Saboreó el último trago de mi limonada con menta. Un día en la mansión Stromberg y me siento como la dueña y señora de ella.
—Me quedaré aquí a ver como metes tu lengua en el vaso, por la última gota, Eira —murmura Ethan reposando su cabeza en el hombro de Eiden.
—Ve y échate sobre Milka —le dice su hermano empujándolo—. Ahora dejanos a Eira y a mí, terminar nuestro almuerzo sin tus comentarios llenos de estupidez.
—Agua fiestas —suelta Ethan, mientras lleva un panecillo a su boca y el da un buen mordisco—. Para ser mi gemelo, eres bastante amargado.
—Hay personas que maduramos y no nos quedamos con el comportamiento ni la mentalidad de alguien de quince años —informa Eiden, mientras parte un trozo de su pancake—, y está más que claro que tú no entras en éste grupo.
—Imbécil —le insulta Ethan dandole un golpe en la cabeza.
Rio al ver como Eiden ni sé inmuta por el golpe, es más lo ignora, como si él no estuviera a su lado.
—Ha llegado Ágatha y Almery —avisa Eiden con la vista fija en su plato.
Frunsco el ceño y en seguida volteo hacia la entrada del comedor en espera de ver a mi amiga y su esposo entrar.
—Suéltame o te juro que hoy regresas solo a casa —escuchamos decir a Ágatha.
—Alguien está desesperado —suelta Ethan tomando otro panecillo.
—Al igual que tú, pero él lo disimula -le contesta su hermano, levantándose de la mesa.
—¡Hola!...¿Eira? —Ágatha se acerca a mi de inmediato para inspeccionarme—, pero ¿cómo es que...
—Él ya sano —dice Almery observándome también.
—Papá nos lo dijo, pero no lo creímos —agrega Eiden saludándolo con un apretón de manos—. A todos nos pareció bastante extraño que a solo un día luzca tan recuperada, pero en vista de que ambos reciben por igual las consecuencia de las agresiones físicas, pudimos concluir que la teoría de papá, tiene cierta veracidad.
—No es una teoría, es un hecho. Solo conocí a un hombre con el mismo poder de sanar a su pareja de ese modo —habla Almery cruzado de brazos—. Su conexión no solo se basaba en lo carnal y sentimental, si no más bien en lo espiritual, más de una vez lo ví desvíar el dolor de su única a él.
—¡Es impresionante! —fargulla Ethan uniéndose a la conversación—. Podría ser la razón de su rápida recuperación, tal vez él logra hacerlo con ella.
—No podría ser para menos, si Milor Cobognerwotf fue capas de hacerlo no veo porque su hijo Alix no pueda —levanto mí cabeza al escuchar ambos nombres.
—¿Cobognerworf? ¿Tú sabés quién es Alix? —pregunto levantándome de la silla—. ¿Sabés dónde está?
—Eira...
—¡Sé qué lo sabés! —levanto la voz provocando que en segundos Stella aparesca junto con su esposo.
—Es complicado, no puedo decírtelo por ahora —responde Almery con tono seco.
—Lo mismo de siempre. ¿Cuándo demonios van a decirme algo? —grito alejándome de la mesa—. Me tienen encerrada en esta casa sin decirme algo.
—Es por tu bien —habla Stella, mientras trata acercase a mí.
—Pues mira todo el bien que me a hecho no saber nada —reprocho—. Yo soy la prueba de que algo pasa, sin embargo siguen tratándome como una tonta. ¿Acaso creen que he olvidado lo de antes?
—Eira, no estás en condiciones de tener una discursion —increpa el padre de los gemelos.
—¡Al demonio mí condición! No pienso seguir en este casa escondiéndome.
Salgo del comedor dejando a todos en silencio. Camino lo más rápido que puedo hacia el patio trasero, el dolor en mi costilla sigue ahí y aumenta con cada movimiento.
Nadie parece entender en daño que estába provocándome no saber nada sobre él, sobre su mundo. Cada vez más me doy cuenta, de que ellos también están metidos hasta el cuello en ésto, es más ellos son parte de todo.
—¿Eira? ¿Puedo hablar contigo? —Ethan se sienta a mi lado en el pasto.
—¿Hablar sobre qué?
—Quiero hablarte sobre Alix Cobognerwotf y su única —anuncia, ganando toda mi atención.
—¿Su única?
—Sí, pero antes quiero que sepas que aún que voy a hablarte de ello, no te lo diré todo. Papá creé que cuando llegue el momento indicado y el venga por ti, te darás cuenta de todo —Ethan evita mírame a los ojos, se dedica a mirar hacia el bosque—. Eira, Alix no es un hombre normal, pero es obvio que eso ya lo sabes. Él al igual que muchos y también de otras razas tienen la obligación de permanecer ocultos, no solo por sus condiciones especiales, si no por todo lo que implica tratar de pertenecer al mundo de los humanos, tu mundo, al que no pertenecen aún que actúen y se vean iguales.
—¿Dijiste razas? Eso quiere decir que hay más y diferentes como él —hablo mirando hacia el cielo oscuro y nublado.
—Miles, no tienes idea de cuántos como él y yo existimos —se detiene en seco al darse cuenta de que se incluído en sus palabras—. Ésto que está pasando...tú aquí escondida, jamás a debido pasar. Se supone que estás puertas solo deben ser abiertas por aquellos que hemos estado enlazados a ellas desde antes de nacer.
»Sin embargo aunque nos esforzamos para no mezclarnos con tu raza es imposible, en especial cuando los sentimientos se ponen de por medio y te podría asegurar que nadie como Almery puede darte total fe de mis palabras.
—¿Almery? —pregunto, girándo mi cabeza en su dirección.
—En parte de alejarnos de los humanos por... Ser diferentes, también lo hacemos para protegerlos de nuestros enemigos —me mira y me da una sonríe triste—. Jamás te has preguntado, ¿por qué es que Almery jamás se aleja de su esposa? ¿O por qué yo, siempre quiero estar cerca de Milka?
Niego con la cabeza.
—La respuesta es fácil, si ellas mueren nosotros también—abro mi boca en sorpresa a sus palabras—. No tienes la menor idea de cuánto amamos Eira, daríamos la vida por la suya. Una vez que entramos a nuestra mitad y nos unimos a ellas, se vuelven nuestro mundo.
—Pero yo no soy Milka ni Ágatha —murmuro dispuesta a levantarme del suelo.