Rebeca
El sonido de la alarma me alerta sobre la toma de las pastillas que debo tomar por mi embarazo rompiendo la concentración que tengo puesta en la pantalla de mi computador, me sirvo un vaso de agua y apuro el medicamento para darme un vistazo es un espejo de mano, dentro de una hora debo reunirme con un nuevo cliente.
Mi vientre aún permanece plano y si no fuera por las ojeras causadas por las constantes nauseas que me atacan sin piedad desde la madrugada hasta bien entrada la mañana mi embarazo no sería obvio.
Recibo un mensaje de Miranda quien me avisa que llegará tarde a casa y pienso una vez más en lo ciego que podemos ser cuando el prejuicio empaña nuestra mente, a pesar de mi amor por Alexa siempre la consideré algo frívola y superación y tengo que admitir que la palabra promiscua acompañaba mi juicios los cuales eran más duros aún cuando iban dirigidos a Miranda.
La vida es una suerte de ironía, algunos la definen como una carrera donde hay que jugar a ser el ganador mientras que otros la definen como una escuela o un campo de entrenamiento, me inclino más por la segunda visión especialmente después de todo lo vivido en estos últimos días.
Es increíble como en un lapso corto de tiempo tu forma de ver la vida y a las personas da un giro radical, donde Dios se empeña en bajar del pedestal a las personas que habías endiosado y mostrártelo en toda su humanidad, y darte una lección de humildad al mostrarte la grandeza que guardan aquellos de los que te erigiste juez.
Alexa, Miranda y mi padre son un ejemplo de ello, las primera a sabienda de la opinión que guardaba sobre ellas no han dudado en mostrarme su apoyo y defenderme de las críticas, Miranda incluso me ha dado cobijo en su casa y cuida de mí como una hermana más y Alexa no sólo actúa como mediadora entre mi padre y yo sino que ha asumido el mayor peso del cuidado de mi madre dedicándose en cuerpo y alma a sacarla adelante y sin proponérselo ha tomado su lugar convirtiendose en el eje en el cual nos apoyamos los demás. Incluso mi padre a pesar de sus reticencias ha dejado el control de la casa y del cuidado de mi madre en manos de mi hermana quien le ha demostrado que es más que capaz de encargarse de todo y tomar decisiones con los pies bien puestos sobre la tierra.
Atrás quedaron los fines de semana de rumba desenfrenada y la larga lista de novios, aunque lo último se deba en gran parte a Gabriel Santiesteban, quien a diferencia de lo que harían muchos hombres, no ha cejado en su interés por mi hermana sino que muy por el contrario ha sido de gran ayuda para Alexa y para mis padres al punto de que él y su hijo Arturo sin proponérselo se han ganado el aprecio y el cariño de nuestra familia.
Afecto que papá no para de negarme y me hace cuestionar el amor que mi padre siempre ha dicho sentir por sus hijas, por primera vez entiendo la molestia de Alexa con papá y porque le reclamaba que su amor estaba condicionado a un comportamiento ejemplar donde no había cabida errores, donde debíamos ser casi perfectas.
Alexa nunca pudo lidiar con los altos estándares de mi padre, era un alma libre que no se podía sujetar a las restricciones y exigencias de mi padre y estaba dispuesta a dar la pelea por su libertad, por el derecho a ser ella misma.
Poco antes del mediodía satisfecha por haber logrado un trato bastante ventajoso para la compañía decido consentirme e ir a uno de mis restaurantes favoritos a almorzar, después de ordenar paseo mi vista preliminar local cuando la risa de un hombre atrae mi mirada hacia la entrada, es Charles quien para mi horror viene acompañado de mi padre y una joven guapísima quien no disimula su interés por mi ex, al principio no se dan cuenta que los observo pero al avanzar hacia una de las mesas ambos me reconocen, la célebre frase tragame tierra es poco para lo que siento, mi angustia debe ser evidente al igual que la incomodidad de Charles porque mi padre nos observa al uno y al otro y para un hombre tan inteligente y astuto como él no será difícil atar cabos.
Y como si de una tragicomedia se tratara una de las chismosas con las que tuve el encontron en el baño aparece es escena con otra de las secretarias de la empresa quienes ni cortas ni perezosos empiezan a saludar a Charles y quienes al verme les brillan maliciosamente sus ojos, no alcanzo a oír lo que dicen pero debe ser realmente malo al notar el rostro avergonzado y pálido de mi ex, la mirada confundida de su acompañante y la ira visible en el rostro de mi padre al escucharlas y ver como voltean a mirarme sin ningún disimulo.
Después de unos minutos Charles, mi padre y la mujer que los acompaña se dirigen a una mesa mientras el par de chismosa se dirigen a otra. Siento el estómago revuelto y no me creo capaz de tomar alimento alguno, lo único que quiero es escapar del lugar, por lo que hago señas al camarero que me atendió y le pido que el plato que ordené me lo empaquen para llevar, apenas me entregan mi orden pago la cuenta y me marcho a prisa del lugar sintiendo los ojos de papá sobre mí.
A marcha forzada realizo mis tareas el resto del día y apenas el reloj marca la hora de salida me voy directo al apartamento de Miranda. Al llegar me topo con mi padre que me espera en recepción.
—Papá, ¿Qué haces aquí?
—Necesito hablar contigo, Rebeca
—Papá, no he tenido el mejor de los días, lo último que quiero es discutir contigo.
—Prometo no discutir hija, pero necesito respuestas, vivas o no bajo mi techo soy tu padre y ese bebé que está por nacer será mi nieto.
—Sígueme.
Tomamos el ascensor y suspiro resignada, decidida a contarle todo a mi padre,no tengo por qué ocultar nada, es cierto, que cometí un error al ser tan credula y entregarme a un hombre como Charles y no protegerme lo suficiente para evitar un embarazo, pero no voy a estar flagelandome toda la vida por mi error.
Suficiente castigo será el tener que ver crecer a mi hijo sin un padre y tener que enfrentarse al dolor por el abandono de Charles.