HARRIET
— ¿Qué quieres hacer hoy? —le pregunto a Fletcher quien conduce mientras yo le subo volumen a la música.
—Mariana me dio dos entradas para el concierto de hoy, los Firestones —Fletcher sonríe—. Asumo que quería que fuéramos juntos pero me las regaló y nunca me dijo nada directamente así que tú y yo iremos al concierto.
Levanto una ceja y sonrío. —Le romperás el corazón.
Fletcher hace un ademan. —Una más en la lista.
Nos reímos y le doy un golpe suave en el hombro. —Eres tan cruel, ¿Qué harás si te reclama después?
Mariana es una porrista y aunque no es la más popular ni la más bonita, tiene a varios chicos detrás de ella esperando a ser correspondidos sin embargo toda su atención está en Fletcher.
Lástima que la atención de Fletcher no esté en ella (sarcasmo).
Fletcher baja la ventanilla a la mitad. —Pues la verdad —me mira un segundo—. Diré que pensé que era un simple regalo y llevé a mi mejor amiga, ¿Qué tiene eso de malo?
—Nada —sonrío satisfecha, cada vez que Fletcher decide pasar tiempo conmigo en lugar de otra chica me hace muy feliz.
A pesar que no me guste mucho la música de los Firestones, una banda de rock alternativo con chicos que todo el tiempo parecen drogados, estoy feliz de pasar tiempo con Fletcher y hacer cosas divertidas a su lado.
—Ahora vamos a comer —me dice girando en U para llegar a nuestro restaurante favorito, uno de hamburguesas enormes y malteadas llenas de azúcar.
Fletcher me señala. —El concierto es hasta las siete, tenemos tres horas para pasar el rato.
—Claro, después vamos al centro comercial así le compramos algo a tu mamá.
Su cumpleaños es la próxima semana y siempre lo celebramos con una cena en casa de mis padres, todo el tiempo ha sido así desde que tengo memoria.
—Ah claro, el cumpleaños de mamá —Fletcher se estaciona frente al restaurante.
Le doy un golpe en el brazo. — ¿Por qué nunca te acuerdas del cumpleaños de tu mamá? —Le reclamo riendo—, bueno, del de nadie.
Fletcher pasa su mano por su rostro. —Sí me acuerdo del tuyo.
Ruedo los ojos. —Eso no cuenta, tu hermano cumple el mismo día que yo, es fácil de recordarlo.
Es fácil recordar el cumpleaños de sus hermanos pues Stella, su madre se la pasa hablando y planificando ese día muy emocionada desde un mes antes. A su madre le encantan los cumpleaños y supongo que su espíritu de fiesta no lo ha perdido completamente, solo se ha transformado.
—Bueno, no negaré eso —sonríe—. Pero sí me acuerdo de tu cumpleaños, es el quince de agosto, justo a la mitad del mes. Además eres mi mejor amiga.
Ruedo los ojos y despeino un poco su cabello. —Que amable de tu parte, Fletch.
Toma mi mano antes que yo la retire de su cabello. —Harriet eres una chica muy mala —con la otra mano se quita el cinturón de seguridad y se inclina para estar más cerca de mí—. ¿Y sabes que les hago a las chicas malas?
Aun si mi corazón se ha acelerado y quiero acercarme para besarlo, empujo su rostro con mi otra mano y me recuerdo que debo esperar para graduarnos y estar lejos de nuestras familias así podremos iniciar nuestra relación. —Les rompes el corazón —bromeo.
Fletcher se inclina un poco más y juntos mis labios, todo mi cuerpo se tensa y es más difícil respirar. —No, les hago… —comienza a hacerme cosquillas en el cuello, él sabe que solo ahí siento las cosquillas—, esto.
Me retuerzo en mi asiento, trato de alejarse mientras yo río y él también. Estiro mi mano y trato de hacerle cosquillas también pero él toma mi brazo y presiona el otro con su cuerpo contra el asiento para que no pueda hacer nada. — ¡Fletcher, basta! —grito sin poder dejar de reírme.
Fletcher me deja y seguimos riendo, ¿Cómo se supone que no esté enamorado de este chico si me la paso tan bien con él todo el tiempo?
—Eres un tonto, Fletcher —le digo antes de abrir la puerta.
Fletcher me tira mi cabello en la cara con un movimiento. —Pero soy tu tonto, Harriet.
Luego de comer un par de hamburguesas fuimos al centro comercial para buscarle algo a su mamá. Stella es una persona muy especial para mí, siempre he sentido que es como mi tía de verdad y todo el tiempo he tratado de darle los mejores regalos según mis posibilidades.
Cuando era muy pequeña como para tener dinero le dibujaba algo especial, no era talentosa en absoluto pero hacia mi mejor esfuerzo. Luego cuando crecí un poco me gustaba cortar flores para ella y pedirle a papá algo de dinero para comprarle un pastel o un caramelo, ella siempre los recibía como si le diera joyas carísimas. Los últimos años con el dinero que he ganado en trabajos de verano le he regalado un joyero, unas pulseras y la última vez le di una cartera que no es costosa pero es bonita.
— ¿Qué le darás a tu mamá? —le pregunto a Fletcher mientras subimos por las escaleras eléctricas.
—Eh, no tengo idea. ¿Algún perfume? —pregunta sin mucho interés.
Ruedo los ojos. —Es tu madre, sé un poco más detallista.
Fletcher me rodea con su brazo por sobre los hombros cuando bajamos de las escaleras eléctricas. — ¿Qué le darás tú?
—Estoy pensando en comprarle su labial favorito, ya sabes, el de color salmón que tanto le gusta. —Siempre en ocasiones especiales lo usa, hace dos semanas escuché cuando le dijo a mamá que se le había acabado. Quiero dárselo yo y sé que le encantará.
— ¿Mamá usa labial? —pregunta Fletcher deteniéndose en una tienda de música.
Tiro de él. —Sí los usa todo el tiempo —él no se mueve—. Vamos Fletch, apúrate.
— ¿Sabías que Firestones van a hacer audiciones en verano para encontrar un guitarrista? —me pregunta ignorándome.
—Ah —volteo viendo la tienda de maquillaje que está al otro lado de donde estamos, ese labial es popular y no siempre está disponible, ni siquiera en línea. Ayer vi que habían ingresado y no había muchos disponibles así que temo que se los lleven.