Los pensamientos de una joven

Inmortalizado

Conté los segundos,

horas, minutos, días,

noches, tardes, mañanas,

meses, años, siglos, milenios...

 

Pero nunca, nunca pude dejar

de dibujar la silueta

de tu cara en mis sueños.

Jamás pude sacar la espada

que atravesó mi corazón.

 

Me sentí helada por tanto tiempo,

esperando esa lava ardiente

que alguna vez me acorraló.

Lloré internamente,

no quise regalarte lágrimas físicas.

 

Mordí el interior

de mi mejilla, estresada.

Y hoy aquí, te inmortalizo,

masoquista, recordando

esa bella sonrisa.

 

Maldito serás,

hoy y siempre, porque

a partir de ahora

ya nadie podrá olvidarte.

 

—Para el chico de coro.

 




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