Alex
—¡Feliz navidad!—los gritos de la gente empiezan a llenar el lugar, los pequeños regalos se acumulan en las mesas. La casa ya esta llena y faltan todavía algunas horas para la media noche.
Me encuentro esperando que llegue. Siempre esperando que entre por la puerta.
La gente empieza a entrar a la casa, emocionada por los pocos minutos que faltan para la media noche.
Miro mi celular una vez más, viendo como en las últimas horas, entre bebida y bebida, con mucho esfuerzo de escribir las palabras correctas mientras mis ojos se opacan, lleno su caja de mensajes.
El número de llamadas también llegan a un número que no logro recordar. Como si alguien más hubiera jugado con mi teléfono y no haya sido yo el que haya marcado cada uno de los números de su teléfono, una y otra vez.
Algo en mí me decía que algo estaba mal, pero el miedo a que fuera verdad era mayor como para salir corriendo de casa para buscarla.
Porque eso la ahuyentaría ¿no?
A pesar de todas esas semanas ella no se ha abierto para nada, evade mis preguntas y finge no escucharme cuando no quiere responder.
Así que ir tras ella haría que huyera más ¿verdad?
¿La mención de un regalo la había asustado tanto?
Los regalos eran normales en estas fechas. Hace muchos años también intercambiamos regalos, así que ¿por qué?
El grito de las personas me sobresalta. Veo la hora y noto que esos pocos minutos hacia la media noche ya han llegado a ser inexistentes.
La pequeña caja en mi bolsillo parece más pesada que nunca.
Char
Mis nudillos están tan blancos mientras que mis manos están sobre la manija de la puerta. Tratando de evitar que esta se abra. Aunque el seguro este puesto el miedo por escuchar que se abra es más fuerte.
El ruido de vidrio quebrándose abajo hace que me sobresalte. Mis ojos no se cierran por miedo a la oscuridad, me obligo a mantenerlos lo más abiertos posibles. Siempre alerta ante el ruido de pasos que puedan acercarse.
Me dejo caer en el suelo cuando el silencio reina el lugar, mis manos tiemblan, débiles por el esfuerzo de una cantidad de tiempo que no sabría identificar.
Miro mi cuarto destrozado, mis sabanas en el piso, los cajones arrancados de la mesa de noche, mi computadora en el suelo, completamente estirada boca arriba, las cortinas están desgarradas, agua inunda todo poco a poco, proveniente de la tubería rota del baño.
Dos pequeñas y heladas lágrimas corren en mis mejillas, viendo como la luz de la luna es lo suficientemente fuerte como para iluminar una parte de mi cuarto.
Mis ojos se abren abruptamente, asustada al desorientarme.
Me quejo al sentir un leve dolor de cuello y espalda, me doy cuenta de que sigo acurrucada, frente a mi puerta.
Mi ropa esta mojada, el agua ha llegado hasta la mitad de la habitación.
Me levanto con cuidado, sintiendo como mis pies mueven el agua.
Agarro mi computadora, que ya ha sido alcanzada por el agua, sin molestarme en tratar de revivirla.
Esta rota.
Todo en ese cuarto lo esta.
Palmeo mis bolsillos delanteros de mi pantalón buscando mi celular, lo saco aliviada al ver que no se ha mojado.
Muerto.
Busco con la mirada mi reloj de mesa, encontrándolo bajo la cama, a nada de ser mojado por el agua que camina lentamente.
Roto.
Suspiro dejándolo caer.
El sonido proveniente de afuera de mi ventana me deja quieta.
Luces rojas, azules y verdes invaden mi cuarto.
El grito lejano de las personas me dan a entender que tanto he dormido.
—Ya es media noche.—susurro, sintiendo como mi barbilla empieza a moverse.
Dejo salir el aire con angustia, gateo hasta la puerta, empapando por completo mi pantalón, agarro la chaqueta que no es más que un bulto de tela mojada.
Busco desesperada, en todos los bolsillos hasta que lo encuentro.
El papel que envuelve al chocolate esta totalmente desecho.
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Editado: 06.03.2024