Londres tiene sus propias estrellas

Capítulo 32 | Raven

—¿Mitch?

—Creí que me discutirías al menos un poco por responderle a Ran.

—No tengo ganas de discutir —respondo.

—Me llamaste cucaracha una vez —me acierta —, luego te vi llorar como si se te fueran a salir los pulmones, ¿Qué le pasó a esa Raven?

Me siento en la cama del pequeño lugar. La playa Brighton es realmente hermosa, pero no tengo ganas de salir.

—Nuestros amigos ya salieron. ¿Nos quedamos aquí solos?

Sucede que sí. Thomas salió también. Solo somos Mitchell y yo. 

Nos quedamos en silencio unos minutos. Eventualmente decido poner la tele, ver algo sería más cómodo que tener que mirarlo cada cinco segundos por nerviosismo.

—¿Por qué… nos llevamos tan diferente al inicio? —le pregunto para no responder a nada de lo que antes dijo. Sin embargo, inmediatamente cambio los canales sin mucho ánimo.

—¿Te molesta?

—Es que, eras un gruñón.

—Sigo siéndolo, solo que por temporadas.

—Oh —me río —, ¿Y qué temporada es esta? 

—Es nueva, aún no he visto de qué va, pero una sinopsis me vendría bien, te confieso.

También con Thomas me llevo muy diferente al inicio…

—¿Y ahora? ¿Por qué has cambiado la mirada?

—No quiero terminarlo… —digo en confesión —, No quiero, aún no. Quizás las cosas serían más fáciles si nos diéramos un tiempo y luego volviéramos a intentarlo.

—El tiempo es solo una excusa para matarte más lento y lo sabes —responde Mitchell sin dubitar, ni tener miedo a cómo eso me afecte. Un poco envidio la manera en la que es tan honesto y directo.

—Tenías razón ese día. Le quité la estabilidad a alguien que la necesita y sacrifiqué la mía en el proceso.

—Es lo que sucede cuando inicias algo y lo fuerzas demasiado. La voluntad es necesaria, Raven, pero siempre y cuando sea razonable. No puedes, por pura voluntad, mantener una relación sin considerar que quizás… no sea lo mejor para ambos.

—Es que… Creí que Tom era mi estrella. ¿Sabes?

—¿De qué hablas?

—Hay una fábula que cuenta que cuando dos personas que se aman se besan, una estrella parpadea. Y que esa estrella se dedica a ellos siempre.

—Claro, claro —responde con diversión —, y tu estrella tenía que ser extranjera.

—Pues, admite que es un poco tentador eso. Es… una fantasía.

—Oh… ¿Mi amigo fue solo una fantasía?

—Toda mujer debe tener un amor que sea extranjero, es ley de vida —respondo.

Londres tiene sus propias estrellas, Raven —me responde —. Y no puedes perseguir el amor como si fuera algún libro, el amor tiene etapas, capas. No puedes saltarlas a tu antojo.

—Supongo.

—¿Supones?

—No me pidas tanto, Mitchell. ¿Sí? Calma, apenas puedo mantenerme de pie.

Mitch sonríe muy comprensivo y acaricia mi cabeza. Se siente muy cálida la manera en la que me mira. Luego se vuelve a reservar a una esquina de la cama, con su libro y lentes, se ensimisma mientras yo miro la tele. Ambos nos quedamos en silencio, haciendo esas cosas que elegimos por quizás tres horas, algunas veces él levanta su mirada y acaricia el pelo, tiene algo con eso. Y yo más que algunas veces lo miro fijamente, apreciando la manera en la que disfruta sus libros.

—¿Aún con Lord Byron?

—No, ahora estoy leyendo el borrador de mi madre. 

—¿Puedo?

—Tendría que hablar con ella. Pero es hermoso. 

—Estoy segura de eso.

Y otra vez caemos en el silencio. Eso no me molesta. 

—¡No quiero hablar Ash! —suena la voz de Emma. Solo nos damos una mirada el rubio y yo para decidir acercarnos a la escalera, ahí podemos escuchar mejor. Emma y Ashton están mojados, supongo que regresan solos de la playa. 

—Ahora será, Emma. No me puedes mantener con esto dentro.

—¿Qué es lo que quieres?

Han de estar disfrutando los demás allá, pero supongo que no soy la única a la cual el corazón le está jugando de manera agresiva.

—Te amo —confiesa —, pero tú… tú disfrutas jugando con mis sentimientos.

Podría soltar una exclamación, pero estoy anonadada por la manera en la que Mitch tapa mi boca con su palma y lo evita.

—¿Me… amas?

—No soy tu juguete de opción. No puedes manipular mis emociones para que haga lo que quieras, ¡no puedes ponerme celoso, jugar con mi ansiedad o mi mente!… como si fuera un títere. Em, las personas no son juguetes. 

—Si tan solo tuvieras más valentía yo no tendría que hacer esas cosas.

—Entonces, ¿Eso justifica que me uses, y a Rosé también?

—Ustedes no entienden —niega.

La universidad es más complicada de lo que creí, en serio hace que todo se vuelva más… tentador y doloroso. Y yo creí que sería más sencillo cuando pudiera vivir mi vida más libremente.

—Al menos yo no entiendo cómo utilizas a dos personas que te aman. Yo te seguí, yo también creía que Rosé era mala persona, que era una insegura patológica, que te asfixiaba. Y no justifico que te revise el celular o que no te dé tu espacio, ¡Pero es que, mierda! Emma, juegas con ella. Juegas y la haces ver como la mala, cuando lo único que hace es reaccionar a tu manipulación.

—¿Si me amas por qué te preocupas por Rosé? Solo… solo deberías estar feliz porque he estado intentando que te decidas por mí.

—¿Mientras besabas a otra persona, mientras te entregabas a ella? Y sí, me importa porque Rosé es una persona también, tiene emociones y sentimientos. Y esta Emma, esta Emma que manipula, que usa y daña, esta no es a quién amo… No es…

—¿No es? —pregunta muy ofendida —Excelente, pues si no lo es, no veo por qué tenemos esta conversación. Ya que no es a quién amas, no esperes que deje a una persona que sí me quiere y me trata con amor, cuando tú no quieres esforzarte para nada.

—¿Cómo me esfuerzo por alguien que no respeta los sentimientos de los demás y trata mal a quién tú misma dices que te ama? Rosé, ahora mismo, es mucho más digna de amor que tú misma.




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