Alexa
Si no fuese una mujer segura y terca como una mula, probablemente optaría por un vestuario glamuroso y recatado, pero nací rebelde de pies a cabeza, así que el outfit elegido es un vestido escandalosamente colorido y terriblemente sexy, mi cabello está a mil convirtiendose en un complemento perfecto para no pasar desapercibida y mi yo interior aplaude decidido a provocar y hacer sufrir a Gabriel Santiesteban.
Me miró en el espejo y me juro a mi misma que si fuese un hombre ya hubiera perdido la cabeza con la suma de curvas que componen mi cuerpo.
De sopetón se viene a mi cabeza las palabras de sor Angela cuando nos instaba a ser humildes y es obvio que ni un ápice de sus palabras lograron penetrar a mi cerebro.
Por más buenas intenciones de las monjitas del colegio donde cursé la secundaria, las enseñanzas de mi abuela paterna estaban grabadas a fuego por lo que ser humilde y sumisa nunca habían sido una opción para mí.
A la hora acordada escucho sonar el timbre y me dispongo a bajar al primer piso, cuando escucho las voces de mi madre y Gabriel quienes intercambian un cordial saludo, su voz ronca pone a latir mi corazón más rápido de lo normal y tengo que regañarme mentalmente para demostrar una actitud serena y glamurosa.
Al bajar por las escaleras noto como sus ojos recorren mi cuerpo pero en vez de lujuria veo interés y cierta socarroneria, es obvio que ha adivinado mis intenciones, hago un repaso mental de mi ropa y aunque admito que es atrevida no cae en lo vulgar, me preparo para escuchar alguna queja sobre mi vestuario pero contrario a lo que espero Gabriel no hace ningún comentario burlón o despectivo, sino que toma mis mano y la acerca a sus labios para depositar un suave beso.
El roce de sus labios contra mi piel y la dulzura del gesto tocan mi alma de una forma inusual, sus ojos brillan sin malicia alguna y al igual que yo se ve un poco desconcertado ante las sensaciones que despierta nuestra cercanía.
Nuestro arrobamiento es interrumpido por un carraspeo de mi padre, rápidamente nos despedimos y nos dirigimos a su auto, junto al cual espera un chófer, el cual al vernos abre inmediatamente la puerta del coche y después de subirnos conduce por varios minutos para luego tomar una de las salidas de la ciudad, volteo extrañada hacia Gabriel llenándolo de preguntas pero reacio se niega a sacarme de dudas, solo sonríe travieso.
—Confía en mi, te gustará.
Varios minutos después nos detenemos frente a un helipuerto, lo miró extrañada, pero sigue empeñado en guardar silencio, toma mi mano y me lleva con prisa hacia un helicóptero al cual me hace subir con prisa.
—Podrías darme por lo menos una idea de hacia dónde nos dirigimos.
—¿Una pista?, España.
—¿España?, ¿Es algún restaurante español? —niega con la cabeza— ¿no?, ¿ qué clase de pista es esa?
—La única que te daré, Alexa —toma mi rostro y me observa de esa manera tan única, y me corazón se llena de sueños cursis que son arrollados por el dulce timbre de su voz —mi objetivo es hacer de esta primera cita algo muy especial para ambos.
—¿Primera? — pregunto divertida
—Sí, la primera de muchas.
Después de aterrizar descubro que nuestro destino fue el Performance Venue at Hollywood Park de la ciudad de los angeles, donde se desarrollará uno de los conciertos de Alejandro Sanz en su gira por Estados Unidos.
Un aviso inmenso en la fachada del edificio anuncia el espectáculo que comenzará aproximadamente dentro de cuarenta minutos e inmediatamente volteo mi rostro hacia Gabriel quien sonríe presuntuoso.
—Por favor, dime que si me trajiste a este lugar es porque vamos asistir al concierto de Alejandro Sanz.
—Así es.
—¿Pero de donde sacaste la idea?
—Tuve la ayuda de tu hermana, estaba decidido a impresionarte y de alguna forma resarcir mi error, por lo que decidí contactarla y pedir su ayuda, ¿lo conseguí?
—Digamos que has hecho una buena jugada, llevo años deseando asistir a uno de los conciertos del español pero siempre que hacía el intento de asistir se presentaba algún impedimento.
—Me sorprende que te guste este tipo de música, te imaginé fanática del regaeton —comenta extrañado.
—Pensé que ya habías aprendido la lección, Santiesteban. No es bueno realizar juicios basados únicamente en las apariencias —le digo en tono de reclamo.
—Lo siento, es que no actúas como una mujer romántica, limitas las relaciones al plano sexual, Alexa, o me vas a negar que a pesar de haberte aclarado que no me gusta el sexo casual te vestiste así para provocarme y llevarme a la cama.
—Eso último sonó un poco victoriano —comento irónica.
— ¿ Victoriano? Cuando tu ropa me grita quiero un revolcon mientras yo me empeño en conocer tu mente y tu alma.
— ¿Me quieres decir, que no deseas mi cuerpo? —pregunto retadora— cuidado y no te vaya a crecer la nariz.
—Admito que eres una mujer hermosa, Alexa, y que existe tensión sexual entre nosotros, pero si hoy me fuera a la cama contigo no pasarías de ser mas que un revolcon. Y eso lo puedo obtener de cualquier mujer, te puedo asegurar que al igual que tú hay muchas féminas dispuestas a meterse en mi cama, incluso más bonita y que al igual que tú tienen una vagina, senos y trasero, lo único que las diferencia de ti, es tu esencia, quien eres como ser humano. Así que dime, ¿ quieres ser tratada como una mujer o como un pedazo de carne? —me confronta enojado.
Bajo la cabeza avergonzada, tengo que reconocer que he actuado adrede y con saña, mi conciencia me hostiga con comentarios como "caprichosa y maleducada" pero mis latigazos mentales son interrumpidos por la suave caricias de las manos de Gabriel.
—Baja tus armas, Alexa y brindame la oportunidad de conocerte.
—¿Mis armas?
—Sí, tus armas de seducción —afirma para luego besar mi frente— ven, disfrutemos del concierto, quiero saber si acerte con la sorpresa, tu hermana me dijo que te sabias la letra de cada una de las canciones de Alejandro Sanz y que posees muy buena voz.