Capítulo 5

"Intento fallido"

Al otro día, cuando Suni bajó a desayunar se encontró a Hyunjin en las escaleras cuando él iba subiendo.

Él se detuvo y la miró intensamente, espectante a oír algo.

— Buenos días —saludó ella seca.

Realmente no quería hablarle, estaba algo molesta aún, pero el saludo no se le niega a nadie y era parte de su educación.

— Buenos días —respondió él mordiéndose el labio por el interior, sintiéndose aliviado repentinamente. Estaba seguro que ella ni siquiera iba a saludarlo, y pensar aquello le había sentado mal, ciertamente.

Suni continuó bajando sin decirle nada más y él la miró hasta que la perdió de vista al doblar en el pasillo.
Luego, siguió caminando hasta su cuarto en donde tomó sus pertenencias y volvió a salir, pues en un rato ya debía irse con ella al instituto.
Llegó a la sala y ahí se sentó tranquilo en el sofá, esperando paciente a la chica.

Suni estaba desayunando sola mientras su nana le daba la espalda lavando algunas cosas sucias.

— ¿Qué ocurre, Suni? —preguntó ella, dándose cuenta enseguida de que algo no iba bien.

— Ya no quiero que Hyunjin esté conmigo —declaró inmediatamente, algo perdida viendo su desayuno.

— ¿Por qué no? ¿No te agrada? —se secó las manos y se acercó a la adolescente.

— No me desagrada, es agradable, pero se toma demasiado en serio lo de cuidarme. No sabe diferenciar los peligros, y eso es un problema.

— Lo sé, pero es su trabajo. Tu padre no le dio una lista con los diferentes peligros, él sólo dio una orden y Hyunjin está obedeciendo. Podrías ser más paciente, ¿no? —sugirió la mujer mientras peinaba un mechón de la chica.

Suni oyó sus palabras, y pensó que quizá tenía razón y ella debía controlarlo, ¿no? Después de todo, podía hablar y pedirle las cosas de buena forma, no ganaba nada con enojarse realmente.

— Lo intentaré. Gracias nana, ya me voy —se bajó de la silla y besó su mejilla para luego irse.

Al entrar a la sala, se encontró a Hyunjin sentado de piernas cruzadas muy apacible y silencioso. Cuando la vio, se levantó enseguida acomodando su traje y la siguió hasta la puerta principal.

Llegaron al auto y él adelantándose, le abrió la puerta cosa que ella le agradeció con una tenue sonrisa.

— Todavía no enciendas el vehículo —pidió ella cuando lo vio llevar el dedo al botón de encendido.

Hyunjin la miró por el espejo retrovisor con interrogante, así que la chica se acercó arrastrándose en el asiento para quedar bien cerca.

— Quiero que hagamos una promesa —declaró seria.

— ¿Una promesa? —repitió sin entender.

— Sí. Si tú prometes no herir a nadie en el instituto, yo te prometo no ser una molestia, no enojarme ni pedirte nada —propuso.

En ese instante, lo primero que se preguntó él fue a qué se refería con "no ser una molestia" ni "pedir nada". ¿No se daba cuenta qué justamente lo último estaba en toda su libertad de hacer? Y además, ¿una molestia? Vaya, al parecer ambos tenían conceptos distintos de esa palabra, porqué lo último que estaba siendo era justamente una molestia.

Ella se había molestado, sí, pero él en el fondo lo entendía, después de todo, había hecho algo que la perjudicó y, teniendo en cuenta sus sentimientos y postura sobre su encargo como cuidador, había ido en contra de eso.
Lo que menos quería era perjudicarla o molestarla, y eso era lo que justamente había hecho. Si Suni fuese una chica más dura y rígida, seguramente hasta lo hubiera insultado, y él lo hubiera aceptado sin quejas. Pero no, sólo se había enojado un día y ahora le pedía de buena forma que no volviera a repetir aquello, a la vez que le ofrecía algo que realmente él no había pedido, pues la chica era mejor compañía que todos sus antiguos compañeros juntos, y disfrutaba de aquello en silencio.

— No volverá a pasar si eso te preocupa —soltó él calmado, no queriendo aceptar realmente aquel trato... por muy estúpido que sonara.

Pero Suni no aceptó aquella respuesta, así que estiró su mano y le mostró su meñique silenciosamente.
Hyunjin miró su pequeño dedo y luego a ella nuevamente, cuando la castaña insistió en silencio moviendo el dedo frente al rostro masculino, el morocho no pudo evitar soltar una risa divertida y entrelazar, finalmente, su propio meñique con el de ella.

— ¿Ahora sí? —indagó él, todavía con amago de risa.

— Ahora sí, vamos —cedió ella sonriendo más tranquila. Se volvió a acomodar en su lugar y cuando el chico oyó el sonido del cinturón ya colocado, encendió el coche y retrocedió para ir al instituto.

Durante el camino fueron en silencio, pero de alguna forma ninguno iba incómodo o pensando como disipar aquello, era más bien agradar y cómodo.
Se bajaron al llegar y, al igual que el día anterior, ella se fue al salón mientras Hyunjin se quedaba en el salón principal en silencio.

En cierto momento, vio pasar a uno de los auxiliares de servicio caminando a paso rápido por enfrente de él, y Hyunjin lo miró hasta que lo perdió de vista al pasar por una puerta.

¿Por qué será qué dentro de las ciento cincuenta fichas no recordaba la de ese hombre?


 

[...]


 

Suni se encontraba en clases de Historia.
Cuando la profesora dejó de hablar, ella levantó la mano para llamar su atención.

— He olvidado mi libro, ¿puedo ir a buscarlo? —pidió. La mujer asintió y la chica enseguida se levantó de su silla y salió del salón a paso rápido.

Llegó a los desérticos casilleros y se apresuró a abrir el suyo, buscando su libro entre todos los demás.
Hizo un poco de caos, pero sonrió al encontrarlo así que lo colocó entre sus piernas para poder cerrar bien la puerta.

Repentinamente, una mano cubrió su boca mientras apretaba sus brazos y la jalaba. El libro se deslizó y cayó al suelo haciendo un sonido seco por la tapa dura, mientras ella era arrastrada un poco más lejos hasta la puerta que daba a las escaleras traseras.