Los Chicos del Escuadrón (saga Escuadrón)

Capítulo 26

Puedo decirles que solo nos queda 1 capítulo de Los chicos del Escuadrón. ¿Estoy llorando por eso? Sí. El capítulo es corto, espero que lo disfruten.

 

—Gracias —terminé agradeciendo a Daemon por el plato de sopa que me preparó. Suspiro pesadamente antes de ponerme de pie e ir a cambiarme para ir al juzgado. La decisión ya estaba tomada, Daemon estaba un cincuenta por ciento de acuerdo sobre eso.

Pero como él dijo: Es tu elección.

Tarde o temprano tenía que hacerlo, ¿no?

Que Sara me viera entrar con mi brazo entrelazado con el de su otro hijo, la confundió. Frunció el ceño y miró inmediatamente a Danilo, quien se encontraba nuevamente sentado en unas de las butacas de atrás.

Él solo se encogió de hombros y volvió la vista a su acompañante.

Allí estaba ella, presenciando todo lo que pasaría en menos de nada.

—Te lo pregunto otra vez —el juez entró y todos nos pusimos de pie— ¿Estás segura de que quieres hacer este trato? —inquirió.

—Es por el bien de todos.

Asintió. Daemon estaba de acuerdo y no me lo refutaría. A Renata le dolerá muchísimo al igual que Sara, pero como dije, es por el bien de todos. Ya luego se lo explicaría y esperaba a que ella me entendiera.

El juez dijo mi nombre y tuve que subir al estrado, Renata me dio un asentimiento y Sara se paró para comenzar con las preguntas que me haría sobre Magnus y sobre mi madre.

Era ahora o nunca.

—Lynsi Morgan, jura decir la verdad y toda la verdad frente a este juzgado.

—Sí.

—Bien. Abogada, puede proseguir.

Tome un respiro antes de interrumpir a Sara.

—Su señoría, quisiera hacer un trato con usted y con Magnus.

Todos en la sala dieron un grito ahogado. Mamá se paró de golpe, sus ojos se abrieron de golpe y me miró confundida. Sara era igual. Así como también todos en la sala, menos Daemon, quien ya sabía sobre esto.

—¿Ambas abogadas están de acuerdo?

—¡No!

—¡Sí! —Magnus se paró— Lo aceptamos.

 

***

—¿Esa es tu decisión?

—Sí, su señoría —respondí con voz firme— Quiero irme con mi padre, un año, exactamente.

—Sabes que tu decisión les caerá como agua fría, ¿no? Si quieres pasar un año con tu padre, se acepta, pero debe ser él quien también diga que sí. Lo haré pasar para que le digas tu decisión. Un año con él, y luego regresarías a Florida, a menos que quieras quedarte en el lugar en donde naciste.

Era una posibilidad.

***

 

Magnus había dicho que sí. No dudo y tampoco tartamudeó al responder que estaba de acuerdo con eso.

Un año con él. Regresaría a donde fui concebida.

Antes de salir del despacho del juez, me preguntó el por qué de mi decisión, a las finales, se lo terminé contando y aún así, me dejó ir con él.

Mamá me miró con los ojos llorosos al llegar a casa. No gritó, no me sacó en cara nada, solo… se encerró en su cuarto y no salió de ahí en 3 días exactamente. Mi decisión la había derrumbado y sentí que la traicioné.

Me iría con Magnus hoy.

Las maletas ya estaban listas, solo faltaba despedirme de Renata, Daemon y First antes de partir al aeropuerto.

Daemon me terminó dando un abrazo en forma de despedida, me deseó buena suerte en todo este año y me hizo prometer que le llamaría todos los días y que le enviaría las fotos de las ecografías que me haría al ir al ginecólogo en Sidney.

First me estrechó y derramó unas cuantas lágrimas, no quería soltarme. Me pidió que me quedara o que lo llevara conmigo a Sidney, con una sonrisa triste y con lágrimas en los ojos le dije que podía, pero su madre o su abuela no iba a dudar en poner un cartel de desaparecido con su cara en ella.

Y, la despedida que más me dolió fue con Renata, ella seguía con los ojos hinchados de tanto llorar, solo me dio un abrazo y se separó de mí, dándome la espalda. Antes de que entrara en casa, le llamé y le entregué el sobre.

Allí le explicaba todo. Mi por qué de lo que hacía y le adjunté la ecografía.

Ya sabía yo que hablaríamos luego sobre aquello.

A último momento, los chicos del escuadrón llegaron en uno de sus autos. Pero uno de ellos no estaba allí.

—Hasta luego, chica con superpoderes.

—Espero que nos recuerdes cuando estés en Sidney.

Todos se despidieron, menos Andrew, quien me quedaba mirando con los ojos rojos, aguantando las lágrimas.

—No es un adiós, es un hasta luego, mi querida Lynsi Margarita Morgan.

Los reuní a todos y terminamos fundidos en un abrazo grupal. Hubieron lágrimas, hubieron sollozos y hubieron sonrisa.

Como dijo Andrew: No es un adiós, es un hasta luego.



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En el texto hay: amor, chicos, fuck boys

Editado: 31.12.2022

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