"Masacre"
Hyunjin no podía evitar mantener a flote su lado más cariñoso y cursi cuando estaba con Suni, era algo que no podía controlar. Simplemente no podía ser el clásico Hyunjin con ella, ese que es frío, borde, receloso, distante y muy callado, imposible con la adolescente.
— ¿Podrías quedarte quieto? —susurró ella ladeando el rostro ya que lo tenía pegado como una lapa y no dejaba de abrazarla desde atrás.
— ¿Por qué? Estoy cómodo —respondió fingiendo inocencia, cosa que la hizo sonreír resignada.
— Estamos en un lugar público —recordó.
— ¿Y qué? Nadie debería meterse, además, parezco de menos —dio por asegurado mientras sonreía de lado, convincente —. ¿De cuánto parezco? —preguntó por lo bajo mientras miraba hacia el frente, viendo como la fila avanzaba.
Suni avanzó unos pasos y parecía que lo llevaba colgando en la espalda como un mono.
— No lo sé, unos veintitrés —señaló ella encogiéndose de hombros —, te mantienes bien.
— Y bueno amor, no sé de qué te estás quejando entonces —bufó.
Suni sonrió, ese era su primer día de relación y ya le había agarrado el gusto a la forma de llamarla a cada tanto.
Finalmente llegaron al mostrador y el chico de la caja los recibió con una sonrisa esperando los pedidos de ellos.
— Dos del seis, por favor —dijo Suni mientras el morocho se quedaba en silencio.
Ella pagó… bueno, su padre en realidad, ya que el dinero era de él pero eso no importaba.
— Pueden tomar asiento, se les avisará del pedido en breve —avisó el joven. Suni asintió agradeciendo y se fueron a sentar luego de recibir el número que les tocaba. Tenían para rato, ellos eran el sesenta y ocho y recién iban por el cincuenta y dos. Joder, y ella ya se moría de hambre.
Se sentaron en una mesa contra la ventana.
Estaban en un patio de comida del centro comercial que ahora mismo estaba algo lleno, por eso tanta demora.
Suni había cumplido y habló con Jiso para que dejara ir a Hyunjin con ella, a lo que su padre casi le explotó la cabeza; primero que no quería que el morocho la llevara a su entrenamiento y ahora que le pedía para que la llevara al centro comercial.
Le cedió el permiso rápidamente ya que estaba con demasiadas cosas en la cabeza y no quería discutir con su hija por no dejar ir al chico con ella.
— Mujeres, tan complicadas que sean —fue lo que dijo el mayor.
Suni se quitó la chaqueta y la colgó detrás de ella. Cuando devolvió la vista al frente encontró la intensa mirada oscura del chico.
— ¿Qué miras? —indagó ella intrigada.
— Nada —respondió mientras sonreía y desviaba la vista algo tímido.
La castaña sonrió.
— Me gusta tu lunar —dijo de la nada mientras lo señalaba — es lindo.
— Eso quiere decir que te has fijado bastante —comentó sonriendo de lado.
— Un poco, sí —admitió sincera. Al instante sonrió divertida —. Apuesto que Suzy la está pasando bien, ¿no? —soltó riéndose por lo bajo, no podía evitar burlarse de la vieja pelo paja.
— ¿Tienes qué pensar en ella justo ahora? Digo, no quiero que te estés amargando en nuestra cita por pensar en ella —bufó con reproche.
— No puedo evitarlo, es divertido molestarla —dijo ella riéndose, pero a él no le causaba mucha risa, no quería ni pensar en la pelinegra porque rápidamente sentía que todo el buen humor se le iba a la mierda. Suni lo notó algo frustrado, así que estiró la mano y acarició su rostro suavemente —. No te enojes, ya no hablaré de ella. Tienes razón, no quiero que se me vaya el hambre —comentó sonriendo.
Hyunjin agarró la mano femenina y le depositó un casto beso causando la sonrisa de ella.
En ese momento Suni logró ver que estaban en el número sesenta y siete, así que se quedó mirando atenta hasta que cambió al de su pedido y se levantó para ir a buscarlo.
— No te muevas —dijo él mientras la imitaba y se le adelantaba. Lo vio ir hasta el mostrador y no aguantó la risa cuando lo vio meter todo en una sola bandeja para no hacer dos viajes.
— Si será... —musitó entre risas mientras negaba con la cabeza.
El morocho se acercó a la mesa de nuevo y depositó la bandeja en donde estaban ambos pedidos.
— Hubiéramos ido los dos —dijo ella.
— ¿Para qué? Si igual entró todo en una, las hamburguesas realmente son súper... súper pequeñas —dijo viendo la miniatura esa.
Suni soltó una carcajada cubriéndose la boca para no reírse como loca por las palabras y gestos del morocho. Le causaba gracia y ternura que se comportara como un nene.
Ella abrió su hamburguesa y comenzó a echarle aderezo mientras Hyunjin bebía de su vaso. Al menos era tamaño grande y no iba a morirse de sed, pero no podía decir lo mismo de su comida.
Pasó la vista por los alrededores, hasta que se topó con una mesa en donde habían cinco tipos hablando entre ellos. Soltó el sorbete y miró a Suni que estaba llevándose su hamburguesa a la boca.
— Suni, ¿ves la mesa de los tipos de allí? En la otra punta —dijo depositando el vaso sobre la mesa.
Ella ladeó el rostro fingiendo que se estaba rascando la nuca y rápidamente pasó la vista por ahí, encontrándose con ellos.
— Sí.
— Son hombres de Sander, seguro vienen por tí —comunicó dejando todo de lado.
— ¿Qué? ¿Estás seguro? —preguntó ella preocupada y asustada.
— Oye, no te preocupes —dijo rápidamente mientras le sonreía —, no pasa nada. Sander tiene respeto por los lugares públicos, así que no tienen armas, sólo están esperando que nos movamos —comunicó tranquilo mientras agarraba su hamburguesa.
— ¿Cómo lo sabes?
Al instante, se quedó callado. ¿Qué iba a decirle? "porque trabajé con él durante años y, ¿sabes qué? Fui yo el que te dio esa botella de agua cuando estuviste secuestrada, por eso después fui con Jiso cuando supe que buscaba a alguien para cuidar de tí", no, ni hablar. No podía decir aquello, arruinaría todo de nuevo.