Los Ojos Del Mal

Agosto 05

Llegue a la escena del crimen, no tenía muchas esperanzas de encontrar algo útil. Recorrí las carreteras, pensado en una excusa para explicar porqué me había marchado.

Al llegar al colegio me percate de que ya habían retirado la evidencia. Los estudiantes del colegio transcurrían con normalidad. No tenía demasiadas esperanzas de encontrar algo útil. Aún así es uno de los pocos hilos que podía tirara para encontrar una pista, lo que fuera que me llevará hacia la persona que me había enviado la carta.

Baje del auto, para mi suerte no habían colegiales rondando el edificio.

Fui a la entrada que se encontraba al aire libre. Me acerque al lugar donde habían expuesto los cuerpos de los padres de Allen.

En en suelo habían rastros de sangre seca sobre el césped. Nadie se había preocupado por hacerla desaparecer. Una imagen mental se formó en mi cabeza y logré ver los cuerpos colgando de ese árbol fuera del colegio. Tuve una imagen plasmada en mi cabeza y toque con delicadeza el tronco del árbol.

Me parecía increíble como podían haber seres humanos capaces de realizar actos tan atroces sin culpa alguna, pero había logrado entender que algunos humanos no son más que monstruos que vienen malignos de fábrica. Eran capaces de crear universos oscuros y alternativos fuera de la realidad que todos estamos viviendo. A ellos esto solo les parecía una obra de arte, no eran capaces de entender lo asqueroso que lo percibe nuestra visión.

«Lo siento mucho». dije en susurros dirigidos para los fallecidos. No importan las razones nadie merece morir de esta manera, nadie merece que su dignidad y su humanidad sean destruidas incluso después del final de su vida. Incline mi cabeza y cerré ligeramente mis ojos en señal de respeto. Al recuperar mi visión noté algo pequeño entre el césped, era casi indistinguible.

Me incline y moví un poco el césped para mirarlo de cerca. Parecía tener algo escrito, decidí ir al auto a buscar unos guantes de látex. Me había robado un par de medicatura forense, sin que se dieran cuenta. En caso de encontrar evidencia, no la quería contaminar. Finalmente me acerqué para tomarlo. Era un trozo de papel doblado en dos. Lo extendí con delicadeza para no romperlo. Al abrirlo me percate que era una tarjeta de una floristería. Tenía un ilustrado de flores doradas, En letras rosas y una caligrafía limpia, titulaba «Ruby Florist». En la parte inferior había una dirección y un número de teléfono. Le di vuelta al trozo de papel para observar lo que traía escrito. En letras pequeñas había una fecha «Agosto 05». Eso era mañana.

La tarjeta podría pertenecer a cualquier persona, era tan común que a alguien se le cayera de su billetera. Era una simple tarjeta que podías conseguir en cualquier local. La fecha que tenía escrita no era especial... Podría ser un aniversario de bodas, el cumpleaños de tu madre o de tu esposa. Sabía que ese trozo de papel podría no significar nada, pero al mismo tiempo, si de alguna manera, ese trozo de papel tenía una relación con el sospechoso que estaba buscando, había encontrado un fuerte hilo para tirar. Contaba con huellas dactilares, tenía un registro de caligrafía, además tenía una fecha, esa fecha que podría no tener importancia alguna, también podía abrirme el camino. Esa fecha podía significar algo importante para el sospechoso y si se encontraba tras de una tarjeta de floristería; de seguro era porque necesitaba sus servicios. De seguro se comunicaría con ellos para hacerles alguna solicitud. Tenía ante mis ojos una gran oportunidad y no tiraría el papel hasta estar segura de que no significa nada.

Durante unas horas recorrí el lugar, mirando cuidadosamente toda el área. No encontré nada más que el papel. Ahora rogaba porque fuera algo útil. Volví a mi auto y tome la bolsa donde había colocado la tarjeta. Me quité los guantes y encendí el auto, me dirigí al la dirección que traía escrita la tarjeta.

Al llegar al lugar, puse admirar una vitrinas repletas de flores, en su gran mayoría claveles y rosas. Baje del auto y me dirigí a la tienda.

—¡Buenas tardes! ¿Qué se le ofrece? —dijo una joven que llevaba un ramo muy colorido en sus manos.

—¡Buenas tardes! Soy policía —dije sacando la placa de mi chaqueta.

—Disculpe oficial ¿Qué la trae a mi negocio? —preguntó la joven con una expresión de sorpresa.

—No se preocupe demasiado, es solo que estoy realizando la investigación de un caso —replique sacando una pequeña libreta y un bolígrafo que siempre llevaba conmigo—. Necesito hacerle algunas preguntas. La joven se notaba ingenua y esperaba que no me reclamara por una orden.

—Claro, pregúntame lo que desea —respondió la chica acomodando su cabello detrás de sus orejas, un poco nerviosa.

—Necesito saber si te han solicitado pedidos para el día de mañana.

—Si han hecho pedidos. Verá aquí trabajamos por encargo, así que deben solicitar nuestro servicio con dos días de anticipación.

—Ya veo, cuantos pedidos te han realizado.

—Tengo tres pedidos para el día de mañana.

—¿Podrías darme el nombre de tus clientes?—dije mirando a la joven—. No se preocupe que la información será anónima.

—No sé si sea correcto que le brinde esa información oficial —agregó la chica con una mirada dudosa.

—No se preocupe, la persona que estamos buscando parece haberse comunicado con su negocio —respondí con una expresión gentil—. Me sería de mucha ayuda estos datos y serán utilizados meramente para la investigación. Ocultare su nombre de todos los reportes.

—Está bien —respondió la joven aún incrédula. Se dirigió a un pequeño mostrador, abrió un cajón y sacó lo que parecía ser una agenda, rebusco un poco entre las páginas y me la ofreció.

En ella estaban escritos todos los pedidos, junto con ellos las direcciones a donde se debían enviar.

—¿Su servicio es a domicilio? —pregunté al ver que todos los pedidos tenían conjuntos una dirección.




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