Empecemos esta historia con una pregunta:
¿Creen el Destino?
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No haré una gran y compleja
introducción, soy sólo una chica contando mi historia después de todo. Empezaré yendo al grano.
Supongo que esto comenzó cuando tenía aproximadamente... 12 años, sí. En ese entonces, asistía a
un club boy scout. Disfrutaba mucho el aprender de la naturaleza y de Dios con mis amigos. Sí, de
Dios. Era un club boy scout donde también se hablaba y enseñaba de él además de hacer nudos y
fogatas. Me gustaba ir cada semana porque me gustaba sentir que compartíamos todos algo en común.
Como a todo niño, me gustaba formar parte de algo. Además de que, claro, la idea de dormir en
carpa con tus amigos al aire libre, era emocionante; tenías la sensación de ser un poco más
"grande" por no ir a algún lado con tus padres. Te la pasabas jugando con tus amigos y paseando por
la naturaleza, volvías a tu casa con una historia nueva que contar y, hasta aprender se volvía
divertido.
Obviamente se nota que acampar era sólo uno de los pequeñísimos motivos que sumaban para
unirse a un club...
...Estoy siendo sarcástica, ja ja ja, porque en realidad, ¡acampar era la
principal motivación!
No puedo evitar el sonreír al recordar esos tiempos...
Fue en uno de esos
días, el día en que lo vi por primera vez. Estábamos formando respondiendo al llamado del silbato
para cantar a nuestra bandera y dar inicio a las actividades del día. Lo vi al otro extremo en la
fila frente a la mía. Llamó mi atención por ser "un nuevo", y, como algunas niñas de esa edad que
empiezan a ser un poco más conscientes de los niños, y por ser un rostro diferente al de los que
veía siempre, pensé que era un poco lindo.
Mientras cantábamos todos, sentí que alguien me miraba.
Automáticamente, disimulando poco, me fijé de donde provenía la mirada.
Provenía de el chico nuevo.