Victoria tenía la cabeza hecha un lío. Lo peor es que la madre superiora tenía razón, no podía quitarle ese derecho a su hijo.
Ella había crecido sin padres, sin un hogar y de pequeña lo que más deseaba era tener una familia. De grande se había olvidado de ese sueño y trabajo fuerte para tener lo que tiene ahora, pero siempre la acompañaba ese vacío en su corazón.
Ahora estaba el detalle de su marido. Nada más y nada menos que un príncipe.
¡Por Dios! Jamás se imaginó que esa situación pudiera ocurrir.
Casarse con un desconocido implica sus riesgos. Algún depravado, machista, abusador, estafador e incluso se imaginaba la peor de las situaciones. Pero en este momento agradezco que no fuera nada de lo que se había imaginado.
La madre superiora le aconsejo mucho, haciendo que su cabeza se formará más líos de lo que tenía. Ella no tenía forma de saber cómo ser una princesa y mucho menos una futura reina de un país. Aunque por dentro siempre se había creído una.
Victoria, no sabría cómo hacerlo. Ella no es sumisa, no sigue órdenes de nadie. Por esa razón seguía soltera o bueno lo había estado. No le gustaba que los hombres se sintieran con derecho a ella, de reclamarle alguna cosa y mucho menos de opinar. Pero como decía la madre superiora, debía aceptar sus errores y afrontar lo que se le venía encima.
Derek ha estado muy pendiente de ella. No se puede quejar, pero de cierta manera ambos eran completos desconocidos. Aunque la tensión sexual estaba en el ambiente cada vez que ambos estaban cerca.
En tres días era el gran desfile. Helena había ayudado mucho en bajar el ritmo de trabajo, ella siempre haciendo énfasis de que era la mejor tía del mundo y que debían cuidar a su pequeño.
—Su majestad ¿Desea algo más? — Susurra Helena haciendo una exagerada inclinación.
—Que te vayas a la mierda— Digo molesta y le doy con la punta del pie en el talón.
—¿Y quiere que le traiga un poco cuando vuelva? — Dice sobando su talón.
Me he convertido en la burla constante de Helena, desde que sabe que estoy casada con un príncipe.
—Helena— Le advierto y ella alza sus manos en señal de rendición.
—Ok, ok— Sale de la oficina.
Me enfoco en terminar de firmar unos documentos cuando escucho una voz que siempre me hace erizar mi piel.
—Hola—Derek saluda desde la entrada.
—Hola— Susurro y siento mis mejillas arder. Mierda esto me está matando, me siento como chiquilla nerviosa.
—¿Puedo pasar?— Ruedo los ojos, Derek es tan encantador y a la vez tan ridículamente educado, siempre pide permiso para todo. En ocasiones me saca la paciencia.
—Derek, ya te he dicho que puedes pasar cuando quieras, no es necesario pedir permiso siempre que entras a mi oficina o a mi departamento— Observo un pequeño sonrojo y me hace querer ir a besarlo.
—Gracias— Susurra y entra, le hago señas al asiento delante y se sienta —¿Cómo te has sentido? ¿Tienes alguna molestia?— Suspiro y sonrió.
—Un poco al despertar, pero después de algunas vomitadas se me pasa— Derek hace cara de asco.
—Bueno dicen que después de unas semanas se pasa—
—Eso espero—
—También dicen que unas buenas mamadas hacen que uno deje de sentir náuseas— Interrumpe Helena desde la puerta —Que si te tragas el semen, ya no volverás a vomitar—Derek se ha puesto pálido por el comentario y mis ojos se quiere salir de órbita.
—¡Helena!— Grito.
—Ya. Ya. Cálmate quieres—Dice —Te recomiendo que le hagas unas buenas folladas, así deja de tener tan mal genio—Tomo una revista y se lo lanzó, pero ella lo esquiva— Dicen que las hormonas se alborotan cuando uno está en embarazo y ella no hace más que tener sueños húmedos contigo— Me quito el zapato y lo lanzó dándole en la cabeza. Mi amiga se queja y muestra su dedo de medio y yo hago lo mismo y por fin me deja sola con Derek quien me mira sorprendido.
—No le prestes atención—
Derek me mira por un momento y puedo ver cómo curva sus labios con una pequeña sonrisa.
—¿En qué? — Dice —¿En lo que se alborota las hormonas? ¿Las mamadas o lo que sueñas conmigo?— Muerdo mis labios.
—¿A qué has venido? — Cambio el tema.
—¿Acaso no puedo visitar a mi esposa?—Ruedo los ojos y sigo ojeando los documentos que tengo en mis manos.
—Estoy ocupada Derek—Digo sin mirarlo.
—Está bien—Dice y se levanta y observo como abrocha su saco —Solo quería venir para invitarte a cenar está noche—Siento mi boca seca al verlo, ese hombre es un Adonis completo— Tu amiga tiene razón—Dice y yo despierto de mi aturdimiento y lo miro sin entender.
—¿Disculpa? ¿Qué dijiste?— Derek camina hacia donde estoy y baja su cuerpo para quedar nuestras caras cerca.
—Quiero que esto funcione Victoria—Susurra muy cerca y puedo sentir su aliento chocar con mi boca —Puedo ayudar a sentirte mejor— Sus ojos bajan a mis labios y no puedo evitar pasar mi lengua por ellos —Puedo complacerte en todo lo que quieras—
—Dame el divorcio—Susurro retándolo.
—Nunca— Responde.
—Entonces bésame y cumple con tu deber conyugal—Derek sonríe antes de atacar mis labios y ¡Dios! Esto es el puto paraíso.
Tengo dos cosas claras. La primera en matar y darle un aumento a Helena. La segunda es darle una oportunidad a mi matrimonio. Definitivamente, es pecado rechazar semejante bombón y yo definitivamente jamás desperdicio comida.
¿Qué malo podría pasar?