Sebastian
Tía Anyka regresa con tres tazas de té de lavanda. Siempre ha sido una señora muy dulce, aunque un poco estricta.
— Es un honor conocerte Andromeda. —dice con su fuerte acento ruso— Irina siempre hablaba de ti cuando éramos jóvenes, fue tal la coincidencia cuando se casó con un descendiente del linaje Strovos. Ella afirma que una vez te conoció cuando estaba embarazada de Sebastian. No se dio cuenta quien eras hasta que me llamó. Dijo que un accidente automovilístico ocurrió justo frente a ella, se asustó tanto que temía haber perdido al bebé. Me dijo que una chica y su madre se acercaron a ayudarla y la señora la calmó diciéndole...
— El bebé está bien. —termina Andromeda con una gran sonrisa en su rostro— Fue uno de los pocos días donde vi a Lyudmila sin su máscara de piedra.
Que pequeño es el mundo. Al parecer Andromeda y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo. Después de una hora de hablar con Tía Anyka, está se despide y se va a dormir a su habitación al fondo del pasillo.
— Deberíamos ir a dormir, mañana los quiero llevar a primera hora a Galitskogo.
Ella asiente y me sigue con Lukah completamente dormido en sus brazos. Subimos la escaleras y nos llevo a la habitación de Lukah. Andromeda lo pone cuidadosamente en su cuna, le da una suave caricia en el rostro y me da espacio para despedirme. Le doy un delicado beso en la frente y salgo de su habitación. No sin antes encender el monitor para bebés.
Entramos a la habitación principal y empiezo a desvestirme en busca de algo más cómodo, lo hago frente a Romy, me gusta ver como su expresión cambia por completo. Se acerca a mi lentamente y pasa sus manos por mi abdomen.
— Así que esta es tu habitación.
— Nuestra habitación, preciosa. —sus manos suben hasta mi cuello y me acerca a ella. Su cara tiene la sonrisa más arrogante que he visto en mi vida.
Y se ve jodidamente caliente.
— ¿Y cómo quieres estrenar nuestra cama? —ahora pasa sus manos por mis rostro y tira de mi labio con su pulgar. Le doy una sonrisa pícara y tomo su mano por la muñeca apartándola.
— Durmiendo muñeca. —digo y le doy un pequeño golpecillo en la nariz— ¡Bop!
Intento no reírme cuando la veo fruncir el ceño y sacar su labio inferior, parece una niña que no le dieron el dulce que quería. En este caso el dulce soy yo.
— ¿Me dejarás caliente Sebastian? Eso no es muy caballeroso.
Suelto una carcajada y me lanzo en la cama dándole a entender que no haré absolutamente nada esta noche. Romy me mira desafiante y se desviste quedando en solo ropa interior de encaje morado.
— Creo que hoy dormiré así. —se acurruca junto a mi presionando sus pechos contra mi.
Mierda.
— Te vas a congelar muñeca. —se queda unos minutos en silencio antes de responder.
— Tienes razón. —se levanta y busca una pijama mía con la que dormir.
Ambos nos reímos cuando regresa y vuelve a acurrucarse en mi pecho.
•••
— ¿Cómo amanecen chicos? —le pregunta Romy a Malcom y Jade mientras le da de comer papilla de manzana a Lukah.
— Bien, aunque tuvimos una pequeña discusión anoche. —contesta Jade de manera muy civilizada, Malcom se voltea hacia ella y le lanza una mirada asesina.
— ¿Pequeña? Esta "pequeña" psicópata me lanzó un maldito jarrón a la cabeza.
— ¡Solo fue porque ambos queríamos la habitación que daba al jardín! —se defiende Jade.
— No hermanita, yo solo quería la habitación más lejos de los tortolitos. —me atraganto con el café e intento disimularlo.
— ¿Por qué?
— ¡Por nada! —le decimos Romy y yo al mismo tiempo.
Después del desayuno todos nos dirigimos al parque Galitskogo excepto la Tía Anyka, hoy es su dia de descanso según Hécate. Debería preguntarle sobre ese tema después, Dahlia no cerraba lo boca sobre la maldita Hécate.
Paseamos por los grandes jardines cuando ya no soporto la idea que me ronda la cabeza desde que vi a Romy con mi hijo en sus brazos.
— Malcom vayan a echarle un vistazo al invernadero. Lleva a Lukah contigo. —él entiende lo que quiero decir y se lleva a su hermana y la carreola de Lukah.
Llevo a Andromeda a un campo lleno de toda clase de flores púrpuras. Nos sentamos en una banca y apreciamos el hermoso paisaje. Las palabras salen de mi boca antes de que pueda encontrar una forma más poética de decirlas.
— Creo que te amo. —mi vista se mantiene fija en las flores. Me aterra su reacción, pero cuando siento sus labios sobre los míos el temor desaparece.
— Yo también creo amarte. —siento como si todo el mundo fuera mío. Como la persona más afortunada del universo.
Romy le envío un mensaje a Malcom diciendo que los vendrá a buscar uno de mis hombres y que cuiden bien de Lukah. Entramos a la casa apresurados y con cautela de que mi Tía Anyka no nos pille o nos dará una larga charla de los pájaros y las abejas.
Cuando llegamos a nuestra habitación comienzo a desvestir a Romy y ella a mi. Mi manos viajan a sus muslos y hago que salte y enrolle sus piernas alrededor de mi cadera. Siento que mi corazón va a explotar, esta mujer hace que me vuelva loco. Cuando ya no tenemos nada puesto la miro y le doy un tierno beso en sus hermosos labios.
— ¿Estás segura que quieres hacer esto? —quiero cerciorarme de que ella no se arrepienta de esto.
— Nunca estuve más segura de nada.