AMAR DELVEY.
Si me preguntan en este momento ¿Qué fue lo que pasó? les respondería de la forma más tranquila que no lo recuerdo; les mentiría. Cuando abrí mis ojos estaba rodeada de un color blanco y con mucho ruido a mi alrededor, mi mamá estaba a mi lado con un semblante de preocupación. Recordaba cada detalle de lo que pasó en los vestidore, eso nunca lo olvidaría fue solo que fingí hacerlo, las preguntas y los dramas, obtener explicaciones que mi pequeña mente no podía entender no era algo que deseara, solo seguí las instrucciones de la doctora, me porte lo mejor posible, hablaron conmigo acerca de ir con un psicólogo que me ayudaría a hablar de ese tema más cómodo.
La repulsión que me causaba las mentiras de mi madre no me dejaban dormir en las noches, soñaba una y otra vez con ese maldito video que se convertía en mi verdugo mental, desarrolle una intolerancia a las mentiras que solo el hecho de pensar en una revolvió mi estómago pero aún así mentía de la forma más tranquila e inocente ante los ojos de los demás cuando decía una y mil veces que estaba bien y que no tenían que preocuparse. Pienso que la mentira principal era mucha carga para mi y fue por esa razón que sentía un gran alivio cuando era completamente honesta en otros ámbitos, las verdades pequeñas quitaban un poco peso de mi mentira principal, ya que con esa era suficiente como para agregarle peso a algo que no podía cargar.
En la semana que estuve en casa no quise salir, Mate llegaba después de clases a llevarme la tarea, siempre a su lado me comporte de la misma forma que solía ser, fingir ser la misma Amar era parte de la mentira principal así que supe cómo lidiar con eso muy bien. Cuando la semana de descanso forzado terminó volví al instituto donde mis jueces me juzgaban de la peor forma, tenía que tener dentro de mi mucha fuerza de voluntad para no quebrarme, de verdad sus comentarios lastimaban cada parte de mi autoestima, de mi fortaleza mental y física.
Por mi lucha desesperada de seguir mi vida de la misma forma accedía a ir con Mate al campo a ver sus entrenamientos, podía notar como él se iba sintiendo más cómodo con ese ámbito de popularidad, su físico iba cambiando, del chico gordito con el que pase los mejores años de mi infancia ya no iba quedando nada, ahora un chico un poco más delgado que se vestía bien, que se tomaba su tiempo para arreglar su cabello, era un Mate que no podía reconocer y que se iba convirtiendo en sus amigos a los cuales no podía tolerar.
Un día mientras Mate estaba en su entrenamiento fui por un poco de agua para él ya que sabía que el sabor del agua del grifo no era mucho de su agrado, al volver mire a tres chicos de tercer año sin camisa secando su sudor cerca de mi mochila la cual había dejado por la prisa. Obviamente como no me agradaban decidí ir a traerla para ir a sentarme a otro lugar, no quería tener nada que ver con ellos, quería mantenerme lo más alejada posible.
Pero cuando estaba a unos pasos de ellos detuve mi paso de golpe al escuchar mi nombre, me regrese y me escondí detrás de las gradas.
—Deja eso ahí —le pidió el chico pelirrojo con pecas al otro quien tenía el cabello super largo al ver que intentaba abrir uno de los comportamientos.
—¿Esa niña de la que hablas es la hija de la Xiomara Delvey? —pregunto un chico ojos azules sacando uno de mis libros.
—Si, es la niña con la que anda Mateo el nuevo de primer año —explicó el pelirrojo tomando un poco de agua pero ninguno de sus dos amigos parecía recordarlo—. El hijo del alcalde —agregó logrando que finalmente entendieran.
—Ah sí la recuerdo —respondió el del cabello largo ojeando cada una de las páginas.
Todo mi ser quería dejar de seguir escuchando pero mis piernas no estaban de mi lado ese día, no podían dar ni un paso hacia atrás ni hacia adelante. Solo podía seguía ahí, escuchando mientras mi corazón palpitaba con desesperación.
—Aquel día estuve viéndola detenidamente y te digo viejo esa niña va a ser igual que su madre —dijo el pecoso lamiendo sus labios.
Yo solo pude tapar mi boca reteniendo mis lágrimas. Nunca en mi vida había sentido esa repulsión al ser comparada con mi madre.
—Si, es muy linda y cuando desarrolle tendrá un exquisito cuerpo —dijo el ojos azules lastimando cada vez más mi autoestima.
—¡Amar! —dijo la voz de un hombre detrás de mí provocando que los chicos voltearon y se percataron de mi presencia—.¿Amar que te pasa? —me preguntó el dueño de la voz la cual resultaba ser del entrenador.
La cara de los chicos era de sorpresa y arrepentimiento vergonzoso al ser descubiertos mientras yo no podía pronunciar palabra alguna por el nudo ubicado en mi garganta que me hacían difícil el respirar, llena de miedo y dolor me aferre al torso del entrenador y comencé a llorar, sus palabras habían sido como navajas en mi corazón que no podría olvidar nunca.
—¿Qué le hicieron? —les gritó con su voz ronca, Yo cerré aún más fuerte mis ojos, quería que todo fuera una pesadilla de la cual ya deseaba despertar.
—Entrenador nosotros...
—¡Vayan a mi oficina ahora! —el dolor de cabeza por llorar se iba haciendo presente el cual cada vez más se hacía más insoportable—. ¿Amar hija dime que te hicieron? —me pregunto con un tono paternal que yo nunca había tenido.
—Entrenador Sánchez yo no quiero ser bonita —fue lo único que pude pronunciar antes de volver a romper me en llanto. Toda esa situación se hacía cada vez más y más insoportable para mi frágil espíritu.
Después del incidente le rogué al entrenador que me permitirá volver a casa, él accedió totalmente preocupado hasta el punto de ofrecerse a llevarme a casa. Aunque quería estar lo más pronto posible en mi cuarto lo tuve que esperar unos minutos en el estacionamiento hasta que llegó con un permiso del director en el cual decía que podía faltar. Agradecí mentalmente al entrenador que no quisiera hablar más del tema ya que si me lo preguntaba una vez más probablemente soltaría mi lengua honesta y le contaría todo.