Lobo.

Debilidad (17)

Ya no sé cuántas son las veces que he lamentado encontrarme con este tipo, ya ni siquiera puedo contarlas y el hecho de que ahora se allá tomado la libertad de tomarme del cabello para arrastrarme hasta la sala de los Stromberg, me hace aborrecerlo aun más, si eso es posible.

—¡Suéltame, hijo de puta! —grito enterrando mis uñas en su mano.

—Que boquita más sucia tienes. ¿No quieres que la limpié para que seas una niña buena? -—dice levantándome del cabello para ponerme de pie frente toda la familia Stromberg, Almery, Ágatha y varios hombres vestidos de negro.

Todos se encuentran frente a mí de rodillas, siendo custodiados por otros hombres que no parecen nada amistosos.

-—Me pregunto, ¿si algún día la historia va a cambiar? —suelta Koray pegándome a su cuerpo.

—Claro que a cambiado, tú eres quien no cambia —responde Almery removiéndose del agarre de su captor.

—¿Hay una forma de saberlo​? —pregunta Koray dando un paso al frente conmigo—. ¿Cómo algúna prueba?

—Esto ya no se trata solo de matar a un hombre lobo, Koray —la profunda voz de Elliot toma por completo la atención de Koray—. Estás entrado en terreno peligroso, Eira no es cualquier mujer.

—Estamos armado un ejercicio, para cazarlos todos —informa Koray con altanería.

—¿Para cazarnos o cazar a Alix? —pregunto, provocando que se tense—. Te sientes tan poca cosa que necesites que otros peleen por tí.

Les gemelos se parten de risa, ganando un golpe de los lacayos de Koray.

—Lo he engañado dos veces sin ayuda querida, pero el hecho de poder destruir todo lo que aún ama y le importa, es más satisfactorio —responde mi captor, mientras siento como rebusca algo en su bolsillo —¿Ves esto, Eira?

Koray levanta su mano y me muestra una jeringa llena de lo que parece ser sangre.

—Ahora me pregunto otra cosa —continua—. ¿Él seguirá amándote igual si te conviertes en su enemigo natural?
Con esas palabras acerca la jeringa a mi cuello y siento como punza mi piel.

Un grito se escucha por parte de todos, pero yo solo me mantengo quieta para evitar que la aguja se adentre más a mi cuello.

—Lo que más me divierte de todo esto es que tu mismo estás firmado tu sentencia de muerte —habla Ravenna riendo.

De pronto como si se tratase de la escena de una película, una flecha de punta filosa y plateada, atraviesa la mano de Koray provocando que la jeringa caiga al suelo y se rompa liberando su líquido.

—¿Me extrañaste? —pregunta una voz.

Busco con la mirada a quien pertenece la desconocida voz femenina, pero mis ojos se detienen sobre Ethan y la elegante mujer trás de él. Camalia camina a sus espaldas acariciando sus hombros lentamente, provocando muecas de incómodidad por parte del gemelo.
Lentamente se inclina al oído de Ethan he inicia a susurrarle palabras.

—¡Aura, muñeca! ¿Cómo iba yo a olvidarte? —responde Koray, para después lanzarme al suelo y llevarse su mano sana a la herida—. Eres la perra que rechazó mi oferta de una buena vida.

Koray saca la fecha de usted mano y rápidamente esta comienza a sanar.

—Ay, disculpa... No pensé que rechazarte pisotearía tanto tu ego —la misma mujer le responde entre risas.

Aprovecho el descuido de Koray e inicio a arrastrarme lejos él, de forma lenta para no llamar su atención.

—Pero tú, ¿a dónde crees que vas? —murmura Koray en mi oído antes de tomarme por el estómago y ponerme frente a él.

Me remuevo llena de cólera y soltado maldiciones a su nombre.

—Ya cálmate, quiero presentarte a una vieja amiga —dice señalando con la flecha a una mujer de cabello azul—. Ella es Azahara y...

La mujer no pierde su tiempo y lanza una nueva flecha en dirección al costado izquierdo de Koray, provocando que suelte un grito aterrada.

—¡Válgame, mi santa madre! —habla Koray entre dientes—. Y yo que creí que ya éramos amigos.

—¿Amigos? No me hagas reír —contesta Azahara, preparando su ballesta para otro tiro.

—¿Sabes qué es lo más horrible de ser humano? —me pregunta Koray en voz alta—. ¿No? Ser tan débil.

Y con esas palabras me coloca en dirección a la ballesta rápidamente, logrando que la flecha que va hacia él me impacte a mí.

Suelto un grito desgarrador, acompañado de lágrimas.

—¡¿Qué es lo que hiciste?! —grita Elliot.

—Los rechazos se pagán caro. No creo Alix perdone esto a una cazadora —supone Koray antes de soltarme suavemente en el suelo.

Sus rojizos ojos hacen contando con los míos por unos minutos y juro que pude ver una pizca de arrepentimiento en ellos, pizca que rápidamente se encargó de borrar.

—Si me disculpan, mi tiempo aquí ya terminó —anuncia Koray, pero antes de marcharse me dedica una mirada opaca diciendo—:  YA ne khotel byt' takim, menya zastavlyali[1].

Segundos después desapareció con todos sus acompañantes.

Respiro de forma entrecortada por consecuencia del dolor, mis ojos se cierra con cada punsada y en mi mente solo se repite una palabra.

«Alix».

Me obligo ha abrir los ojos y tomar el extremo libre de la flecha en mis manos, con la intención de sacarla de mí.

—Eira, si la mueves vas a provocar más daño que cuando entro —informa Stella llegando a mi lado—. Elliot, usa tu don y dile a Amanet que su hija a cometido un error, si no lo haces van a encerrarla.

—Mamá, ¿vas a poder sanarla? —escucho preguntar a Eiden a mi lado.

—No lo sé, es una azeta, podría dañarla y provocarle más dolor —responde su madre.

—No quiero morir aquí —digo con un nudo en la garganta.

—No vas a morir, vas a vivir —musita Ravenna mientras acaricia mi cabello—. Llámalo, él puede aliviar el dolor.

Abro mis ojos y la observó, sin entender, pero antes de que pueda decir algúna palabra la voz preocupada de Eiden llama la atención de todos.

—Papá, algo le pasa a Eiden. Es la sangre, la sangre de Eira —habla sosteniendo a su hermano con fuerza, para evitar que llegue a mí.




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