Me encontraba en mi habitación pensando en lo que iba a hacer para poder pagar los medicamentos y la estadía de mi madre en el hospital.
Odiaba a ese tipo, pero más me odiaba a mí por ser tan impulsiva y no haberme quedado callada.
Decidí ponerme a corregir una historia que había escrito hace cuatro años, estaba decidida a conseguirme un puesto en la editorial “Shine” y así poder pagar lo de mi madre.
Estuve leyendo, cambiando y corrigiendo por un par de horas hasta que estuve satisfecha con el resultado, imprimí el escrito y lo guardé en una carpeta llena de esperanzas de lograr ser contratada.
(…)
Eran las ocho de la mañana y ya estaba preparada para encontrarme con la editora de la empresa con quien previamente ya había sacado una cita.
Había pasado por fuera del edificio, pero nunca había entrado, por dentro era aún más llamativa, ahora entiendo el porqué los autores que colaboran con ellos se siente bien en su trabajo.
A lo lejos vi a una señorita quien parecía ser la recepcionista, me acerqué con una sonrisa.
—Buenos días, soy Jade Jonson, tengo una cita con la señorita Vanessa. —Hablé amable.
—Claro, ella está esperando por ti —contestó cortes.
—¿Me puedes decir cuál es su oficina? —Pregunté nerviosa, hablar con personas que no conocía me ponía así.
—Es al fondo a la derecha, una puerta gris.
Asentí en modo de agradecimiento y caminé hacia donde me había indicado. Antes de entrar respiré varias veces para tratar de deshacerme de los nervios.
Toqué la puerta y escuché un “adelante” del otro lado por lo que entré.
—Buenos días, señorita, soy Jade Jonson.
—Buen día, ¿trajiste el manuscrito? —preguntó mirándome por un momento para luego regresar su vista al ordenador.
—Claro —respondí caminando hacia su escritorio tendiéndole la carpeta— aquí está.
Lo tomó y empezó a leer algunas páginas.
—Me gusta, tiene cierto potencial, el cual podríamos exprimir aún más.
Me gustó ese comentario, tantos años teniendo ese escrito en la oscuridad y ahora por fin tiene una oportunidad.
—Mira, te propongo esto —habló mirando su ordenador para luego girarlo y así pueda leer lo que este mostraba.
Era una especie de contrato.
—Te ofrezco trabajar con nosotros, en el puesto de editora, pero si gustas seguir escribiendo con gusto tus obras serán publicadas bajo nuestro nombre.
—De verdad? —pregunté incrédula.
—Claro, tu escrito me gusta, además estudiaste filología, por lo cual quiero ofrecerte el puesto. —respondió con una linda sonrisa— Entonces, ¿qué dices?
—Por supuesto que acepto, este ha sido mi sueño desde pequeña.
—¡Perfecto!, ahora te llevaré con el director para que puedan hablar y puedas firmar el contrato.
Asentí y salimos de su oficina, pasamos por algunas oficinas hasta que nos detuvimos frente a una puerta negra la cual fue golpeada por la señorita, luego de unos segundos entramos.
—Leon, conseguí la editora que nos faltaba —Comentó al sujeto que estaba de espaldas.
Ese nombre se me hacía conocido, rogaba porque no fuera el mismo sujeto del restaurante.
Este se dio la vuelta mirando primero a la señorita y luego a mí, en aquel momento en el que sus ojos se quedaron fijos en los míos, su rostro cambió de relajado a tenso.
¡Genial!, ¿qué había hecho para seguir encontrándomelo?
—No, busca una nueva editora.
—No es necesario, ella encaja perfectamente en el puesto.
—Vanessa te dije que buscaras a otra editora, no la quiero a ella aquí —respondió enojado.
—No te preocupes, si hubiera sabido que trabajabas aquí ni hubiera venido por el puesto —Espeté con el mismo tono que había usado él.
—Sal de mi oficina antes que llame a seguridad.
—Por supuesto que me voy, no pienso quedarme más tiempo aquí.
Miré con vergüenza a la señorita y me giré para así poder irme de aquella oficina.
No sé que fue lo que hice mal para que esto me estece pasando, primero me despiden del restaurante por culpa de él y ahora mi sueño de ser editora se va a la mierda por culpa de quién, sí exacto, de él.
Al abrir la puerta lo escuché hablar.
—Veo que te despidieron del restaurante de verdad —Comentó con un tono burlesco.
Solo ignoré sus palabras, abrí la puerta y salí.
Antes de salir por completo de aquel pasillo siento como jalan de mi brazo haciéndome golpear la espalda contra la pared.
—¿Qué te sucede? —pregunté molesta.
—¿Por qué te vas sin que haya terminado?
Noté que estábamos muy cerca, reaccioné empujándolo, pero era obvio que no se movería con un empujoncito mío. Morí de vergüenza cuando soltó una risita ante mi acción, pero hizo lo que quería, se alejó.
—No pienso escucharte —respondí a su pregunta.
—¿Ni aunque lo que tengo que decirte es que estás contratada? —Preguntó manteniendo su mirada en mis ojos.
—¿En serio? —sonreí ante la idea de verme entrar a esta empresa todos los días.
—Sí, pero serás mi asistente.
Y ahí mi sonrisa se borró y el enojo invadió mi cuerpo, no había venido por ese trabajo.
—Pues gracias por tu amabilidad, pero no lo acepto, vine por el puesto de editora, no por el de asistente y mucho menos si debo ser tu asistente —Hice énfasis en esto último, no quería ser nada de él, su presencial me fastidiaba.
—¿A qué le tienes miedo? —preguntó acercándose peligrosamente a mí.
—A nada solo que no fue por esto por lo que vine.
—Es la única vacante que tengo para ti.
Cada vez se acercaba más, me estaba poniendo nerviosa.
—¿Entonces qué dices? —preguntó cerca de mi oído— ¿aceptas?
No podía pensar en nada más que en su cercanía, no sé qué le pasaba a mi cuerpo que no dejaba de sudar y temblar.