HARRIET
— ¿Qué rayos haces tú aquí? —le pregunto a Elthon cuando entro a la cocina.
Hoy es lunes de nuevo y las cosas han vuelto a la normalidad. Hace una semana arreglé las cosas con Fletcher y eventualmente Mia y Tomas también dejaron su enojo hacia él. Fletcher me llevó a comer el viernes pasado y ya no hay tensión entre nosotros.
Se encoje de hombros. —Buenas tardes Harriet —contesta.
No le respondo, voy por un vaso y me sirvo un poco de agua. —Ya en serio, ¿Qué haces aquí?
—Tu mamá me pidió que la ayudara a limpiar el ático y eso he estado haciendo —se para de la silla donde estaba sentado—. ¿Y Fletcher?
—Tú casa. Íbamos a ir al cine pero le duele la cabeza —le digo y miro su brazo, tiene una cortada—. ¿Qué te pasó en el brazo?
Baja la mirada y levanta los hombros. —Ah, supongo que me lastimé mientras limpiaba.
Me siento a su lado. —Límpiate, se infectará.
Él se ríe un poco. — ¿Te preocupas por mí, Harriet? —me mira con una sonrisa.
Recuesto mis brazos sobre la encimera y coloco mi cabeza ahí sobre ellos. —Desearías que lo hiciera.
Elthon se queda observándome en silencio, pensé que diría algo pero solo se queda así, viéndome fijamente.
— ¿Qué tanto miras? —le pregunto frunciendo el ceño.
Él muestra una pequeña sonrisa. —No has cambiado nada, tienes el mismo rostro de siempre.
—Eterna juventud, asombroso —digo cerrando los ojos.
—Harriet —Elthon habla—, ¿Qué vas a hacer esta tarde?
Abro los ojos y me incorporo, él está actuando raro. — ¿Qué te traes, Elthon? Nosotros no pasamos tiempo juntos.
—Antes sí —me dice.
Lo sé, antes sí lo hacíamos. Dejé de pasar tiempo con Elthon cuando tenía quince años pues Fletcher comenzó a gustarme realmente y lo único que quería era pasar tanto tiempo con él como fuera posible. Antes Elthon ya era así, con esa personalidad más seria pero sí pasaba tiempo con nosotros y conmigo era más cercano que con cualquiera.
Tal vez lo que nos alejó fue remplazarlo por Fletcher.
Muevo mi cabello hacia un lado. —Antes cuando éramos niños y nos celebraran los cumpleaños juntos.
—Vamos Harriet, tampoco es como si somos desconocidos. —Elthon está actuando raro hoy.
—Elthon, no sé porque eres amable conmigo pero no te ayudaré en nada, estoy cansada y me iré a dormir —le digo evitando que proponga algo para hacer.
— ¿No quieres acompañarme? —pregunta antes que salga fuera de la cocina.
Volteo. — ¿A dónde? —Estoy acostumbrada a salir pues me aburro estando sola y casi siempre estoy con Fletcher.
Se para y camina acercándose. —Al lugar donde tu mamá quería que fuera a llevar las cosas, el albergue.
— ¿Albergue de qué? —pregunto elevando una ceja.
—Es un albergue donde soy voluntario, atienden a personas de escasos recursos de diferentes formas. —Elthon dice como si fuera lo más causal del mundo, no tenía idea que él fuera voluntario en ningún lugar.
— ¿Eres voluntario? —pregunto cruzando los brazos.
Se encoje de hombros. —Sí, cuando puedo voy allá.
—Cuando no estás trabajando —asumo.
Elthon trabaja como asistente en una oficina de algo relacionado con abogados y todo eso, es como la persona que archiva y revisa que el sistema de computación funcione, no sé, nunca me ha interesado mucho su trabajo lo suficiente como para tener todas las respuestas lo único que sé es que va ahí de lunes a viernes aunque a veces le dan un día libre según explico una vez.
—Ah, mira que buena persona eres —bromeo recostándome en la pared.
Suspira. —Como sea, ¿Quieres venir o no? Pensé que todos vendrían aquí y necesito ayuda para llevar las cajas, no pesan mucho pero son varias.
Considero mis opciones. Me quedo en casa sin hacer nada especial o acompaño a Elthon para bajar cajas y hacer lo que sea se haga en un albergue.
—Bueno, voy contigo solo porque Tomas y Mia se fueron y estaré sola el resto de la tarde.
—Bien, vamos entonces —Elthon me hace una seña.
Si eran varias cajas, por lo menos unas ocho medianas y dos grandes. Es increíble el montón de cosas viejas que habían en el ático, por lo que me dijo Elthon son viejos utensilios de cocina que están en buen estado, abrigos y zapatos, algunos cubrecamas y juguetes.
— ¿Por qué eres voluntario aquí? —le pregunto cuando llegamos.
“ALBERGUE DE LOS DÍAS PROSPEROS” leo el titulo pintado sobre el fondo blanco de la fachada. Por fuera parece una casa común y corriente, una puerta negra y dos niveles. Elthon me explica que la casa de al lado también es parte del albergue pero es más como una guardería para las madres que trabajan en lugares como restaurantes de comida rápida o cosas así y no tienen a nadie para que cuide a sus hijos.
— ¿Esas cosas que encontraste en el ático les servirán? —pregunto viéndolo.
Él sale del auto y yo lo sigo. —Sí que le servirán —abre la cajuela—. Mira, estas personas han tenido que dormir en la calle, un edredón en buen estado es algo que estará altamente agradecidos.
—Bien, te ayudo —le digo y me entrega una caja mediana, no está tan pesada. La llevamos hasta la entrada, él toca el timbre y nos abre la puerta una señora bajita con una sonrisa amigable y el cabello rojizo corto.
—Elthon —saluda alegremente—, veo que trajiste a una chica guapa contigo, ¿Es tu hermanita?
Niega. —No, ella es Harriet, nos conocemos desde siempre.
La mujer asiente abriendo un poco la boca. —Ah, ¿Es ella la hija de los mejores amigos de tus padres?
—La misma en persona —digo yo sonriendo sorprendida que sepa sobre mis padres y sus padres siendo amigos.
La señora se lleva una mano al pecho. —Me llamo Wanda, pasen por favor.
—Traemos varias cosas —anuncia Elthon—, las entraremos todas.
Wanda asiente. —Llamaré a Albert para que comencemos a acomodar todo, Park aún no ha venido pero los demás están sirviendo la comida.