Los Elegidos (en proceso)

Capítulo 1

 

Había escuchado a sus padres hablar sobre eso, en susurros, llenos de miedo

Había escuchado a sus padres hablar sobre eso, en susurros, llenos de miedo. Su madre le discutía a su padre que dejara de soñar, que ellos nunca existieron y no van a existir, y que dejara de llenarle la cabeza con ideas erróneas e historias falsas, que lo único que iba a provocar era que él viviera en una fantasía imaginando que cinco personas los iban a salvar de toda las desgracias que estaban viviendo. Su padre no se quedó atrás, le respondía que no eran ideas falsas y mucho menos sueños, que si se prohibía hablar del tema era por una razón, que no estaba mal tener un poco de fe, le recalcaba seguro de sí mismo, que algún día, tarde o temprano, ellos llegarán a terminar con la más temible tiranía que los golpeaba a todos los ciudadanos de Gondwana.

No sabía a quién creerle, sabía que su madre tenía razón, era absurdo pensar que cinco personas extrañas los iban a liberar del gobierno que los azotaba. Pero en el fondo sabía que su padre no estaba del todo loco, tenía fe, algo que con el tiempo se había perdido en todas las personas que, en ese entonces, había conocido.

Su madre simplemente se cansó de las tonterías de su padre y de discutir, y se marchó cuando tenía 12 años. Se quedó con su padre hablando sobre los salvadores de la ciudad de la luz. Eran tan ilusos de creer que nadie más que ellos estaba escuchando. Tenía 15 años cuando lo asesinaron. Recordaba que estaban cenando y se escuchó un toque en la puerta muy fuerte. Su padre le ordenó que se escondiera y se encerró en el armario de la pequeña cocina. Entraron soldados del ejército de la sombra y sin pestañear, como si de un objeto sin valor se tratara, lo asesinaron. Revisaron todo el lugar, buscando indicios de otra persona en ese pequeño hogar, cuando no encontraron nada se marcharon.

No imaginó que a esa edad tendría que madurar tan rápido, le habían arrebatado a su única familia. Recordaba haber durado un buen tiempo dentro de ese armario, y en el momento que iba a salir, volvió a escuchar pasos. Tenía mucho miedo y ya se estaba aferrando a la idea de que habían vuelto y que descubrieron su escondite. 

- Sal de ahí niño. Yo no te hare daño - Dijo la voz que al parecer era de un hombre. No la conocía así que evitó hacer el mínimo ruido para evitar ser descubierto. Pero sus esfuerzos fueron en vano, pues abrió la puerta del armario. Era un hombre alto y ya mayor, podría decir que un poco más que su padre. Tenía un uniforme negro, pero este no era como los de los soldados que atacaron su hogar, era diferente.

-  Ya puedes salir, estas a salvo, pero necesito que vengas conmigo antes de que las cosas se compliquen- le dijo casí arrastrandolo para salir. No sabía si confiar así que pusó resistencia y forcejeó, él era el doble de fuerte a él, pero de alguna manera logró soltarse y alcanzar un cuchillo que estaba en la mesa de la cocina y amenzarló.

- Dejemé y no le haré daño - Dijó con una voz tan temblorosa. Le temblaba todo el cuerpo y no sabía de donde sacó el coraje para apuntarlo con aquel cuchillo. Pero fue en cuestión de segundos que le arrebatara con un solo movimiento el cuchillo de sus manos.

- Dije que no te haría daño. Poseo poca paciencia así que decide, si quieres seguir viviendo ven conmigo, sino quedate aquí esperando que alguien te encuentre y te entregue. - Dijo con un tono frío y serio. Lo observó por un momento y sabía que no tenía opción más que ir con él. 

Soltó el cuchillo y empezó a dirigirse a la salida. - Esta bien, ire con usted. Solo dejeme recoger algunas cosas. - Asintió y se dirigió a lo que se volvería su antigua habitación. Agarró una maleta y empacó unas pocas prendas de ropa y una vieja foto de sus padres. Cuando salió de la habitación y empezó a caminar a la salida, sintió como dejaba su vida en esas cuatro paredes. Sabía que en ese momento todo iba a cambiar, que al salir de esa casa, su vida no iba a hacer la misma. - Estoy listo- le dijó a aquel hombre. Quería llorar, pero sabía que debía mantenerse fuerte para enfrentar lo que viniera.

Empezarón a caminar hacia la salida y notó como el hombre no venía solo, pues había un auto y otros dos hombres al rededor de este. No sabía como llegaron sin ser detenidos, o como se enteraron de lo sucedido, pero la realidad es que no quería saberlo, así que evitó las preguntas. Se subieron al auto y este empezó a andar y el camino fue todo menos agradable.

- Siento mucho lo que ocurrió y se que debes tener preguntas. Me llamo Phoenix y era amigo de tu padre y me juró prometerle que si algo ocurría debía llevarte conmigo y ponerte a salvo. Después te explicare todo mejor, pero debes de saber que tu padre y sus historias nunca fueron falsas, Demian - No sabía que responder al respecto, pero si su padre confiaba en él, pensó que también debía hacerlo. Y ese fue el momento en que su vida cambio, dejando más preguntas que respuestas. 

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En el texto hay: amor, magia, amistad

Editado: 28.09.2023

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