—¿En tu casa no cocinan?— Fue todo lo que se me ocurrió preguntar al ver a Eidan. Su cara naturalmente continuaba golpeada, y un poco más hinchada, así que por un segundo quise ir hasta él y cogerlo de ambas mejillas para intentar curarle.
Él se rió.
—Si, pero prefiero comer en la de mi novia, con su familia.
Su sonrisa condecendiente, su mirada altanera. Todo en él, en ese momento me provocó rabia.
—Eres un...— Apreté los puños— No puedo creer que en serio pensé que eras diferente.
Me levanté dispuesta a caminar a la cocina, pero cuando pasaba por su lado me detuvo.
—No conoces las razones— Susurró— Y lo siento ¿Bien? Solo ya deja de armar drama, no todo gira entorno a tu alrededor Biangelis.
—¿Consideras que esto es un drama? No te he dicho nada, no te he reclamado nada.
—Eso es porque no te importa ¿O no?— Elevó una de sus cejas— Si te hubiera importado, algo hubieras dicho.
Quise ignorar el cinismo en sus palabras.
—¿Ahora piensas hacerte la víctima?— lo miré con dolor— Eidan ¿Como le reclamas a la persona que amas el que te haya mentido en tu cara por cinco meses? ¿Como le pides que se quede contigo? ¡No tenía nada que decir! Porque me rompiste. Por eso no hay nada que decir.
Lo empujé.
—Y si me amabas... ¿Por qué nunca lo dijiste?— Frunció el ceño.
—Dejame en paz, estas en mi casa, con mi hermana, justo ahora. Supera eso.
Sin decir nada cogí mi mochila que había dejado en el mueble y caminé escaleras arriba para dejarla en mi habitación, hoy pesaba un poco más porque Josh me había devuelto los cuadernos.
Y volví a bajar, me llevé la sorpresa de ver a Eidan sentado en una silla que había bajo las escaleras, al lado de una figurilla de cristal con la forma de un ángel.
Y cuando sus ojos verdes impactaron con los míos entendí porque me había enamorado de él.
Pero estaban enrojecidos.
—Quiero que entiendas, que yo si te amé— Murmuró— Y al decirlo, nunca te mentí sabes. Creí que tu jugabas conmigo.
Fruncí el ceño.
—¿Tan importantes son esas palabras para ti?— Elevé una de mis cejas— Las acciones eran más que suficientes, no seas ridículo y entra que mi familia te espera.
Caminé hasta el interior de la cocina, Annie estaba sentada en uno de los taburetes en la isla, junto a mi padre y mi mamá y mi tía llevaban la comida hacia la mesa en la otra habitación, donde estaban mi abuela y Jazmín.
—Pensé que no vendrías a saludarme— Mencionó Elianna al verme y le sonreí, ella era hermana de mi papá y sin duda alguna mi tía favorita. La única que tenía, mi mamá no tenía hermanos.
—Pero por supuesto que si— Fui a ella dándole un beso y cogiendo la bandeja de sus manos para llevarla yo. Elianna limpió sus manos del delantal que cubría su vestido amarillo y luego las pasó por su cabello castaño. Ella era idéntica a mi padre, con sus mismos ojos verdes, al igual que Lowly Annette.
Solo que nunca sabríamos de quien ella había heredado esos preciosos rizos negros.
—¿Y Eidan?— Preguntó Jazmín al verme entrar al comedor.
No le respondí y vi como salió hacia la sala, la seguí.
—Me dijo que... Le había surgido algo— Mentí por él.
Y me sentí una tonta al tener la necesidad de protegerlo aún luego de que me hubiese lastimado.
—¿En serio?— Jazmín frunció el ceño— ¿No le habrás dicho algo?— Me acusó.
—No Jazmín, solo dijo que le surgió algo.
Volví a la cocina con mi familia y me sentí un poco más relajada al saber que él se había ido, era demasiado tener que verlo ahí.
—Mi hermana y Annie, se quedarán por unos días— Me dijo mi papá cuando nos quedamos solos en la cocina, él seguía en el mismo taburete.
—Si, vi las maletas en la entrada— Sonreí.
—¿Tu y Jazmín ya arreglaron las cosas?— Cuestionó.
—Sigue enojada— Mofé.
—Es que te pasaste— Elevé una de mis cejas y lo miré sobre mi hombro derecho mientras me lavaba las manos.
Si él supiera.
—Ya me disculpé, ella es la que no perdona— Bromeé.
—Deberías controlar esos impulsos.
—No fue un impulso, él es un idiota, solo le dije la verdad.
—Biangelis— Se cruzó de brazos— Esta es la razón por la que tu hermana no te perdona.
—Si, bueno, hablaré con ella. Vamos a comer papi.
Yo me sequé las manos y juntos entramos al comedor donde ya todos estaban sentados, excepto Jazmín que se había puesto como loca al no ver a Eidan.
Parece una loca desesperada.
—Ve con ella— Me susurró mi papá haciéndome fruncir las cejas— Ahora.
—¿Por qué?— Engurruñé los labios. Si conocía a alguien que no le gustaba perseguir a los demás, esa era yo.
—Porque esto puede solucionar las cosas.
Tomé una bocanada de aire y antes de haberme sentado en la mesa ya estaba saliendo del comedor y poco después por la puerta principal. Donde me quedé detenida unos segundos al ver que Eidan no se había ido, si no que se encontraba sentado en las escaleras y mi hermana, estaba a su lado.
—No puedo— Decía él.
—¿Qué "no puedes"?— La voz de Jazmín sonaba diferente a como se dirigía a él frente a los demás. No llevaba aquella voz dulce y empalagosa.
—Esto, no puedo ni mirarla a la cara.
—Claro que puedes, lo hiciste durante cinco meses Eidan— Mi hermana le reprochó.
No podía dar crédito a lo que escuchaba. Ella sabía mi historia con Eidan y aún así seguía estando con él.
Me culpaba creyendo que era tonta por no decirle, pero ahora me sentía peor por pensar primero en ella antes que en mí. Por creer que el hecho de que él hubiese estado conmigo la detendría de seguir con él.
—Al principio si... Fue fácil Jazmín.
—Seguirá siéndolo.
—No, ya no lo es— Él soltó un resoplido y ambos permanecieron en silencio, mientras yo, escuchando detrás de la columna sentía como mis ojos comenzaban a picar y mi corazón a quebrarse una vez más— Antes no la conocía.
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Editado: 09.10.2020