Los Ojos Del Mal

Interrogatorio

Sentía mi cabeza pesada, posé mi manos sobre ella y fui abriendo mis ojos lentamente mientras una luz se incrustaba en ellos. Me percaté de que íbamos en un auto en movimiento, pues notaba como una inconstante luz molestaba mis párpados y lograba notar la vibración que causaba la carretera. Estábamos en el asiento trasero y Tommy estaba dormido sobre mi regazo, mientras sostenía mi mano fuertemente. Ya era de mañana y se podía ver el sol.

Después de un rato llegamos a la comisaría, los policías abrieron amablemente la puerta del auto y uno de ellos levantó a mi hermanito que aún dormía. Nos llevaron hacia adentro a una sala pequeña con pequeños sofás grises, uno de lo policías fue en busca de una frazada para Tommy.

—Si quieren algo solo pidanlo, pronto vendrá alguien a hacerles unas preguntas. No tengan miedo —dijo el oficial mientras trataba de sonreír.

Tommy fue despertando poco a poco.

—¿Dónde estamos?—preguntó restregando sus ojos.

—En la policía cariño.

—¿Qué hacemos aquí?

Mis ojos se pusieron húmedos, y lo abracé.

—¿Qué pasa?¿Porqué me abrazas? Kai, ¿Dónde está mamá y papá? —me preguntó un poco angustiado.

No puedo describir el dolor que invadió mi cuerpo y pensar en cómo diablos le diría a mi hermanito que ahora éramos huérfanos.

Me arrodillé y lo abracé como si nunca lo pudiera volver hacer, miré a los ojos a mi pequeño niño de ocho años, le besé la frente.

—Tommy, papá y mamá están en un lugar mejor.

—¿Qué quieres decir con eso?— dijo mi hermano observando todo el lugar frenéticamente.

—Cariño ahora somos tú y yo —dije, con lágrimas.

—No, eso es mentira. Tú dijiste que todo iba a estar bien, dijiste que papá le ganaría— dijo mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, dándome ligeros golpes en mi pecho.

—¡Lo siento Tommy! —dije acurrucando su cuerpecito en mis brazos.

Él regateó un poco, pero terminó acostándose en mi pecho. Lo dejé llorar hasta quedarse sin aire. Yo no solté ni una lágrima más, debía secar las suyas.

Después de un rato dejó de llorar y se comenzó a calmar, pero al igual que yo se encontraba en una confusión enorme.

—Kai ¿Qué vamos hacer? —dijo el niño con su rostro rojizo debido a su llanto.

—No lo sé, pero prometo ser tu madre y tu hermana, nunca te dejaré solo —respondí con amor.

sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas y yo le besé las mejillas.

De repente la puerta se abrió y entró una mujer mulata, con estilo afro, muy alta. Venía acompañada de un hombre más alto que ella, con ojos muy grandes y una sonrisa amable.

—¡Hola pequeña! Soy Cristal creo que te mencionaron algo de mí. Él es Jason y nos acompañará mientras hablamos —dijo la mujer, mientras señalaba al hombre y este levantaba su mano en símbolo de saludo, de inmediato extendió su mano hacia nosotros.

—¿Nos acompañas?—preguntó sosteniendo su mano en el aire esperando nuestra respuesta.

—¿Tommy puede venir conmigo? —el pequeño sostenía mi mano fuertemente y se ocultaba tras de mí.

—No sería lo mejor, él se puede quedar aquí mientras hablamos un poco contigo. No será mucho tiempo, además vendrá alguien a acompañarlo y jugar con él.

—No quiero dejarlo solo —respondí sin soltar su mano.

—Tranquila no le sucederá nada —dijo la mujer sonriendo y meneando su mano de nuevo para que yo la tomara.

—Esta bien, pero espera un minuto para hablar con él, si no llorará y no podré ir con ustedes.

—¡Claro! —dijo la mujer, ocultando su mano bajo unos papeles que tenía.

Me posé sobre mis rodillas para estar a la altura de mi hermano.

—Tommy voy a ir con estas personas, volveré rápido y no estarás solo, alguien vendrá a jugar contigo ¿Esta bien? —Mi hermano comenzó a llorar.

—No quiero Kai, no quiero quedarme aquí.

—Lo sé, pero debo hacerlo, prometo que volveré pronto y no estarás solo —dije besando su frente.

—Tengo miedo —dijo mi hermano abrazándome.

—Esta bien, yo también tengo miedo, pero sé un buen niño y quédate un rato aquí, ya vendré por ti.

—¿No me vas a dejar aquí?

—No lo haré, te prometí estar a tu lado siempre ¿Cierto? —dije abrazándolo.

—Esta bien, pero no te demores.

—No lo haré —me levanté y el hombre extendió su mano. Yo la tome y él volteó a verme con una sonrisa compasiva.

—Le tienes mucho cariño a tu hermanito ¿Cierto? —dijo la mujer.

—Es mi única familia ahora— respondí.

El hombre miró inmediatamente a la mujer con una mirada extraña, como si intentara decirle algo con sus ojos y esta inmediatamente calló, no dijo nada más.

Me llevaron por un pasadizo. Atravesamos varias puertas blancas. Pude observar otros cubículos, pero no alcancé a leer los rótulos en ellos. Llegamos a un cuarto frío y oscuro, el cual, tenía las paredes blancas. En él habían dos sillas y una mesa metálica no muy grande. Me metieron dentro e hicieron sentarme en una de las sillas. Inmediatamente la mujer y el hombre se sentaron frente mí.

—Nosotros trabajamos aquí. Yo soy detective en el departamento de crímenes violentos. Mi compañero Jason — dijo de nuevo señalando al hombre a su lado—. Es psicólogo y trabaja aquí en nuestra estación, está aquí para ayudarte.Vamos a preguntarte algunas cosas, no debes sentirte presionada, solo responde lo que puedas.

—Está bien —respondí evadiendo su mirada directa.

—Bueno empecemos. Tú nombre es Kaila ¿Cierto?

—Si, soy Kaila, Kaila Tremblay.

—Muy bien Kaila ¿Cuántos años tienes?

—Tengo quince —dije con mis manos un poco sudorosas por los nervios.

—¿El 30 de diciembre aproximadamente al ser las 3 de la madrugada estabas en la mansión?

—Sí —dije mientras asentía con mi cabeza.

—¿Es cierto que hubo una pelea?

—Sí —asentí de nuevo.

—¿Estabas involucrada en esta dicha pelea ?




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