Abro el cuaderno, una perfecta caligrafía esta ante mis ojos, un escalofrío hace que mi cuerpo tiemble, cierro los ojos y los abro al mismo tiempo que suspiro, las páginas no tienen fecha, pero comienzo a leer la primera hoja.
No sé qué es lo que me pasa, pero no puedo dejar de pensar en, Catalina, tuvo que casarse con, Jorge, porque su familia así lo quiso, pero ella no lo ama. Yo me case con otra mujer, es guapa, noble, me quiere, se preocupa por mí y quizás con el tiempo pueda llegar a quererla.
No me di cuenta en que momento me encontraba llorando hasta que vi unas gotas mojando la hoja que estaba leyendo. Se siente horrible saber que tu padre no quiso a tu madre. Mi mamá siempre me dijo cuanto la quería mi padre, que nos quería demasiado ¿Por qué mentirme?
Apoyo mis codos en el escritorio y pongo mi cabeza entre mis manos, mientras el cuaderno está en mis piernas, me cuesta mucho dejar de pensar en lo que acabo de leer, no sé cuantos minutos he pasado en este estado.
Limpio mis lágrimas, inhalo y exhalo para controlarme, retengo el aire y lo dejo ir sintiéndome un poco más serena, tomo el cuaderno para abrirlo otra vez y continuar leyendo.
Mientras yo preparaba mi boda ella ya tenía un año compartiendo la cama con, Jorge. Todos los días nos encontrábamos en el cenote que hay en mis tierras. Me constaba tanto reprimir las ganas de besarla, de abrazarla, llore cuando me dijo que estaba embarazada.
Llore porque yo quería que ella fuera la madre de mis hijos, llore porque otro acaricia su cuerpo, me emborrache porque fue la única forma que encontré de anestesiar mi dolor.
No puedo seguir leyendo por que las lágrimas empañan mi vista a mi mente viene una frase que mi madre siempre me decía "Cuando seas madre lo entenderás"
Pero siendo madre o no, tenía derecho a saber la verdad, la existencia de este lugar, tenía que conocer la verdad de su boca y ahora me siento sola, es muy tarde para esperar una respuesta suya.
Después tanto tiempo me siento sola, frágil y vulnerable, alguien toca la puerta, rápidamente me limpio las lágrimas.
—Señorita — María, abre un poco la puerta, lo suficiente para dejar ver su rostro.
—Qué pasa — una lagrima baja por mi mejilla derecha pero la limpio rápidamente.
—El joven, Guillermo está aquí — entonces veo la hora en mi teléfono y no sabía que ya era la hora de comer, quedamos para ir al pueblo hoy.
—Dile que me espere en la sala — me levanto con el cuaderno en mi mano y salgo del despacho.
Apresuro mi paso para subir las escaleras y llegar a mi habitación. Entro en mi cuarto y lo primero que hago es dejar el cuaderno debajo del colchón, después me siento en la silla que hace juego con mi tocador, retoco mi maquillaje y aplico un poco más para disimular mis ojos llorosos. Cambio mis sandalias por unas zapatillas que son las mismas que use ayer para ir al pueblo, hace un poco aire así que tomo el abrigo largo rosa con el que llegue aquí el mismo día que enterré a mi madre.
En bolso cartera, pongo mi teléfono, las llaves de mi casa y mi cartera, me pongo un poco más de perfume y salgo de mi habitación cerrando la puerta tras de mí.
Bajo las escaleras, cuando llego a la sala encuentro a, Guillermo, viendo las fotos con algunos políticos, amigos y compañeros de lucha, se ve muy guapo.
—Ya estoy lista — el pobre da un pequeño brinco y se da la vuelta, no puedo evitar sonreír.
—Me asustaste — camina para acercarse a mí y me da un beso en la mejilla a modo de saludo — estas preciosa.
—Así tendrás la conciencia — le sonrió un poco — gracias por el halago ¿Nos vamos?
Abre la puerta de mi casa y salgo primero, la cierra cuando el sale, abro la puerta de su auto y cada uno se acomoda en su respetico lugar, me coloco el cinturón de seguridad, enciende su Hummer y avanza.
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Editado: 13.04.2020