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Punto de vista de Paola Navarro
Me he dado cuenta de que a Oriana le gusta mucho Kevin y viceversa.
El día en el que le pedí a ella que me presentara con Kevin, cuando él llegó a la mesa, se quedaron viendo con una forma que estoy segura y es amor, el brillo en la mirada de cada uno al ver al otro. Me vi obligada a irme, no quería interrumpirlos, vamos, no soy tan mala.
La razón por la que empecé a hablarle a Oriana nuevamente fue porque me di cuentade que no tenía amigos, nunca fueron mis amigos. Con ella, no sé que es diferente, pero se nota que es una buena amiga. Al principio me confundía que me tratara bien, vamos, he sido una completa perra con ella estos últimos años,aún me confunde que me trate bien.
Camino hacia donde están mis supuestas ''amigas'' quienes esperan ansiosas a que les cuente qué pasó con Kevin. Sin embargo sigo de largo, no quiero hablar con ellas, no después de lo que pasó.
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Recuerdo
02 días atrás
Entro al baño y me miro al espejo empezando a retocar mi maquillaje. Cuando termino entro a uno de los cubículos del baño.
Luego de un par de minutos alguien entra al baño. No alguien, muchas personas.
- No lo puedo creer...- Reconozco esa voz, es Mariana una de mis amigas.
- Dios,Paola es una pobre desgraciada desesperada. Escuché que hasta se metió con el profesor de Historia. Pobre chica, seguro que no le hacen caso en su casa.- Esaera Victoria. No puedo creer que diga eso.
Estoya punto de encararla, pero alguien -a la cual reconozco como Zoe- dice algo.
- Dicen que su novio la engaña.- Suelta con una risita que se me hace insoportable.
- Sí,conmigo.- Sarah suelta otra risita insoportable.Mi boca está abierta a más no poder.
-Es una maldita regalada, ella solita se lo ha buscado.- Escucho que tiran un beso,imagino que al espejo, como suele hacerlo Valentina al terminar de pasarse el labial.
Sueltan otra risilla hipócrita y luego escucho como salen. Las lágrimas no tardan en salir y los sollozos no tardan en llegar. Mi cuerpo se sacude violentamente a causa del llanto y luego comienzo a hipar.
Pasan alrededor de diez minutos cuando logro calmarme, salgo de cubículo y miro mi reflejo en el espejo, lo único que alcanzo a ver es a una cualquiera.
Lavo mi rostro borrando los rastros del maquillaje y luego vuelvo a maquillarme.
Sonrío,nada pasó.
Estoy bien... Estaré bien.
Fin Del ecuerdo
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Sin darme cuenta he salido del liceo, el clima es frío, así que me abrazo a mi misma y empiezo a sollozar.
Al llegar a casa me encierro en mi cuarto. Tomo mi bolso de maquillaje y lo abro,saco la base, el labial, las sombras y el delineador.
Voy directo a mi peinadora y me siento en el banquito frente a esta. La base la abro y la paso por el espejo, el labial lo paso por mis labios con fuerza, lastimándolos en el proceso, pero no me importa, mancho mis cachetes y todo. El delineador lo rompo y el líquido que se desborda en mis manos lo paso por el espejo, haciendo un desastre; las sombras las rompo y las paso por mi rostro.
Me recuesto en la puerta y me deslizo hasta quedar sentada en el suelo.
Grito con todas mis fuerzas, entre sollozos desesperados. Mi cuerpo se sacude debido a los espasmos del llanto, yo siento que ya no puedo más, porque es la verdad,no puedo más.
Miro hacia mi armario y caigo en cuenta de que tengo que volver a ser la misma de antes, esa que no solía maquillarse, que le hablaba a Oriana no solo para favores, sino que también por ser su amiga. La chica linda, inteligente y buena persona que solía ser.
Me levanto del piso y me dirijo hacia mis cajones de ropa, abro uno de ellos y con una tijera empiezo a cortar cada prenda de ropa que se cruza por mi camino.Luego de acabar con todas y cada una de mis prendas de vestir, me dirijo al baño, me paro frente al espejo y con la tijera en mano, aún llorando, escondo mis nervios e intento cortar mi cabello, cosa que logro gracias a que tomé clases de peluquería.
El cabello me queda justo por encima de los hombros, sé que es un cambio radical ya que nunca me había cortado el cabello tan corto. Siempre, desde que tengo memoria, he tenido el cabello largo; me miro por última vez y suelto una media sonrisa ladeada. Me queda bien el corte, hace que las pecas que tengo esparcidas por los pómulos y parte de la nariz resalten.
Tengo que admitir que me sienta bien este look.
Me visto con ropa de mamá –lo más sencillo que encuentro-, una camisa de tirantes blanca, un mono gris y mis zapatos favoritos. Me dirijo hacia la billetera de papá y tomo lo que él dice que ''es solo para emergencias''. Una tarjeta de créditos. Y para mí, esto califica como emergencia.
Salgo de casa con mi hermana Athena pisándome los talones.