Dicen que la vida te pone muchas barreras, que tu responsabilidad es romperlas, para así tener tu camino. Mi camino tenía varios caminos que me hacían tomar decisiones difíciles.
Como esta vez, tome el camino lejos de Damián y Noah, sabia que lo que había hecho no tenía perdón de nadie. Solo que ahora me siento tan mal conmigo misma por haberle dicho esas cosas a Damián que no eran ciertas yo realmente nunca me aburrí al estar a su lado.
Tampoco era una perdida de tiempo…
Respiro con calma al ver que mi casa estaba sola, era algo normal por las mañanas mi madre se encuentra en su trabajo al igual que mi padre y mis hermanos en la escuela.
Aparte ellos no tenían ni idea de que volvía hoy.
Voy hacia mi habitación y me dejo caer en la suavidad de mi cama. Cierro con mis ojos con fuerza, me sentía tan mal, me dolía todo el cuerpo y mis ojos se encontraban hinchados ya que no había dormido toda la noche.
Volteo hacia mi pequeño escritorio donde tengo una foto junto a Damián, ambos salíamos comiendo un pedazo de pizza, el de una orilla y yo de la otra.
Salíamos sonriendo, en ese momento solo éramos el y yo y mi cabeza no tenía un huracán de pensamientos, ni traiciones de mi parte.
Lo mío con Damián había acabado, solo quedaban recuerdos y lamentablemente los recuerdos no se pueden abrazar.
Limpio la pequeña lagrima de mi mejilla y vuelvo a cerrar mis ojos.
Termine dormida
(…)
Después de que toda la tarde evite a mi madre para no comentar nada sobre mi relación, yo sabia que ella se iba a enfurecer conmigo por haber dejado a Damián, ya que ella lo adoraba, siento que lo quería más que a mí.
Decidí volver a trabajar, no quería estar en la casa y no es por que no quisiera, pero sabía que si me quedaba iba estar pensando, pensando y pensando de todo que hice.
Y yo solo quiero olvidar mi error, mi dolor.
Me vuelvo acomodar mi cabello y mi uniforme para así adentrarme a la empresa. Lo primero que veo es a mi jefe con una taza de café y el se asombra al verme.
Resopla
El solo me guiña el ojo para después entrar en su oficina, todo estaba en su lugar y sonrió, sin más prendo la computadora que la empresa me había regalado para el trabajo.
Escucho como viene Sol con su jefe, parecían que ambos venían discutiendo sobre algo, pero yo mantenía mi vista en la computadora, aunque no estuviera haciendo nada.
Valla, es que nadie se emociona de que estoy de vuelta, me encojo de hombro y ella camina hacia a mí con paso decidido, sin importar que su jefe este hablando con ella.
Ella se rasca su cabellera para después morder su uña, ambas miramos hacia la grande silueta de Santiago que estaba alado de nosotras. ¿Acaso ese hombre no se cansa de estar tan guapo? Digo para ser un hombre mayor, parcia todo un joven de veinticinco años.
Ella empieza a caminar, pero ella detiene su paso, para míranos a Santiago y a mí. Su mirada no me causaba ninguna tranquilidad, sabia que algo tan loco había cruzado por su cabeza y era algo malo, malísimo para mi gusto.
Sol puede ser muy prudente o muy obvia cuando le cuentas algo y mi error fue decirle que su jefe es un dios griego y que haría lo que sea por que un hombre como el tuviera algo en mi vida.
Pero Santiago Miller es algo así como mi amor platónico, de eso que es imposible.