Pasó una semana y yo seguía súper confundida, no sabía que hacer, así que fui a la cafetería. Últimamente ese lugar se ha convertido en un refugio para mí. Mi mamá aún no sabe que hago esto y espero nunca se entere.
-Alex, me das un café así súpercargado por favor-dije mientras me sentaba.
-Pensé que te hacia daño el café tan cargado-dijo mientras tomaba una taza
-Ash. sí, lo hace. Pero que más da. Total, mi vida es un completo desastre.
-¿Porqué lo dices?-preguntó algo confundido
-Porque-suspiré- Me llevo increiblemente bien con alguien a quien le tengo prohibido hablar. Segundo, me voy a casar con alguien que me engaña. Y tercero, le mentí a mi mejor amiga y a mi madre.-dije rápido
-Mira Cat, yo opino que debes hablar con tu mamá, ella lo entenderá. Tú no mereces que te hagan daño, no creo que a tu mamá le guste que lastimen a su princesita. Y tu mejor amiga también lo entenderá, sólo se sincera.
-¿Sabes qué Alex? Tienes razón.-dije mientras me levantaba- Gracias
Ambos nos abrazamos y yo salí de la cafetería. Llegué al edificio dispuesta a terminar con todo de una vez por todas, y me di cuenta que lo volvió a hacer
-Jimena ¿Dónde está Israel?
-En su oficina, señorita
-Gracias-dije dándome la vuelta. Inmediatamente abrí la puerta de su oficina- Israel quiero que...
Y como ya dije, lo volvió a hacer, yo me quedé con la boca abierta al ver lo que sucedía, pero ahora no iba a escapar. AHORA ERA ISABEL, SU SECRETARIA. Con cuántas no me habrá engañado ya. No lo podía creer.
-¡PUEDO EXPLICARLO!-dijo sorprendido al verme
-Oh, no te preocupes, no tienes que explicar nada, lo entiendo-dije en un tono tranquilo-. Isabel, largo, estás despedida.
-NO PUEDES DESPEDIRLA, ES MI SECRETARIA-dijo mientras Isabel salía de la oficina
-Claro que puedo. Y ¿sabes porqué? Porque TÚ también estás despedido.-volteé hacia la salida-Ah y por cierto-dije volteando hacia él-, terminamos- y así salí de su oficina.
Más tarde, el llegar a mi casa vi a mi mejor amiga, Luisa, y mi madre quien se comportó un poco extraño, pero no le di importancia.
-¡Luisa! ¡Llegaste!-dije corriendo hacia ella para abrazarla-Te extrañé mucho-
-Bueno yo las dejo platicar-dijo mi madre-. Ya luego hablaré yo.
Se me hizo muy extraño que mi madre dijera eso. ¿Hablar ella? ¿De qué? No lo sé, pero preferí olvidarlo y enfocarme en que mi mejor amiga había regresado.
-¿Cómo estás?-le pregunté mientras nos sentábamos en el sillón de la sala- ¿Cómo te fue?
-increible-dijo emocionada-Pero no tan bien como a ti-dijo mientras me empujaba mi brazo izquierdo
-¿De qué hablas?-pregunté algo confundida
-De ese chico rubio de la cafetería
-¿Qué?-pregunté fingiendo no saber nada- Luisa, ya alucinas ¿De que rayos estás hablando?
No te hagas. Te vi muy abrazadita con él. No te preocupes, no le diré nada a Israel
-Luisa, sobre eso-guardé silencio por un par de segundos y luego suspiré- Israel y yo terminamos
-¿Qué?-dijo sorprendida y levantándose del sofa-¿Por qué? ¿Qué pasó?
-Él me engañó Luisa, y no iba a fingir que nada pasó
-¡Maldito! Voy a hablar muy seriamente con él
-No, Luisa, déjalo, pero ¿te puedo pedir un favor?
-Sí, claro, el que quieras-dijo después de sentarse nuevamente
-Por favor no le vayas a decir a mi madre que me viste con ese chavo
-Ups- dijo con cara de preocupación
-¿Ya le dijiste verdad?
-Lo siento, creí que lo sabía
-No te preocupes, ya hablaré con ella. Pero, cuéntame ¿cómo estuvo tu viaje?
Estuvimos varias horas platicando sobre cómo estuvo su viaje, todo lo que hizo y todo lo que había pasado durante su ausencia. Le platiqué cómo conocí a Álex y muchas cosas más.
Sin darnos cuenta, se hizo de noche y Luisa tenía que llegar a su casa. Más tardó Luisa en salir que en lo que mi madre apareció
-¡No quiero que te vuelvas a acercar a esa cafetería?- dijo gritando- ¿Entendido
-¿Qué?