Loco amor

Capítulo 11

Parpadeo intentando recobrar por completo el sentido y poder poner en orden mis ideas. Estoy demasiado confundida, pero afortunadamente me encuentro en mi habitación, sobre mi cama, solo que… no puedo moverme.

―Despertaste. ―Alarmada miro a Jack, quien se encuentra tranquilamente sentando en una silla, a los pies de la cama. Su postura indica que me ha estado observando. Trato de mantener la calma, pero no puedo. No con él presente. No ahora que recuerdo lo que hizo Susana. Me drogó. ¿Por qué motivo? No me gusta lo que mi mente está pensando.

―¿Qué ocurrió? ¿Por qué estoy atada y que haces aquí? ―digo mostrando cierto malestar, además de desconcierto. No debería entrar como si nada a una casa ajena, sin permiso.

―Tuviste una crisis, por eso he tenido que venir y comprobar tu estado. He optado por atarte, para evitar que te hagas daño.

¡¿Qué?! No, eso es mentira, todo. ¿De qué está hablando? Tranquila, Hannia. No debes perder la calma o solo le darás credibilidad a sus palabras. Que claramente ha inventado, como los supuestos trastornos de Giova.

―No, yo no tuve una crisis. ―No me cree―. Susana puso algo en el café… ―Ante mi afirmación, su expresión cambia radicalmente. Ya no se muestra tranquilo, como lo hiciera desde que abrí los ojos. Ahora me mira con astucia y algo más. ¡Ay no! No puede ser. ¿Lo sabe? ¿Está enterado de que estoy implicada? Esa es la única explicación que encuentro para todo esto. Obviamente ha inventado mi supuesta crisis, ¿Eso significa que va a matarme, como lo hizo con Giovana? ¡Dios mío! ¿Qué debería hacer? No puedo escapar y aunque gritara, dudo mucho que alguien viniera. Mick no tiene idea que estoy aquí y mis vecinos casi nunca están en casa. Estoy perdida. Debí enviar ese correo y saber más a que me enfrentaba, soy una tonta.

―De verdad me agradabas, Hannia.

―Jack… ―tartamudeo luchando por no delatar mi miedo, pero él parece disfrutar con eso―. No entiendo nada.

―¿No? ―Su sonrisa torcida es siniestra, aterradora. Le resta todo el encanto a su cara. Él tiene un problema mental, ahora lo veo claramente. Pero sabe tanto de psicología que oculta perfectamente sus síntomas o indicios que podrían delatarlo. Las sonrisas amables son la máscara perfecta, por eso es que nadie sospecha―. Yo pienso que sabes que es todo esto y porque Susana lo ha hecho.

―No, no lo sé. ―Suspira uniendo las manos frente a sus ojos―. Yo no he tenido ninguna crisis y estoy segura que ella dijo algo sobre dormir unas horas. ¿Dónde está? No entiendo nada.

―Ella nunca ha estado aquí, Hannia. Ni si quisiera sabe dónde vives. ―Imposible. Sacudo la cabeza. ¿Está intentando confundirme?

―Estuvo aquí. Aunque no entiendo porque lo hizo.

Ladea el rostro.

―Parece que no fuiste capaz de asimilar la muerte tan repentina y trágica de tu amiga, por eso, decidiste quitarte la vida.

―¡¿Qué?! ―No puede ser―. ¿De qué estás hablando? Jack…

―Hay cámaras en los archivos. ―Mi voz muere. Lo sabe. Lo que significa que Susana esta de su lado, por eso me drogó. Ahora la pregunta es, ¿Qué tanto conoce? Bueno, creo que no importa. Va a matarme de cualquiera forma―. Revisándolas con cuidado, encontré algo interesante. ―Hace una pausa, seguramente esperando que admita que lo hice, pero no lo haré. Quizás aún tengo una oportunidad, puede solo estar probándome. Aunque también puede solo estar jugando. Para desgracia mía, hay testigos que me vieron perder el control y atacarlo. Su argumento resultaría lógico para cualquiera, nadie sospecharía. Suspira como si estuviera decepcionado ante mi silencio―. Tal como lo sospeché, antes de robar el expediente del paciente VIP, ella lo revisó y no estaba sola.

¡Oh dios! Al menos no sabe que entre a su habitación.

―¿Lo robó? ―pregunto con total inocencia. Dijo que le gustaba, ¿podría usarlo a mi favor? No, parece que no. Ha dejado de mostrar empatía, sus ojos muestras crudeza y determinación.

―Si. Ese era el plan, ¿no?

―No tengo idea.

―Vamos, Hannia. Deja tratar de fingir, sé que estás al tanto de ciertos detalles. Y preferiría que lo admitieras. Ella lo hizo antes de morir.

¡Miserable! Jae estaba en lo cierto. Fue él, la mató.

―¿La mataste? ―Ahora no solo hay diversión en sus labios, también en sus ojos. Si, lo hizo y piensa hacerme lo mismo. Por eso ha montado todo este teatro. Tal como dijo Jae, no quiere que se conozca nada referente a él. Porque no solo está implicado en una incorrecta medicación, eso definitivamente le perjudicaría. Pero ¿Exactamente de qué forma? Dudo mucho que se trate únicamente del lado sanguíneo que comparten.

―No.

―¡Mientes! ¡Fuiste tú! ―¡NO! Demasiado tarde, acabo de delatarme con mi exabrupto.

―No lo hago. ―Niega ligeramente―. Ella cayó del techo, cuando la descubrí con el expediente.

―Mentiroso. Inventaste lo de sus problemas mentales para justificarlo, pero ella no estaba enferma. Estoy segura de que la obligaste.

―No. ―Su apatía y serenidad me deja pasmada. Es como si de verdad estuviera convencido de lo que dice, no tiene el menor rastro de culpabilidad o remordimiento―. Ya te lo dije. Quise comprender que hacía con él, para que lo necesitaba y que me lo entregara, pero se negó y por desgracia no se percató de que estaba demasiado cerca del borde.




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