"Odio"
Ese día la castaña se levantó algo temprano. Cuando bajó a la cocina, Mari recién estaba preparando el desayuno para todos.
— Buenos días, nana —saludó sonriente.
— Oh, buenos días. ¿Te caíste de la cama? —preguntó ella divertida.
Normalmente la chica bajaba cuando ya estaba todo servido, pero al parecer se había caído de la cama el día de hoy.
— Algo así —mintió.
Dios, no había podido dormir bien, había estado dando vueltas casi toda la noche. Por algún momento creyó que Hyunjin se metería a su cuarto como ya había hecho, pero por suerte no sucedió, no se hubiera aguantado las ganas de tirarle con la lámpara por la cabeza.
Fue hasta la nevera y sacó la leche, pero rápidamente recordó lo que había pasado, sin embargo Mari la miró y sonrió.
— Ya la probé, tranquila —aseguró.
— No tienes porque hacer eso, ¿y si te pasa algo? —reprochó ella preocupada. Nunca se perdonaría que su nana muriera por intentar cuidar de ella. Nunca.
— Ay hija, no pasó nada. Bebe tranquila —dijo gesticulando con su mano, despreocupada.
Suni la abrazó con cariño y enseguida sacó su tazón, los cereales y probó un poco de la leche luego de olerla para asegurarse. No notó nada extraño, así que se preparó tranquila su desayuno.
— Buenos días —saludó el recién llegado.
— Buenos días —respondió amable Mari.
—Hola —dijo Suni intentando no sonar borde o seca, pero joder, se le salió solo. Para disimular aquello, se volteó y le regaló una falsa sonrisa al morocho.
Guardó la leche y los cereales, agarró una cuchara y salió de la cocina sin decir nada. No pensaba desayunar ahí.
Fue hasta la sala y se acomodó en el sofá, agarró el mando y encendió el televisor comenzando a cambiar para encontrar algo llamativo, aunque siendo las ocho de la mañana la verdad lo dudaba.
Pasó un canal, pero rápidamente volvió hacia atrás y decidió dejar el documental de la vida marina. Le encantaban los documentales, y más de animales.
Cruzó las piernas sobre el sofá y sonrió viendo la pantalla, mientras se llevaba una cucharada de cereales a la boca.
— Oh, que bonito —dijo al aire, viendo el pequeño delfín.
Soltaba risas de ternura a cada rato, no podía evitarlo al ver aquello.
En cierto momento, Hyunjin se escabulló de la cocina y fue a la sala con ella. Se sentó a su lado, viéndola, pero Suni seguía atenta a la pantalla.
Se quedó mirándola un momento, esperando que ella volteara a verlo, pero lo único que hizo fue soltar una risita baja mientras levantaba la cuchara y comía otro poco de sus cereales.
Al instante el chico frunció el ceño con insatisfacción, ¿por qué mierda lo ignoraba? ¡Ella sabía que odiaba eso si venía de ella!
Sonrió torcido, miró hacia todos lados para asegurarse que nadie estaba cerca, y sin poder evitarlo manoteó la mano de ella y la entrelazó con la suya.
Suni al instante se tensó, pero enseguida apartó su mano y la usó para agarrar la cuchara que descansaba dentro del ya casi vacío tazón.
El morocho ya no lo soportó, así que agarró el mando y rápidamente le apagó la televisión.
— Oye, lo estaba viendo —se quejó ella, finalmente viéndolo.
— ¿Ahora sí me miras? —indagó molesto mientras alejaba el aparato de ella que intentaba sacárselo de las manos.
— Por Dios, ¿ahora no puedo ver la televisión?
— Pues no, porque estoy aquí, se supone que deberías estar prestándome atención. Sabes que odio que me ignores, Suni —se quejó como un niño pequeño mientras alzaba ambas cejas con pesar.
— Enciende el televisor —demandó ella, seria.
— No.
— Hyunjin, enciende el televisor —repitió entre dientes.
— No lo haré.
— Te lo advierto...
— ¿Qué? ¿Te tiraras encima mío? Pues hazlo, me encantaría, la verdad —soltó sonriendo ladino.
— ¿Por qué eres tan infantil? Madura, por favor.
— Soy maduro, pero contigo me sale el capricho —admitió divertido, sin embargo ella no se reía para nada —. Por favor Suni, no me ignores, sabes que lo odio —pidió.
— Olvídalo, seguro ya terminó —dijo finalmente. Se colocó de pie y se alejó yendo a la cocina.
— Suni —llamó desde el sofá, pero ella lo ignoró olímpicamente.
Al instante tiró el mando al otro lado del sofá y luego le dio un golpe a uno de los almohadones, frustrado.
¿Qué mierda pasaba?
No entendía nada, pero ciertamente se estaba cansando de aquello.
Se levantó de un salto y fue a la cocina, pero Suni ya no estaba.
— ¿Y Suni? —preguntó desde la puerta, viendo a la mujer.
— En el jardín trasero, creo que fue a limpiar la piscina —informó.
Él sin decir nada rápidamente corrió hasta el jardín, y a lo lejos pudo verla sacando las hojas de los filtros.
Se acercó a paso rápido y se quedó a su lado.
— ¿Me vas a decir qué te pasa? —soltó de pie, mientras la castaña estaba arrodillada al borde, con la mano en el agua sacando las hojas.
— No le veo lo malo a limpiar la piscina —respondió sin mirarlo, concentrada en quitar la hoja que estaba bien pegada —. Diablos, no quiere salir.
— No me tomes el pelo, Suni —advirtió entre dientes, aquella respuesta sólo consiguió molestarlo más —. Sabes muy bien de que hablo, desde ayer que me estás ignorando, ¡y lo odio! —bramó alterado.
Ella no pudo evitar sonreír de lado, pero rápidamente la borró y colocó su rostro más neutro y apacible.
Sacó la mano del agua y levantó la mirada, viendo a Hyunjin a su lado de pie.
— ¿Ya te vas a poner agresivo? —indagó. Al instante él suspiró, calmándose.
— Demonios, no, lo siento —dijo rápidamente, cohibido.
Ella se levantó del borde y lo miró.
— Yo solo intentaba leer mi libro favorito y ver un documental de la vida marina, ¿qué tiene de malo eso? —preguntó frunciendo el ceño.
Le iba a dar vuelta los papeles totalmente, y si era verdad eso de su control sobre él, entonces lo aprovecharía.