Jackeline
Los colores se me van del rostro cuando Alexa, la auxiliar de archivo me recrimina mi actitud.
Sé que no es su culpa que Bratt no voltee a mirarme, pero su ropa entallada, su sensualidad y su personalidad vivaz acentúan mi ropa y forma de ser poco atractiva.
Llevo dos años laborando en la institución y ni una sola vez Bratt ha mostrado algún interés por mí, en cambio con Alexa se deshace en halagos y se vale de cualquier excusa para acercarse a la oficina de archivo y poder hablar con ella.
Mis amigas del club de lectura me habían sugerido acercarme e invitarlo a tomar un café pero el miedo al rechazo me había detenido.
Era una mujer realista y a diferencia de Alexa y su antigua exnovia, tenía un cuerpo que carecía de curvas exuberantes, mi pecho no era plano pero eran muy pequeños para lucir un escote de infarto y mi derriere no atraía las miradas masculinas, era totalmente opuesto al canon de belleza femenina que perseguían la mayoría de los hombres.
Tomo valor y me levanto decidida a ofrecerle una disculpa, Alexa no me había hecho nada y era hora de renunciar al tonto enamoramiento que siento por Bratt.
Alexa, tenía razón al decirme que no vale la pena que pierda el sueño por un hombre que no voltea ni a mirarme.
Camino asustada, esperando lo peor, especialmente, cuando al ingresar a su oficina me encuentro con una mirada fría y desprovista de toda cortesía.
—Lo siento, mi comportamiento no ha sido el mejor, he actuado como una chiquilla celosa, en vez de mostrarme un comportamiento maduro y profesional —observo como se queda pensativa como si buscara hallar la verdad de mis palabras.
—¿Lo sientes de verdad? —muevo mi cabeza afirmativamente.
—Si. He sido muy injusta contigo, no tengo ningún derecho sobre Bratt. Todo lo que dijiste es cierto, nunca me ha mirado como mujer a lo sumo como una compañera de trabajo la cual no entra siquiera en la categoría de amiga. He hecho el ridículo.
—Si de verdad te gusta puedo ayudarte a captar su atención.
—¿Convirtiendome en alguien que no soy? —aunque las palabras de Alexa fueron muy duras son ciertas, no soy una femme fatale, ni quiero serlo, amo los libros y tener una vida sencilla aunque suene un poco nerd, no me siento a gusto ofreciéndome como un trozo de carne ansioso y dispuesto a ser mordido por el galán de turno ni sueño con interpretar el papel de la damisela en apuro.
—No, exactamente. Tienes razón en querer ser auténtica, Jackeline, porque de que te vale tener a un hombre a tu lado si tienes que fingir ser algo que no eres, pero nuestra ropa, cabello y cuidado personal tiene el poder de sumarnos o restarnos puntos al igual que fortalece o mina nuestra seguridad.
》Si lo deseas después de salir del trabajo podemos ir al centro comercial que nos queda cerca y visitar algunas boutique, entre las dos estoy segura que hallaremos prendas que se amolden a tu estilo pero que en vez de opacarte resalten tu belleza.
—Vestir sexy, no es lo mío. Amo el sentirme cómoda y la ropa entallada, los zapatos de plataforma y los escotes pronunciados producen en mi lo contrario —digo con desánimo
—No te preocupes, no te voy a convertir en mi clon —dice jocosamente— todas las mujeres tenemos la habilidad de ser sensuales y para ellos no necesitamos usar ropa sexy, la clave está en sentirnos seguras con nuestro cuerpo y con nosotras mismas y proyectarlo. Tambien tienes que perder el miedo de hablar con Bratt. ¿Qué es lo que te preocupa?
—Hacer el ridículo.
—¿Y qué?, todos en alguna ocasión lo hemos hecho, incluido él, sólo es un hombre, no es Dios. Además, ni tú misma lo conoces. No has pensado que Bratt puede ser un completo idiota y al hablar con él por fuera de la oficina te podrías dar cuenta que es alguien soso y sin gracia —comenta provocando mi risa.
—Tienes razón, debo perder el miedo y salir de dudas, de una buena vez por todas.
A la salida del trabajo nos vamos juntas al centro comercial más cercano y aunque pensé que esto iba a ser una tortura, debo admitir que resultó bastante agradable. Alexa busco ropa hermosa, que acentuara mis escasez de curvas pero sin llegar a ser demasiado apretada o reveladora, quedé impresionada por la facilidad con la que hallaba las prendas indicadas para mi y como las combinaba con los accesorios correctos haciéndolas aún más perfectas al punto de preguntarme porque si tenía tan buen ojo para la moda vestía de forma tan "colorida" por decirlo de alguna modo.
—Por que amo los colores, me encanta atraer las miradas, ser el centro de stencion y estoy muy satisfecha con mi cuerpo.
—¿Como supiste?
—¿Cómo supe lo que estabas pensando? —dice entre risas— Es obvio, no dejabas de mirar la ropa que elegí para ti y mirarme a mí. Debes dejar a un lado los prejuicios, las personas son más que las prendas que visten
》Ahora que tal si vamos a la peluquería. Y no pongas mala cara, vamos, confía en mí, te aseguro que no va a ser nada drástico.
¿Nada drastico? Eso fue lo que pensamos hasta que la estilista que nos tocó propuso la maravillosa idea de hacerme un corte Bob y aunque al principio me mostré reacia cambie de opinión cuando nos mostró con ayuda de una app como luciria con el cambio, me veia tan diferente y tan guapa que decidí arriesgarme dejando atrás la larga cabellera que me había acompañado por años.
Después de hora y media logré salir de la peluquería con una nueva y mejorada versión de mí, parecía una chiquilla emocionada observando mi reflejo en los vidrios de los escaparates y moviendo mi cabeza para disfrutar de la ligereza que obtuve al librarme de mi larga melena.
Decidimos comer algo ligero en la cafetería del centro comercial mientras escojiamos el outfit con el cual iría mañana a trabajar.
—Gracias. Otra persona después de mi actitud no hubiesen mostrado ningún interés en ayudarme —digo agradecida.