8 de Noviembre de 2014.
-Señorita despierte, señorita por favor despierte, debe huir ahora. - susurró angustiada una voz.
Abrió los ojos lentamente, cuando pudo enfocar bien vio a su nana observándola con desesperación. Sabía que ese día llegaría era ahora o nunca, se levanto apurada no hacía falta cambiarse dormía preparada para una huida inminente, tomo una pequeña maleta y su cartera donde todos sus documentos se encontraban listos, un poco de dinero que obtuvo de los objetos que vendía a escondida no le quedaba nada de lo que sus padres le obsequiaron, pero la esperanza de un futuro mejor lo valía.
Sentía la adrenalina correr por sus venas como un volcán arrasando todo a su paso, nada la detendría a lograr sus objetivos. Se sentía dichosa por el simple hecho de ser capaz de huir de ese lugar y buscar algo mejor, no importaba lo que la vida le pusiera en frente al fin seria libre de tomar sus propias decisiones y después años de reprimirse se permitió llorar, por todo lo que sufrió, lo que tuvo que callar y aguantar, también lloraba de felicidad, se sentía como un bebé dando sus primeros pasos descubriendo todo, daba sus primeros pasos hacia una libertad relativa, pero jamás descansaría hasta obtener la absoluta.
Sandra y Robert White la mantuvieron encerrada desde el momento que llego a la finca, no podía salir jamás al patio, ni hablar con nadie del personal, la única con quien mantenía relación era su nana Angela, pero el tiempo que pasaban juntas era muy limitado. Le traía libros a escondidas que su nieto ya no usaba, tenia la misma edad que ella, así buscaba la forma de aprender cosas. Sabia leer gracias a su padre que desde muy temprano le había enseñado el arte de la lectura, un libro era lo más cercano que podía estar del exterior gracias a ellos podía ser cualquier cosa desde princesa en apuros hasta una guerrera que luchaba por un mundo mejor. Se consideraba una princesa apresada que esperaba que la rescataran, hasta hace unos meses atrás donde se convirtió en una guerrera que buscaría la forma de acabar con todos los monstruos. Unos días antes de su cumpleaños numero 18, Angela entro a su habitación con lágrimas en los ojos aguantando los sollozos, en el despacho se encontraban sus tíos y el albacea armando un plan para que ella entregara todos sus bienes una vez cumplido la mayoría de edad, como la creían ignorante caería fácil en la trampa, pero no les bastaba con eso planeaban matarla para no dejar cabos sueltos.
Se llevaron una gran sorpresa cuando leyó y se negó a firmar el documento donde estipulaba que entregaba todos sus bienes a su tío Robert White y un pequeño porcentaje al abogado. Su tío es un hombre muy codicioso siempre había envidiado a su padre, que con mucho trabajo logro de hacerse de fama con su fábrica de vinos que se exportaba a todo el mundo, poseía viñedos en Francia, Chile y Canadá y para poder quedarse con todo eso solo tenía que quitar una pequeña piedra del camino llamada Melody White, estaba tan concentrada en sus pensamientos que no se dio cuenta que su nana la llamaba.
- Apúrese señorita, no queremos que sus tíos la descubran podrían regresar en cualquier momento, está despejado nadie nos verá, mi nieto Andrés te espera a fuera a medianoche parte el avión. -susurraba no querían despertar a nadie del personal, esperaba que todo saliera como lo planeado, esa niña debía ser feliz y su vida corría peligro no podían permitirse fallas.
Bajaron las escaleras apuradas, pero con sigilo, no debían confiar en nadie, una vez fuera Mel pudo observar al nieto de su nana era bastante guapo, pelo negro corto, flaco bastante de hecho, pero no le quitaba atractivo, tenía una barba bien cuidada y una bonita sonrisa que le transmitía tranquilidad. Irían juntos a New York, EEUU donde él estudiaría Ingeniería Industrial con una beca. Tenían suficiente dinero para alquilarse un pequeño departamento y luego ya vería como seguir, pero no se dejaría vencer siempre debía mantenerse fuerte y valiente lo había prometido tiempo atrás. Esa promesa era lo único que la mantenía en la lucha sabía que en alguna parte él se encontraba y estaría orgulloso de ella, deseaba fervientemente que la recordara, porque ella seguía pensando en él y cada vez que observaba esa flor que se encontraba bien guardada entre su libro, sentía que podía vencer cualquier cosa.
Aunque su rostro ni nombre ya no lo recordaba, sabía que existió y no fue producto de su imaginación, aunque bien podía serlo, un joven entrando por su ventana hasta en su mente sonaba muy loco, pero no la rescató como los príncipes de cuentos en cambio le brindo su amistad y los mejores días de su vida, aun recordaba cada momento junto a él, cada sonrisa, cada promesa que se hicieron a la cual ella se aferraba, no quería olvidarlo siempre fue y será su gran amigo. Luego de su partida hace 12 años, soñaba cada noche que él volvía para llevársela lejos, para que ningún monstruo la dañara, pero cuando los años pasaron solo los monstruos continuaron al asecho. No se rendiría sin luchar, capaz el destino los volviera a juntar o quizás no, pero igual él seguiría ahí en su corazón adherido y ella no lo deseaba de otra forma.
-Ahora por favor tengan cuidado, Andrés avisa a tus padres una vez que lleguen. - Su nieto asintió, debían apurarse para llegar a tiempo, alzo la maleta de ella al taxi y se dispuso para marcharse ya se había despido de su abuela.- Mel, mírame tu eres muy valiente te queda una larga vida por delante, debes luchar para poder ser feliz cariño, te esperare aquí vuelve cuando estés preparada para luchar por lo que es tuyo, pero no te olvides de vivir y ser feliz siempre ¿sí?.- Beso tiernamente su frente esperaba volverla a ver.
-Lo haré, es una promesa no permitiré que se queden con todo lo que mis padres con mucho trabajo obtuvieron. Jamás lograran doblegarme, volveré. - exclamo con mucha convicción.
Miro por última vez la propiedad, subió al coche y partió rumbo a un nuevo comienzo, Andrés le dio un pequeño apretón de manos para que supiera que no estaba sola él la ayudaría, su abuela adoraba a esa joven, sabía que tuvo la peor infancia vivía encerrada cuando le pidieron ayuda no dudo un segundo, merecía ser libre, no la conocía, pero tenían mucho tiempo para ello. Trataría de que conociera el lado bueno de la vida, se veía muy emocionada como una niña que recibió un dulce, se la notaba tan inocente, deseaba que todo le saliera perfecto desde ese momento y él ayudaría a que eso sucediera.