Él se había convertido en alguien frío, apático y que casi no conversaba. Por sus expresiones podía deducirse que no le importaba nada de lo que sucediera a su alrededor.
Me había quedado observándolo a la distancia, sabía que debía acercarme pero solo estaba ahí, sentada en un banco en medio del parque que frecuentábamos, viéndolo.
Su semblante estaba serio, sus labios rosas tan firmes y bien formados dibujaban una fina línea en su rostro, llevaba unos lentes oscuros ocultando sus hermosos ojos azules —que siempre me habían encantado—, sus cejas negrísimas estaban fruncidas y apretaba su bastón de hierro en sus manos.
A pesar de eso seguía viéndose hermoso, porque así era Axel.
Nerviosa me levanté, dispuesta a cumplir con mi objetivo, solo para verlo había ido hasta allí, pero no entendía porque no estaba Joshua con él, se supone que nos reuniríamos los tres. Y él y yo ya no éramos amigos.
Me senté a su lado.
—¿Josh? —Cuestionó, pero al notar mi silencio hizo una mueca de disgusto—. Está reservado —Murmuró sin saber si quiera que era yo—.
Josh, su mejor amigo, era la segunda persona más incomprensible que podrías conocer, la primera era él.
—Yo...
En su rostro se figuró la sorpresa.
—Oh, eres tú —Susurró restándole importancia y frunciendo aún mas sus cejas—. ¿Qué haces aquí?...
¿Cómo podía ser tan lindo y al mismo tiempo tan... Insoportable?
Justo allí recordé que el aspecto físico era algo muy distante de la personalidad.
Y él me hacía dudar, con su falta de sensibilidad y con su recientemente adquirido desinterés, no podía acostumbrarme a él de esa forma.
—Josh, me dijo que nos veríamos aquí —Ignoré todo lo anterior—. ¿Tu como estás?...
Él ladeó la cabeza y respiró tranquilo.
Noté como se esforzaba por sonar tolerante, pero al contrario, pareció cansado de mi presencia.
—Estoy sentado, Collings.
Solté un ruidito hastiada.
—¿Por qué tienes que ser así? Estoy intentando ser amable contigo y te comportas como un idiota.
—Seh— Fue todo lo que dijo relamiendo sus labios y pasando una de sus manos por su cabello color azabache, se veía tan hermoso.
Cerré mis ojos suspirando tratando de contenerme.
—Bien Axel, como prefieras. Te dejo solo —Me levanté dispuesta a irme..
—Ese era mi plan desde el principio. —Me detuve, conteniéndome las ganas palpitantes de gritarle, sentía como mi pecho comenzaba a quemar dentro de mí por el enojo que me producía sentirlo así, ese no era él.
—En serio, estoy odiando que te portes así.
—Uh huh.
Apreté mis puños, pero lo entendía, sabía que él solo se estaba protegiendo. Yo también lo había hecho.
—Si quieres vete. O no lo hagas Collings, como prefieras —Permaneció en silencio unos segundos, sus cejas negrísimas se elevaron y chocó suavemente el bastón contra el suelo.
Contuve mi aliento, y luego soltándolo lentamente volví a sentarme a su lado perdiendo toda mi dignidad. Sabía que no quería estar solo, él me necesitaba, tanto como yo lo necesitaba a él.
—No entiendo como pretendes que la gente se quede a tu lado, si las tratas de este modo.
Él sonrió sarcástico.
—No le he pedido a nadie que se quede conmigo.
Miré el suelo.
Ambos nos quedamos en silencio mientras el viento nos envolvía, su aroma a perfume de limón me distrajo por unos segundos, y di un respingo cuando escuché su voz.
—Supe lo de tu hermana —Comentó con tranquilidad—.
—¿Qué? —Lo miré confundida, eran tantas cosas que no sabía cual de todas en especial—. ¿Qué escuchaste?
—Que te enamoraste de su novio— Murmuró, y sentí mis mejillas arder y la vergüenza inundar mi cuerpo. Me encogí de hombros restándole importancia, aunque luego me sentí rara, él no podía verme.
—No estoy enamorada —Mordí mi labio—. Eso no es amor. Solo fui una tonta, eso es lo que todos piensan.
Él elevó una de sus cejas.
—Quizá— Consintió sonriendo con ironía.
—¿Por qué me dices eso? ¿y que significa esa estúpida sonrisa? —Fruncí el ceño mientras lo veía encogerse de hombros.
—Deja que todos piensen lo que quieran de ti —Metió la mano en el bolsillo de su chaqueta—. Al final todos terminan buscando lo mismo.
Me tendió una fotografía con dos mujeres a las que le habían eliminado la cara, tal vez con una llave o con un cuchillo, rubísimas y delgadas, vestidas completamente iguales, ambas con vestidos rojos y paradas a cada lado de un hombre trajeado al que conocía perfectamente bien y el miedo y la confusión inundó mi cuerpo.
(Sáb, 03 de Octubre 2020).
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Editado: 09.10.2020