Los Gómez Quiroga

Capítulo 2. "Hijos rebeldes"

Los hijos siempre suelen ser tranquilos, amables y amigables, pero en cierta etapa de su crecimiento siempre les llega la etapa de la rebeldía, en los mellizos Josué y Less era algo que había llegado para quedarse, desde que iniciaron la pubertad, ambos chicos cambiaron sus vidas drásticamente, volviéndose rebeldes, con una actitud pesada y sobre todo bromista. Todo marchaba según el plan que habían llevado a cabo los hermanos, en el que desgraciadamente habían involucrado a Joaquín y a Angie, quienes se encontraban fingiendo que todo marchaba bien, cuando era evidente que no era así. Los mellizos habían tenido la brillante idea de jugarle una de sus típicas bromas a sus compañeros de clase, claro exceptuando a sus mejores amigos que eran sus cómplices ante lo que estaba por ocurrir.

—¿Están listos? —preguntó Josué, mirando a su hermana y a sus amigos.

Dudas comenzaban a invadir a los amigos, pero su hermana estaba más que decidida en hacerlo, habían pasado días planeando la broma, como para arrepentirse a último momento, por lo cual colocándose frente a sus amigos se dispuso a intentar hacerlos cambiar de parecer, algo que a ella se le daba muy bien.

—Haremos esto, y cuando haya terminado, se sentirán extasiados —sonrió Less mirándolos fijamente.

—¿Segura?, ¿Qué tal y alguien sale herido? —cuestionó Angie confundida.

—Nadie va a salir herido, es sólo una broma inocente, se los prometo —Less colocó una sonrisa malévola que sus amigos no captaron.

—Entonces hagámoslo, ¿Qué esperamos? —dijo Joaquín emocionado.

Los cuatro chicos tomaron la cuerda que se encontraba frente a ellos, la cual sería la causante de que la cubeta con ajo en polvo cayera sobre sus compañeros de clase, quienes se encontraban en clase de gimnasia, por lo que, contando hasta tres, tiraron de la cuerda que poco a poco iba volteando la cubeta.

—¡Alto! —gritaron detrás de ellos.

Los cuatro amigos dieron vuelta bruscamente, encontrándose con el prefecto que se acercaba corriendo hasta ellos, por suerte para los compañeros de clase de este cuarteto de bromistas, la figura de autoridad había logrado detener la cubeta que estaba apunto de ser vaciada sobre los inocentes chicos que el único daño que habían hecho era ser compañeros de unos hijos rebeldes.

—¡A la dirección en este momento, los cuatro! —gritó el prefecto molesto.

***

La puerta de la mansión de los Gómez Quiroga se abrió y por ella entraron Maru y Juan enojados, con cara de pocos amigos y detrás de ellos, venían los mellizos con caras sonrientes ante lo que hicieron en la escuela, y lo que les había dado una suspensión para hacerlos mejorar su conducta, a pesar de eso, ellos no se arrepentían en lo absoluto. La familia se dirigió a la sala principal de la casa, donde se encontraba Jazmín recostada sobre el sofá leyendo uno de sus libros favoritos de misterio "Heist" de Ariana Godoy, quien al ver a sus padres acercarse enfadados decidió dejar su celular a un lado y enterarse porque estaban en esa situación.

—¿Qué pasó?, ¿Ahora que hicieron este par de tarados? —interrogó Jazmín confundida.

—Fueron descubiertos a punto de hacer una broma demasiado pesada —añadió Maru, quien después de hablar se alejó a las escaleras.

Jazmín miró a sus hermanos, ella quería escuchar cual era la broma que los había hecho acreedores de una suspensión por una semana, los mellizos tomaron asiento junto a su hermana mayor y uno de ellos se dispuso a hablar.

—Quisimos vaciar ajo en polvo sobre nuestros compañeros de salón, se que estuvo mal, pero no me importa —dijo Josué sacando su celular.

—¿No te importa? Pudieron ocasionar graves problemas, sino te importa, tampoco te importará que haga esto —Juan le quitó el celular de las manos y lo guardó en su maletín—. A tu habitación, ahora.

—Pero papá.

—Pero nada, tú también dame tu celular, Less.

Less lo miró fingiendo tristeza, pero Juan seguía manteniendo su mano firme frente a ella, esperando que colocará el celular, lo cual ella rápido hizo para evitar más problemas de los que ya tenía. Se puso de pie y se alejó a la puerta trasera de la casa, por donde salió azotando la puerta fuertemente.

—Ya escuchaste a papá, ve a tu habitación —habló Jazmín, llamando la atención de su hermano.

El menor de los mellizos rodó los ojos y se puso de pie, lanzando su mochila al suelo corrió a las escaleras por donde bajaba Maru acompañada de la consola de videojuegos y el modem de Josué, quien al verlos se detuvo de inmediato y miró como su madre colocaba sus pertenencias sobre el sofá.

—¿También eso? —preguntó Josué enojado.

—Si, ¿Quieres que te quite tu portátil también?

—No papá, por favor —Josué corrió escaleras arriba, desapareciendo de la vista de la familia que se encontraba en la sala principal.

Juan colocó el celular de Less en su maletín y se dispuso a alejarse a su oficina, Maru caminaba detrás de ella cargando la consola y el modem que había recogido de la habitación de su hijo. Jazmín al ver que todo parecía haber sido solucionado, se recostó nuevamente en el sofá, desbloqueó su celular y siguió leyendo la historia que tanto la había logrado atrapar.

—¡Jazz!, ¿Dónde están nuestros padres? —preguntó Dani llegando a la sala, detrás de ella se encontraba Cristina escondiendo algo en sus manos.

—Están en la oficina de papá —dijo poniéndose de pie, ya que le llamó la atención lo que su hermana menor escondía—. ¿Qué tienes allí?

—Tienen un perro y por lo que logré ver por la ventana de mi habitación, lo robaron de la casa del vecino asiático —se escuchó la voz de Karime, quien bajaba las escaleras de prisa.

—¿Es cierto eso? —preguntó Jazmín caminando hasta sus hermanas.

—No, no haríamos eso —dijo Cristina corriendo a la oficina de Maru, en el momento justo cuando el perro comenzó a ladrar.

Karime y Jazmín se miraron mutuamente, luego ambas se dirigieron a las escaleras decidiendo que no se meterían en el asunto de las hermanas menores, quienes tendrán que arreglar sus problemas por sí solas.




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