Lo Que Nunca Esperas

Capítulo 26

Tomamos asiento en una de las mesas que se encuentran en el balcón con la vista al mar, mientras que yo con suma emoción y como si tuviera cinco años, me quedo mirando las olas con una sonrisa de satisfacción.

Nunca había visto algo tan hermoso en mi vida, cuando vivía con mi madre siempre vivimos llenas de carencias ya que no poseíamos dinero o eso creía yo ya que todo era una careta, una farsa, un engaño; igualmente nunca tuve la oportunidad de conocer el mar, nunca tuve la oportunidad de comer en restaurantes lujosos, en restaurantes normales sí, pero incluso esos solo eran en ocasiones muy especiales.

Levid y Alberth se disculpan y van al baño dejándome sola con Jack, sin embargo yo no quiero siquiera mirarlo, solo miro a lo lejos.

Es tan hermoso… Tan relajante, sería fascinante que mi madre estuviera aquí ahora, sentada a mi lado acariciando mi cabello mientras ambas sonreímos mirando el mar y ¿Por qué no? Con Tiffany también aquí, callada y alejada si fuera posible, simplemente disfrutando del momento.

Puedo ver como las aguas son calmadas y suben y bajan chocando y deshaciéndose con la arena dejando detrás solo una ligera espuma blanca.

-¿Nunca habías visto el mar?- pregunta Jack sacándome de mis ensoñaciones, sonando más como afirmación que como pregunta, pero igualmente niego con la cabeza.

-Es lo más hermoso que existe- murmuro sin poder apartar la vista de él y sonríe en respuesta.

-Lo es- me sorprende diciendo, utilizando un tono de voz diferente y en cambio mirándome a mí y no al mar.

Lo miro sin poder dar crédito a lo que mis oídos acaban de escuchar, es como si todo el mundo se hubiera vuelto loco de un momento para otro y yo solo parpadeo un par de veces sin poder comprender si realmente entendí bien o no lo hice.

Jack me mira sin pena alguna al decirme aquello pero yo me sonrojo por completo sin saber que decir.

Levid y Alberth se acercan de nuevo sentándose en sus lugares, cubriéndose ya con una camiseta y su simple bañador al igual que Jack y yo simplemente me pongo un vestido de playa que Jack me compro que hace juego con mi bañador.

La mesera, una señora mayor nos entrega los menús despreocupadamente mientras se aleja a dejar las órdenes a otras mesas y yo lo miro.

-Oh, Milanesa Hawaiana- digo feliz al ver que realmente tienen aquel platillo.

-¿Por qué siempre pides eso?- me pregunta curioso Levid y alzo una ceja- Siempre que ibas a un restaurante en tu cumpleaños pedías eso o mínimamente preguntabas si lo tenían- me hace saber.

Me encojo de hombros.

-La piña es su fruta favorita y el pollo su carne favorita- responde por mi Jack.

-Es verdad- digo más para mí misma que para ellos.

Nunca nadie había sabido mi fruta o carne favorita, regularmente cuando alguien preguntaba por mi fruta favorita decía lo más obvio o común que sería mango o uva pero nadie había sabido mi fruta realmente favorita y es increíble que Jack lo sepa sin que yo se lo hubiera dicho a él o a nadie alguna vez.

La mujer vuelve y pedimos nuestra comida rápidamente junto con unas cervezas para acompañar y al terminar finalmente nuestra comida, Alberth se echa para atrás en la silla y palmea su no abultado vientre.

-Dios, pero como comí- se queja con una sonrisa- Hace mucho tiempo que no comía hasta llenarme- explica a nadie en específico.

-A nadie le importa- responde sin embargo Jack.

-A este paso terminaras totalmente obeso Alberth- bromeo y él sonríe.

Al llegar la camarera nuevamente Jack paga la comida y salimos rápidamente con una sonrisa en el rostro.

-¿A dónde vamos ahora?- pregunta Alberth a nadie en específico y Jack simplemente sigue caminando como si ya supiera el rumbo que piensa tomar.

-A la playa a esperar que la comida baje- dice y a ninguno parece importarle el plan pero yo sonrío emocionada al escuchar eso y Jack me mira de reojo y sonríe ante mi reacción.

Me siento como una niña pequeña totalmente ansiosa mientras miro el mar a lo lejos, sonriendo y ansiando poder correr hacia él, sin embargo guardo la calma y sigo caminando de la misma forma, pero una vez que llegamos a la parte donde comienza la arena me quito las sandalias con rapidez, ansiosa por sentirla en mis dedos por primera vez en mi vida y sonrío de oreja a oreja, sintiéndome de nuevo, una niña pequeña.

Remuevo mis dedos.

Es una sensación agradable y a la vez extraña pero me gusta.

-Yo que tú me pondría las sandalias- murmura Jack y yo niego con la cabeza mientras avanzamos.



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En el texto hay: secuestro

Editado: 18.04.2018

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