Dos semanas después.
Me encuentro perdida en la vista que da al bosque a través de la ventana de mi habitación. Han pasado dos semanas de lo sucedido y desde entonces no he salido de aquí, no he tenido contacto con nadie, ni siquiera con mi hija, ella no merecía que esto pasara. Me he negado a comer, creo que si no fuera inmortal ya habría muerto de hambre.
El simple hecho de pensar en lo que pasó hace dos semanas hace que mi alma duela y solo pueda llorar hasta desgarrar mi garganta por los gritos y los ojos me duelan. Después de volver en mí sólo había sangre y muertos a mi alrededor, había matado sola a todos los que nos perseguían, incluyendo a... Vanessa.
Lo más rápido que pude busqué un lugar por donde pudiera bajar sin problemas al final del acantilado, los que habían ido al bosque conmigo me siguieron y ayudaron a buscar a Adam, y lo encontramos, pero no la manera que quería encontrarlo, sus ojos estaban abiertos pero ya no respiraba, un tronco puntiagudo a causa del fuerte impacto le atravesó desde la espalda hasta el pecho quedando cerca de veinte centímetros llenos de sangre fuera de su cuerpo, todo justo en el lado del corazón.
No me puedo acostumbrar a que ya no llegará abriendo la puerta justo en los momentos en que estoy sin ropa o que me despierte llenando mi cara de besos, y estoy segura de que nunca lo haré, pero sé que ahí afuera me queda un pequeño mundo que necesita que sea fuerte y esté con ella. Creo que ya es momento de enfrentarla. Aunque duela tengo que hacerlo, aunque sepa que al salir todo me recordará a él, la mansión, los ojos y el cabello de los demás Darksiders pero sobre todo Azul, me hará recordar su cara cuando supo que estaba embarazada, cuando supo que era niña, la primera vez que la vimos o cuando no sabía como sujetarla al cargarla, su obsesión con que la primera palabra fuera papá. También cuando le trajo un conejo de mascota y luego su cara de sorpresa cuando la niña le arrancó las orejas y la cola para mátalo.
Sus peleas por si yo era de uno o del otro y al final terminábamos los tres abrazados en la cama, cuando preparamos una habitación individual para Azul y no durmió toda la noche porque pensó que le pasaría algo.
Son momentos que siempre recordaré al ver a mi hija pero tengo que estar con ella porque tampoco la pasa bien. Con todas mis fuerzas reunidas me cubro mis hombros desnudos con una chaqueta y abro la puerta que no había tenido el valor de abrir y salgo al pasillo, el suave viento frío golpea mi cara haciendo erizar mi piel. El pasillo no está muy concurrido pero los que hay solo se apartan sin decir nada y me dejan avanzar. Escucho la voz infantil en la cocina y entro encontrando a mis amigas, mis padres y la pequeña cosita que corre a abrazarme y la levanto en brazos con los ojos llenos de lágrimas mientras los demás nos reparan.
-Mami, tía Tiff dijo que te sentías mal- me toma el rostro con sus manecitas -¿Ya te sientes mejor?- asiento sin poder evitar que las lágrimas corran como cataratas por mis mejillas -¿Por qué lloras? ¿Hice algo malo?.
-No hiciste nada malo mi amor- respiro profundo para controlarme -mami llora porque está feliz de tenerte en su vida- con una sonrisa me abraza y más lágrimas vuelven a correr mojando su vestido blanco.
-Ya no llores yo estoy para cuidarte y papá nos cuida desde el cielo- eso hacen que los que nos observan también se echen a llorar.
-Si, papá nos cuida desde el cielo, pero el no quiere que estemos tristes- limpio mis lágrimas y la dejo en el suelo agachándome para llegar a su altura -¿Quieres que mami juegue contigo?- su rostro se ilumina en una sonrisa de alegría.
-Mami, quiero ir contigo en la playa- me dice y me quedo anonadada unos segundos ya que no me esperaba eso.
-¿A la playa?
-Si, en los animados a los niños buenos los llevan a la playa ¿no soy una niña buena?- me pregunta y me saca una sonrisa.
-Claro que eres una niña buena- le pellizco la nariz y se echa a reír -tengo una idea- la acerco para hablarle al oído sin que nadie más escuche -¿Y si nos vamos con las tías a Estados Unidos unas semanas? Allá podríamos ir a la playa.
-¿Y podemos ir de compras, y a la peluquería?- asiento y salta de alegría -Tía Tiff, tía Leah, mamá me llevará a Estados Unidos con ustedes un tiempo- las chicas me miran con una interrogante plasmada en su rostro y solo les asiento logrando que ellas sonrían abrazando a Azul.
Una semana después nos encontrábamos volando a New York, mi hija está más que emocionada mirando por la ventanilla del avión, por suerte entendió rápido que no podía hacer ruido para no molestar a los demás pasajeros y solo me señala con alegría las nubes.
Decidí tomarme un tiempo solo con ella, ver a viejos amigos y visitar a mi último psiquiatra ya que él fue de gran ayuda en mi recuperación. Haré todo lo que mi mini yo quiera hacer y solo estaré para ella y para mí.
Eso es lo que tengo que hacer ahora, no llorar o encerrarme en el pasado, seguir adelante como de seguro Adam quería que hiciera en el momento que caía.
N/A: y llegamos al final de esta no muy larga travesía, ¿saqué lágrimas? Lo siento si lo hice, pero no siempre se puede tener un final perfecto.
Aclaro, no es que Azul no sufra, los niños tienden a ocultar el dolor, y para ella su madre necesitaba de su sonrisa para que no estuviera triste.
Recuerden que estaré respondiendo preguntas sobre el libro en mis historias de Indtagram.
Faby Espino31, así me pueden encontrar.
Los quiero pequeñas bombillas que me alumbran con alegría cada que leen este libro.
El autor ha detenido la actualización de nuevos episodios
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Editado: 17.01.2023