"Ataque de celos"
Habían pasado algunos días y las cosas en la casa seguían igual; Suni y Hyunjin seguían en las suyas, Mari intentaba acostumbrarse a verlos juntos, Jiso seguía con sus asuntos turbios, Sun Hee se dedicaba de lleno a sus proyectos y Suzy aguantaba las ganas de matar a la menor.
Estaba que se la llevaba el diablo cada vez que se acordaba de aquello:
— ¿Qué quieres, mocosa? —escupió con altanería cuando vio a Suni entrar a la sala de seguridad, sonriendo.
— Sólo venía a decirte que de ahora en más sólo tú estarás a cargo de la seguridad —comunicó con fingida amabilidad, no podía evitar mofarse de la pelinegra.
— ¿De qué hablas? ¿Y Hyunjin? —preguntó colocándose de pie con urgencia.
— Pues... papá le devolvió su puesto como guardaespaldas y ahora estará conmigo.
— ¿Fuiste tú, cierto? ¡Tú le pediste eso!
Suni sonrió ladina y comenzó a negar con la cabeza.
— No, no, no... bueno, sí, fui yo —terminó diciendo entre risas de burla. Se volteó y se dirigió a la puerta otra vez —, por favor, haz bien tu trabajo, no quisiera que papá te echara por ser una incompetente.
Y sin decir más, salió de ahí dejando a una furiosa chica con instintos asesinos.
— Maldita cría, se está volviendo un dolor de trasero —masculló mientras sus dedos golpeaban sucesivamente sobre la mesa de su lugar de trabajo. Se moría de aburrimiento, al menos con Hyunjin no se sentía tan sola ahí.
Por su lado, ambos chicos estaban en la habitación de la menor ya que ella se encontraba en pleno resfriado.
El morocho estaba sentado en el suelo mientras su cabeza estaba recargada sobre ambos brazos, mirando a la castaña.
Ella no quería que estuviera tan cerca ya que no quería contagiarlo con la gripe.
Su nariz se frunció y al instante volteó el rostro hacia el otro lado para soltar el estornudo que hasta le hizo doler el pecho. Sorbió la nariz y se limpió.
— Dime que te traigo —dijo él preocupado. Suni se veía fatal; estaba pálida, parecía un payaso con la nariz roja y encima sus ojos estaban demasiado brillantes por la acumulación de lágrimas gracias a los constantes estornudos.
— Nada, estoy bien —dijo, y al instante se cubrió la boca para toser.
— Sí, muy bien —soltó rodando los ojos en total desacuerdo.
— Sólo quédate ahí, ¿sí? No quiero contagiarte.
— Pero Suni, no me hace nada una gripe, no es justo que me obligues a estar aquí sentado —se quejó mientras hacía un mohín apoyando el mentón sobre el colchón.
— En otro momento eso te hubiera funcionado, pero esta vez no —rió ella.
Hyunjin chasqueó la lengua con frustración y se mantuvo en el lugar. Quería acostarse con ella, pero Suni no lo dejaba y a él le importaba una mierda contagiarse. Ella lo cuidaba más que él mismo, y eso le causaba más ganas de abrazarla.
Se quedaron en silencio un momento, hasta que alguien tocó la puerta y la chica se alarmó. Abrió los ojos con alerta mientras él miraba la puerta con intriga. La fémina le hizo una seña de silencio.
— ¿Quién es? —preguntó sentándose en la cama.
— Soy yo —anunció la voz de Bangchan.
— ¡U-un minuto! —gritó nerviosa.
— ¿Qué mierda tiene que hacer aquí ese imbécil? —susurró Hyunjin viéndola mal, no pudo evitar la ola de celos.
— No lo sé —susurró ella entrando en la histeria. Se levantó rápidamente y Hyunjin la imitó —. Rápido, escóndete —demandó empujándolo hacia el balcón.
Si Chan veía al morocho ahí, seguramente le contaría a su padre, mejor tomar precauciones.
Hyunjin fue de mala gana. Se quedó del lado de afuera y esperó en silencio.
— Pasa —cedió Suni tirándose en la cama y cubriéndose rápidamente.
Al instante la cabeza castaña del chico se asomó por la puerta y al verla tapada hasta la cabeza le sonrió y entró al cuarto, cerrando la puerta detrás de sí.
Suni rogaba para que Hyunjin no fuera vencido por los celos y terminara saliendo para armar un escándalo.
— Hola —saludó ella con una sonrisa.
— Me enteré de que estabas enferma y pensé en venir a ver si necesitabas algo —dijo él de pie al lado de la cama.
— Oh... n-no, sólo debo descansar —dijo nerviosa mientras se cubría un poco más arriba, casi tapándose la boca para que Chan no viera su sonrisa nerviosa y el ligero tic en la comisura de su labio.
— De acuerdo, si necesitas algo, puedes decirme —concedió amable el chico —, descansa.
— Lo haré, gracias.
El castaño se volteó y caminó tranquilo hasta la puerta, luego salió dedicándole una última sonrisa a la chica. Rápidamente soltó el aire cuando la puerta se cerró, y Hyunjin volvió enseguida a la cama.
Hervía en celos y rabia, no quería que ese idiota estuviera cerca de Suni, además, ¿quién se creía qué era para decirle aquello? Si alguien debía cuidarla, era él mismo.
— Si nicisitis ilgi pidis dicirmi —dijo de mala gana imitando al chico que acababa de irse.
Suni soltó una carcajada y al instante comenzó a toser.
— N-no puedo creer que hagas eso —comentó ella con amago de sonrisa.
Por Dios, era un hombre adulto y le hacía burla como si fuera un nene pequeño. Definitivamente, Hyunjin no tenía la misma edad mental.
— ¿Por qué te ríes? ¿Acaso te agrada el idiota ese? —acusó ofendido todavía estando de pie. No podía evitar ponerse receloso al instante.
— Pues sí, no es malo —admitió sincera ella, sentándose en la cama.
— Pues no quiero verte con él, me enferma —escupió con enojo.
— Estás exagerando —señaló la castaña en un suspiro —, sólo fue amable y no intentó nada, ¿te calmas?
— No me calmo nada. Primero, no tiene porqué ser amable contigo y ofrecerte algo, para eso estoy yo. Segundo, no debería ni dirigirte la palabra, no lo tolero y mucho menos me agrada que te hable. Y tercero, odio que te agrade —soltó rápidamente cruzado de brazos.