HARRIET
Regresamos de Joy’s y estamos de vuelta en mi casa. El auto de la madre de Fletcher aún sigue aquí así que asumimos que no se han ido.
Cuando bajamos ellas están en la sala de estar y Mia corre para ir con Jana, la abraza y Jana se ríe con su adorable risa aguda. Mamá nos sonríe cuando entramos y Stella también.
— ¿Qué hacían, chicos? —pregunta mamá.
Fletcher se sienta en medio de ellas dos. Hubo un tiempo cuando Fletcher tenía nueve años que se volvió el consentido de mi mamá aun si ella no lo quiere admitir. Recuerdo que él miraba programas de cocina a su lado, le gustaba ayudarla en el jardín y se recostaba para que mamá le acariciara el cabello.
Mia lo vio haciendo todo eso y lo imitó, eventualmente parecía que ellos dos eran sus hijos y no Tomas y yo. A mí no me importaba, me gustaba pasar más tiempo con Stella pues ella pintaba mis uñas con brillo y me peinaba de distintas formas. Tomas solía pensar que Elthon era el chico más genial del mundo así que lo seguía a todas partes donde él estuviera. Su padre lo llevaba al acuario, al observatorio y al zoológico pues le gustaba observar todo incluso cuando era un niño. Tomas estaba a su lado y era como su asistente.
—Fuimos por pizza —Stella peina su cabello retirándole el que le cubre la frente.
Mamá pincha con sus dedos una mejilla. —Cuanto has crecido, Fletcher. Recuerdo cuando eras un bebito y te sostenía en mis brazos.
Fletcher sonríe de una forma que solo lo hace con mi madre, su mamá o su abuela. —Era el bebé más lindo del mundo.
Stella ríe. —Es posible, pero Elthon tenía unas mejillas regordetas y rosadas. Era adorable.
—Era —digo yo quedándome parada al lado del sofá.
Mamá suspira. —Harriet ya traía el pelo oscuro y esas pestañas largas, mi niña era tan hermosa.
Tomas ríe y enfatiza el “Era”
Mamá mira a Tomas. —A mi otro bebé lo conocí cuando tenía tres años, me hubiera gustado conocerte antes Tom.
Tomas sonríe. —A mí también, supongo —se acerca a ella y le da un beso en la mejilla—. Pero al menos fui feliz lejos de Harriet por los primeros años de mi vida.
Estiro mi mano para golpearle la cabeza pero él se aleja y va a la cocina.
—Bueno, supongo que ya nos vamos —Stella mira a sus hijos esperando una confirmación, Mia asiente y Fletcher se pone de pie.
—Eh, solo quiero hacer algo antes —se acerca a mí y me toma del brazo—. Me regreso en un rato, tengo mi auto.
Me lleva hasta la puerta de entrada y salimos de nuevo. — ¿Qué quieres hacer ahora? —le pregunto.
Fletcher suelta mi brazo y coloca el suyo sobre mis hombros. —Vamos a pasear un rato, me gusta estar a solas contigo.
Me recuerdo que no debería emocionarme por este tipo de comentarios que él suele hacer. Sé que aún no me mira como algo más que su amiga pero también creo que muy dentro de él, quizás en lo que Elthon llamaría como inconciencia, siente algo por mí.
Él es un chico y yo soy una chica, la pasamos bien y nos queremos. Tiene que sentir algo por mí. Lo único que hace falta es darse cuenta de esos sentimientos, yo estoy segura que cuando finalmente diga todo lo que siento por él, va a dejar de verme solo como su amiga y comenzará a admitir sus verdaderos sentimientos.
— ¿Quieres ir al baile de bienvenida? —le pregunto tratando de sonar lo más casual posible.
—Ah, sí —Fletcher está cerca de mí y puedo sentir el olor peculiar de su desodorante. Ese olor me molesta en todos los chicos, siento que se bañan con esas latas pero no en Fletch—. Vamos, será divertido.
—No sé si será divertido —río—, pero escuché que los del equipo de soccer mesclaran las bebidas con alcohol así que podremos beber sin tener culpa de nada, haremos como si no sabíamos de su plan.
Fletcher me acerca a él y me abraza la cabeza básicamente. —Por eso te quiero, Harriet. Siempre tienes las mejores ideas.
—Suéltame —le digo riendo y esperando que no lo haga, que siga abrazándome de esta forma.
Fletcher libera un brazo de mí y caminamos por la acerca mientras el cielo está tornándose de un tono azul oscuro mientras va ocultándose el sol. —Oye Harriet —Fletcher toma aire—. ¿Has planeado algo para el verano?
Entorno mis ojos hacia el frente. —Supongo que no. Debemos ver las cosas de la universidad y eso pero… no sé, lo mismo de siempre.
Fletcher aclara su garganta. — ¿No te gustaría hacer algo alocado? Digo, no sé, ¿romper reglas para lograr lo que has soñado?
Suelto aire por la nariz como si estuviera riendo. —Em siempre quiero hacer cosas alocadas pero no tengo nada de eso, un sueño.
Él se detiene, me suelta y se coloca frente a mí. —Pero tú querías ser química bióloga.
Suelto una carcajada. —Eso era cuando teníamos como diez años, ahora no sé qué quiero. Supongo que iré a la universidad y estudiaré algo, aún estoy pensando qué.
—Ah —ahora entrelaza su brazo con el mío—. Bueno, supongo que aún tenemos cosas que pensar, ¿No?
—Aún falta para el verano, meses —le recuerdo.
Sonríe. —Sí pero, no sé —vuelve a detenerse, se gira y estira su mano para retirar el cabello que el viento movió a mis ojos—, me gustaría que pase lo pase, sigamos como ahora.
¿Cómo ahora? ¿A qué se refiere? — ¿Hablas de ser amigos?
Hace una mueca. —Sí pero, más que eso —coloca su palma extendida sobre mi cabeza, inclina un poco su rostro para quedar a mi altura y alinea sus ojos con los míos—. Estar juntos por siempre.
Estar juntos por siempre.
—Dudo mucho que alguna vez nos separemos, hemos estado en la vida del otro desde siempre, bueno, tú naciste dos meses antes que yo así que por esos meses tú estabas solo en la vida.
Fletcher sonríe. —Que terribles dos meses sin ti en mi vida, lloraba todo el tiempo.
Seguimos caminando sin ningún destino en particular.
—Hablo enserio, Fletch. Tengo el presentimiento que siempre estaremos juntos, pase lo que pase.