―¿Acaso eres una especie de sonámbula? ―pregunta con ironía Susana, sirviéndome un poco de café. Me ha dado un susto de muerte cuando la vi en el pasillo apuntándome con la linterna. Por un instante creí que era Celes o Jack, quizás este último no, pero no lo sé. Creí que era el fin. ¡En que líos me meto!
―Soy un poco paranoica. ―Me encojo de hombros―. Siempre creo escuchar ruidos y tengo que asegurarme de que todos están dentro de sus habitaciones. ―Es una excusa patética, pero prefiero que crea que estar aquí me afecta y no que visito a uno de los pacientes.
―Ya me di cuenta ―dice ofreciéndome la taza y sentándose frente a mí―. ¿Cómo lo llevas? ―pregunta mirándome con atención.
―Supongo que bien.
―He escuchado buenas cosas sobre ti ―comenta pensativa―. Y malas. ―Da una mirada a los libros sobre la mesa.
―No es lo que crees ―afirmo con demasiada rapidez, cosa que provoca que sonría.
―No he dicho nada. ―Hago una mueca y niego. Giova tenía razón, ahora todo mundo pensara algo equivoco. ¡Genial!
―Era eso o una cena ―confieso dando un suspiro.
―¡Wow! ¿Una cena? ¿Ya están en esa fase? ―Le pongo mala cara y ella ríe.
―Ninguna fase. No hay nada entre nosotros ―repito con gesto cansado. Entre esos rumores y el paciente me volverán loca. Si es que de verdad aun no lo estoy.
―Te creo ―dice para mi sorpresa.
―¿Me crees? ―Suelta otra risilla.
―Por supuesto. Siempre estás en las nubes. Eres de las chicas que persiguen los 10, en lugar de a los chicos guapos. ―Parpadeo confundida―. No pareces de esas chicas fáciles, es lo que intento decir.
―¡Oh! Gracias… supongo ―Le doy un sorbo al café.
―¡Estoy muerta! ―Se estira sobre la silla, antes de ponerse de pie―. Deberíamos dormir, Hannia. Mañana también será un día cansado.
―Si ―asiento terminándome de un trago el café―. Gracias.
―¿Por qué? ―inquiere retirando la cobija de su cama.
―Por creerme y por el café ―admito avergonzada. No es que me importen demasiado los chismes, porque son solo eso, pero es incómodo no tener amigas o al menos alguien con quien conversar.
―No tienes nada que agradecer, pero te recomiendo que te involucres con él. Su semblante serio me desconcierta. No parece un simple consejo.
―¿Por qué? ―pregunto intrigada. Suzy pone los ojos en blanco y sacude la cabeza.
―¿No es obvio? Eres una interna y él, es el director, nada bueno puedo salir de eso.
―¿Solo por eso? ―No dejo de pensar en la forma en que miraba a Jae.
―Es un buen tipo, o eso he oído, pero no es buena idea. ¿Qué crees que pensarían todos de tu permanencia aquí?
―Lo sé. De todos modos no tenía pensado hacer nada.
―Bien. Entonces, a dormir ―dice tumbándose sobre la litera―. ¿Qué harás este fin de semana?
―¿Este fin de semana? ―Sí que estoy en las nubes, no tengo idea a que se refiere.
―Si. Toca salida, ¿No lo recuerdas? ―Lo cierto es que no. Entre recuperar el anillo y acostumbrarme al lugar, los días se me han pasado volando―. ¿O prefieres quedarte?
―¡No! ―niego rápidamente. Se echa a reír y se cubre, hasta el cuello.
―Duerme, Hannia.
Asiento subiendo hacia mi espacio. Necesito descansar.
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“Dormir”. Ese era el plan, pero no ha resultado como esperaba. Prácticamente no lo he hecho y mi cara lo denota. Supongo que es lo malo de tener piel pálida. Giova me observa con curiosidad mientras intento terminar mi desayuno. Sé que quiere preguntarme algo, pero estoy segura de que no me gustara. Quizás es sobre Jack y los rumores o tal vez no. Creo que estoy comenzando a perder el juicio, ahora me parece que todo se relaciona con ese chico y eso me pone mal. No está loco, eso lo sé. ¡Rayos! Si no lo está, ¿Qué hace aquí? ¿Por qué finge? ¿Y qué tiene que ver Jack con ese asunto? No me pasó desapercibido su interés por que él no pueda hablar. ¿Por qué no quiere que lo haga? ¿Diría algo que puede perjudicarlo?
―¿Hannia? ―dice jugueteando con su manzana y sonriendo como si estuviera planeando una fechoría. La curva de sus labios, el brillo de sus ojos y el movimiento de sus dedos. Definitivamente quiere saber algo.
―¿Qué? ―Mira a los lados y se inclina ligeramente sobre la mesa.
―Anoche te vi en los pasillos. ―El trozo de fruta se atora en mi garganta. Comienzo a toser ruidosamente y siento que me falta el aire. ¡Rayos!―. Toma ―me ofrece el agua y la bebo intentando no morir ahogada. ¿Qué dijo? ¿Me vio?
―¡Dios! ―suspiro recobrando la compostura, pero en realidad solo intento ganar tiempo. ¿Qué debo decir?
―¿Todo bien? ―Asiento con un movimiento de cabeza y doy otro sorbo al agua―. Tranquila.
―¿Me viste? ―inquiero con nerviosismo.
―Con Jack. ―Frunzo el ceño. Imposible.
―Yo no estuve con él. ―Sonríe y truena los dedos, como si no le sorprendiera mi respuesta o como si lo esperara. ¿Estaba probándome?