjame ver si entendí.
Pero ella lo interrumpió.
- hace algún tiempo mamá comenzó a salir con un hombre- apretó los labios, descubriendo que aún le costaba mencionarlo-…nos hemos ido a vivir con ellos…por lo que es un poco incómodo tener que verlo…En realidad- suspiró- no me agrada en lo absoluto.
-…ya veo- pareció pensativo-…podemos ir a otro lado.
- además está en nuestro instituto…siento que está en todos los lados a los que voy…y es un fastidio.
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Editado: 29.11.2024