Al año lo descubrí, yo no era la única para ti; mi persona era solamente a la única que trataban mal. Lo negaste una y mil veces, me trataste de loca y culpaste a mis problemas. Me dijiste insegura y llamaste a mi cordura locura. Para cerrar todo te pedí perdón por todo, yo te pedí perdón.
Sinceramente no me culpo por haber hecho lo que hice, cuando te aferras a alguien no lo quieres soltar por más daño que te haga. Yo estaba muriendo, pero él me sostenía; mi mente me estaba abandonando y solamente él era mi ancla al suelo.
Una vez que solté las palabras, en tu cara vi satisfacción ¿Acaso alguien podía ser así de cínico? Sí, tu podías ser así y peor. Te reíste ante mi idea de dejarte y enfureciste cuando te corrí de mi casa.
Paraste con tu pie la puerta, cuando la estaba por cerrar, y entraste nuevamente. Hiciste algo horrible y lo sabes, me dañaste y lo sabes, me terminaste de matar por dentro y lo sabes.
¿A caso era la culpable de todo? La respuesta a esa pregunta siempre sería sí.
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Editado: 07.02.2019