Tras pasar la semana buscando un departamento junto a su padre, pudieron al fin, gracias a sus contactos e influencias, encontrar un lugar céntrico. El mudarse a un nuevo lugar era sinónimo de dejar atrás cada recuerdo que tenía con su madre en Yokohama, por lo que procuró que sus pertenencias fueran debidamente trasladadas, tendría menos espacio, pero ya se había hecho un mapa mental de donde las ubicaría, aunque su padre insistiera en deshacerse de varias.
Se mantuvo en contacto con Yuuri a través de mensajes, él mencionando los planes que tenía con su padre. Ella, por su parte, aliviaba al saber que su amigo estuviese más animado como en mucho tiempo lo había visto, a pesar que en secreto su corazón siguiese dudando.
En el instituto sus amigas organizaban la forma de celebrar su cumpleaños, ya que en pocos días cumpliría diecisiete, aun con diversas y divertidas propuestas ella prefirió ir a cenar a un lugar cercano. Para su sorpresa, Kouichi también recordó su cumpleaños, aunque cuando tuvo la iniciativa de hacer alguna invitación debió excusarse con sus otros planes, de todas formas decidió invitarlo, él vagamente respondió que intentaría asistir, sin dejarle certeza.
Cerca de las ocho se reunió con sus amigas en una de las tantas salidas del metro de Shibuya. Siendo viernes había muchos jóvenes recorriendo las calles. Dos de ellas llegaron con sus novios, ambos universitarios.
Subieron al piso más alto de uno de los edificios, que en parte hacía de mirador hacia el transitado cruce. Sus amigas ordenaron mucha comida e incluso, gracias a sus novios, pudieron pedir alcohol.
- ¿Entonces…tienes un deseo para este año?
- creo que si lo dice no se cumplirá – la interrumpió otra de sus amigas.
- bueno, nada especial en realidad.
- pero parecías muy pensativa.
No quiso admitir que aun esperaba un mensaje de Kouichi.
- no pasa nada- sonrió.
- Bebe esto- musitó quien estaba a su lado derecho, ofreciéndole un vaso que miró con curiosidad, su contenido tenía un color rosa anaranjado- es de durazno.
Lo recibió y tomó un par de sorbos, era dulce, con ligero aroma etílico.
- ya te queda menos para poder beber legalmente- rio.
- creo que tiene buen sabor.
- ¿quieres que pidamos uno para ti?
Quienes eran menos osadas la miraron temerosas.
No podía decir que jamás había bebido, ya que en el restaurant de su padre él le había enseñado algunas preparaciones.
- si te mareas te llevaremos a casa – insistió.
- más les vale- entornó los ojos.
Tras un par de sorbos la conversación continuó, le dieron sus regalos, y cuando ya habían pasado casi un par de horas una notificación en su celular pidiendo su ubicación actual volvió a alertarla. De manera automática los músculos de su cara le obligaron a sonreír.
No pudo evitar sentirse ansiosa hasta verlo llegar. Para su tranquilidad esta vez tenía una apariencia casi normal, no estaba tan ojeroso ni cansado, de hecho, volvió a parecerle atractivo. Saludó a todos los en la mesa antes de acercarse a ella, se avergonzó, captando por supuesto la atención de sus amigas.
- ¿Ustedes están saliendo?- preguntó abiertamente una de ellas, al tiempo en que ella volvía a ruborizarse.
- es un amigo- respondió, haciendo énfasis a la última palabra.
- somos amigos hace algunos años- asintió él con una sonrisa.
De manera inconsciente, y aunque estuviera hablando con sus amigas, su atención se desviaba hacia él de vez en cuando. No supo si se debía al efecto del alcohol, pero era como si de él emanara una agradable aura que le impedía dejar de hacerlo.
- Bueno, nosotras ya nos vamos.
Los chicos se ofrecieron a acompañarlas.
- ¿puedes llevarla a casa, verdad?- esta vez uno de ellos se dirigió a Kouichi, quien asintió con una sonrisa.
Pagaron la cuenta, y cuando los demás se marcharon Kouichi se sentó a su lado. Ahora, con menos distancia pudo percibir su aroma, ese que tanto le agradaba.
-…Siento haber llegado tarde- su voz ahora le pareció más grave de lo que acostumbraba, se sintió ligeramente ruborizada.
- creo que les agradaste.
- también creo que todas parecían agradables- respondió con una sonrisa.
Lo miró de reojos, se quedó pensativa y dio un leve suspiro. El vaso con licor continuaba a su lado, ahora sin pensarlo demasiado lo terminó en un solo trago.
-…¿En tu trabajo también tenías que comportarte así con las chicas?- preguntó con cierto recelo, haciendo que él levantara la mirada incrédulo.
-…bueno, la mayoría de las mujeres van a esos lugares a quejarse…ya que no tienen a nadie quien las escuche- musitó con seguridad- básicamente pagaban para que fuese amable…
Miró hacia la ventana y meditó en silencio. Se había pasado los días apenada imaginando que recibía dinero por hacerse pasar por el novio de alguna de ellas…Tuvo motivos y deseos de preguntar más, pero ya no estuvo segura si sería capaz de escuchar detalles.
En los siguientes minutos la invitó a salir a la terraza. Al incorporarse sintió que se le revolvía el cerebro, así que debió caminar despacio para evitar que él lo notara.
A pesar de ser invierno la noche estaba estrellada, logrando una bella postal al mezclarse en el horizonte con las luces de los edificios. Apoyó sus brazos en el pasamanos metálico, ahora lamentando no haber llevado un abrigo para protegerse del frío.
- Gracias por la invitación - murmuró él tras varios minutos- aun después de todo.
- supongo que para eso…somos amigos- respondió ella con su atención en el horizonte, queriendo parecer inexpresiva, aunque el alcohol ya comenzaba a confundir sus sentidos.
Conmovido él asintió con la cabeza, se llevó la mano al bolsillo de la chaqueta sacando una pequeña cajita. Sin emitir comentario tomo una de sus manos entregándosela. Ella avergonzada la abrió para descubrir una cadena plateada con el dije de una pequeña mariposa.
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Editado: 29.11.2024