"Lo lamento"
Pasaban las horas y Suni no había salido de su encierro, no quería ver a la razón de su mal humor porque sería para peor.
Habían pasado tres horas y por suerte Hyunjin no se había acercado a su puerta, lo cual agradecía. No quería ni oírlo siquiera.
Salió al balcón y ahí se dejó caer pesadamente sobre el poof que tenía. Su cuerpo quedó hundido y ella se dedicó a ver el cielo claro.
Su móvil le marcaba las dos de la tarde, supo inmediatamente que no soportaría estar todo el santo día encerrada, así que se levantó decidida, salió del cuarto y fue hasta la puerta de su padre.
Golpeó un par de veces y entró cuando el hombre le cedió el paso.
— Quiero ir a tenis —dijo rápidamente, quedándose en la entrada con la puerta abierta.
— ¿Estás segura? —preguntó Jiso. Había creído que ella no pediría salir para nada.
— Sí, la próxima clase empieza a las dos y media, quiero ir.
El mayor se dio cuenta rápidamente que algo sucedía, pues la notó de mal humor y Suni normalmente pedía, no demandaba como lo estaba haciendo ahora mismo.
— Bien, le diré a Hyunjin que te...
— Deja a Hyunjin en su puesto, ¿no hay nadie más que pueda llevarme? —interrumpió enseguida. Ni siquiera eso quería con el morocho.
Déjalo padre, seguramente está metido entre las piernas de esa perra. No molestes al chico.
Jiso alzó las cejas con sorpresa.
— ¿Hay algo qué quieras contarme, hija? —indagó él con sospecha.
— Terminé de leer el libro —comunicó sonriendo de forma inocente causando que el hombre soltara un suspiro. Definitivamente algo pasaba, pero no iba a insistir si ella no quería contarle.
— Puedo decirle a Bangchan que te lleve —avisó apacible.
— Está bien, mientras no intente simular un secuestro otra vez... —susurró ganándose la mirada de reproche de su padre.
— ¿No vas a olvidarlo, verdad? —indagó resignado.
— Te quiero, papi. Me iré a cambiar, dile que me espere en la sala, por favor —pidió ya más tranquila, sonriendo divertida.
Jiso sonrió negando con la cabeza y simplemente le hizo una seña silenciosa para que se fuera. Cuando la chica cerró la puerta, marcó en el comunicador a su lado y llamó al chico que en ese momento estaba en otro lugar, supervisando el nuevo cargamento.
Suni entró a su cuarto y fue directo al armario para sacar su ropa de entrenamiento.
Se cambió con tranquilidad, peinó y ató su largo cabello castaño en una coleta alta para evitar la molestia del cabello en el rostro, se colocó las muñequeras y agarró su bolso. Salió del cuarto y caminó tranquila por el pasillo, bajó las escaleras y se quedó en la sala.
Chan todavía no estaba ahí, así que supuso que debía esperarlo. Dejó el bolso sobre uno de los sofás y se sentó en otro para esperar pacientemente al chico, pues aún quedaba tiempo y estaba segura que no iba a demorar mucho.
— ¿A entrenar? —preguntó Mari apareciendo.
— Sí, lo estoy necesitando —respondió sonriendo —. Tú descansa, te la pasas en la cocina.
— Es mi trabajo, cielo —se excusó riendo.
Suni negó con la cabeza y sonrió, pero al instante cambió la diversión por molestia cuando vio a Hyunjin aparecer por otro de los pasillos. Venía solo.
El morocho al verla, no pudo evitar quedarse estático en el lugar, repentinamente contuvo el aire un momento y su corazón se disparó lejos. Se acercó en silencio y gracias a eso Mari se despidió de ambos chicos y se alejó.
Hyunjin notó el bolso y su ropa, así que enseguida supo que se iría a entrenar, sin embargo Jiso no le había dicho nada sobre llevarla.
La chica lo ignoraba totalmente, ni siquiera lo miraba y encima se veía tranquila. ¿Acaso no le molestaba nada la situación entre ellos? ¿Al menos no iba a reprocharle? Estaba deseando fuertemente que ella le dijera algo, cualquier cosa, hasta un reclamo; no aguantaba que ella no le diera ninguna importancia como para pasar por alto algún insulto siquiera.
— ¿Qué haces ahí parado? Vete ya —soltó finalmente. La exasperaba que se quedara ahí, sólo mirándola como idiota.
— ¿Por qué no sabía que te irías a entrenar? —preguntó frunciendo el ceño, receloso.
Suni se encogió de hombros y no respondió.
—Suni, dime —exigió dando unos pasos.
Ella estuvo a punto de decirle que se fuera al carajo, pero en ese momento oyó la puerta principal y un juego de llaves resonar a lo lejos. Chan apareció al instante en la sala y Suni se levantó enseguida.
— Lo siento, el trafico —se excusó por la demora el recién llegado. Miró a la chica y luego al morocho.
— No importa, vamos —dijo ella agarrando su bolso.
Al instante, Hyunjin no soportó el impulso y la agarró de la muñeca impidiendo que ella siguiera caminando.
— No vayas con él —dijo molesto, demandante.
La adolescente iba a quejarse, pero recordó que Bangchan estaba ahí así que lo miró con una tenue sonrisa.
—Ya te alcanzo —avisó. El castaño entendió inmediatamente la indirecta, así que asintió y volvió a irse aunque no muy seguro. Suni tiró de su brazo, pero Hyunjin se negó a soltarla —. Suéltame —ordenó volteando a verlo.
— Dime que no irás con él.
Frustrada, la chica dejó caer el bolso y se volteó para intentar quitarse la mano de él que no quería soltarla. Con su otra mano agarró la del morocho e hizo el intento de alejar sus dedos, pero no hubo caso.
— Demonios, ya suéltame —exigió sin mirarlo.
— Por favor, no vayas con él —pidió ahora con la voz débil, suplicante —. Deja que yo te lleve, no hablaré ni molestaré, pero déjame ir contigo —rogó.
— No, odiaría ir en un lugar tan cerrado contigo. Déjame.
Al oírla, sintió esa opresión dentro de sí, acelerando su respiración. Se estaba sofocando.
— Suni, por favor, sé que hice mal pero no me hagas esto. No soporto que seas así conmigo —confesó en un susurro mientras se acercaba un poco a ella —. Lo lamento.