"Orgullo a un lado"
Se dejó caer pesadamente en el sofá de la enorme sala. En ese lugar la soledad se sentía más severa y pesada, peor que antes.
Había llegado recién a su nuevo hogar. Había ido hasta la oficina del Sr. Lee, el abogado de su padre, para hablar con él y pedirle la llave de alguna propiedad. Por supuesto, él no se negó y al contrario, le mostró lo feliz que estaba de verla después de lo sucedido.
La verdad es que la policía buscaba a Suni por la masacre de su familia, y él lo sabía, por eso le había dado el piso loft para que ella pudiera estar tranquila.
Ella le agradeció, también le agradeció el número de Chan pues el hombre lo conocía y le facilitó el contacto a la chica.
Por eso mismo ahora Suni miraba el papelito entre sus dedos con aquel número, debatiéndose entre llamar o simplemente no hacerlo.
Suspiró con anticipación. Estiró la mano y manoteó el teléfono inalámbrico de la pequeña mesa al lado del sofá y marcó el número con dedos temblorosos, dudosa.
Uno, dos, tres, cuatro timbrazos, pero no hubo respuesta. Cortó con algo de desilusión, sin embargo no se rindió e intentó por última vez.
Uno, dos...
— ¿Hola? —esa era la voz de Chan.
— Chan —pronunció con algo de pena, sentía que estaba molestando.
¿Por qué acudía a él? Ni siquiera eran amigos. El chico la había ayudado un par de veces, pero no tenían una relación estrecha. No podía evitar pensar en Hyunjin, era inevitable; el morocho se ponía como loco cuando ella mencionaba al castaño, y aquello le había creado una especie de marca personal que la hacía recordar al pelinegro.
— ¿Suni? Diablos, ¿estás bien? Te he estado buscando —la voz habló rápidamente, con ansiedad y un toque de alivio que la hizo sonreír ligeramente.
Quizá no había hecho mal en llamarlo.
— Estoy bien, yo... sentí la necesidad de llamarte, no lo sé, quería saber si estabas bien —comunicó.
Oyó el suspiro al otro lado.
— Lamento lo que pasó, yo no estaba ahí —admitió con pesar —, pero haré lo que pueda para averiguar quien lo hizo, no te preocupes. ¿Estás sola? ¿En dónde estás? ¿El imbécil de Hyunjin está contigo?
Al instante ella se mordió el labio con tristeza.
— ¿Puedo confiar en tí? —preguntó seria.
— Claro que sí.
Dudó unos segundos. Luego de lo sucedido con Hyunjin, sentía que no podía confiar en nadie pero lo había oído tan sincero y convincente que la duda se disipó tan rápido como apareció.
— Estoy en el loft del edificio Park —avisó.
— Quédate ahí, iré enseguida.
— De acuerdo —susurró. Alejó el aparato de su oído y cortó la llamada, soltando un suspiro.
Se quedó en el lugar cerrando los ojos, no tenía ganas de hacer algo realmente, seguía afectada por lo acontecido hace no mucho tiempo atrás.
No podía evitar echar de menos a Hyunjin, después de todo él había sido como su sombra y ahora que no estaba con ella se sentía mal. Se había acostumbrado a tenerlo cerca, y ahora realmente estaba muy lejos.
Aspiró y expiró por la nariz de forma aburrida y tranquila mientras esperaba a Chan.
Al cabo de una media hora, la puerta sonó y ella se levantó de un salto.
Revisó por la mirilla y se encontró con el perfil de Chan, así que abrió la puerta y él entró enseguida mientras daba unos rápidos vistazos al pasillo, asegurándose de que no haya nadie.
Estaba más paranoico que la adolescente.
— ¿Estás bien? —preguntó cuando hubo cerrado la puerta detrás de sí. Ella asintió en silencio sin saber muy bien que decir ahora que lo tenía enfrente, pero al instante el castaño la abrazó y Suni cerró los ojos con alivio al sentir a alguien con ella —. Te estuve buscando, me preocupabas —admitió.
— ¿Por qué? No teníamos una relación cercana —dejó ver ella, extrañada.
— No lo sé, sólo me sentía preocupado —repitió sonriendo. Movió la vista por todo el lugar esperando ver a Hyunjin, pero no había rastro de éste —. ¿Hyunjin está contigo? —preguntó extrañado, pues era la primera vez que la veía sin el loco.
— Oh, él... —Suni vaciló un momento, pero terminó suspirando rendida y se acercó al sofá nuevamente. Se sentó y vio como Chan se situaba sobre la mesa ratona para quedar frente a ella y verla con atención —. Fue él... Hyunjin fue quién permitió la entrada a los matones —aspiró con fuerza para aguantar el nudo en la garganta. De sólo mencionarlo, se sentía pésimo otra vez.
— ¿Hablas en serio?
— Claro que sí, lo vi yo misma en las grabaciones de las cámaras.
Chan al instante alzó una ceja con extrañeza al oírla.
— ¿Cómo obtuviste las grabaciones? Yo volví a la mansión e intenté ver las cámaras para saber que pasó, pero faltaban todas las grabaciones —comentó.
Suni lo miró.
— Es obvio que alguien las tomó.
— ¿Te estabas quedando en casa de Hyunjin? —preguntó rápidamente.
— Sí.
— ¿Alguien sabía qué te estabas quedando con él?
— No que yo sepa —respondió pensativa —. ¿Tú no sabes dónde vive, verdad?
El castaño negó lentamente en silencio.
— Tú sabes lo mal que nos llevamos, ni siquiera sé donde vive, ni me interesa —Suni asintió creyendo en él, pues en eso tenía razón; ellos tenían odio mutuo, y además tampoco era como si se conocieran de hace mucho. Abrió la boca para decir algo más, pero Chan rápidamente habló —. Suzy, ella sabe donde vive.
— ¡Oh! Es cierto... —susurró, pero enseguida lo miró con recelo —, un momento, ¿cómo sabes eso?
Suni vio como Chan desviaba la vista con algo de diversión oculta.
— ¿Te la has tirado? —preguntó directa, con asombro.
— No, no... bueno sí, sólo una vez —admitió, pero la adolescente inclinó el rostro sin creerle —, quizá dos —agregó rascándose suavemente el mentón.
— Chan...
— ¡Bueno, de acuerdo! Fueron muchas más, pero eso no importa —aseveró enseguida fingiendo molestia.