Parte IV: Para el chico de los dibujos.

Obra de arte

Me gusta cuando estas así.

Nervioso, cuando te pierdes

en tus propias palabras.

Mi rostro se ilumina y sonrío...

Eres algo hermoso,

tan plancentero como el lápiz

que se desliza sobre el papel.

Como los colores

que se funden con el lienzo.

No sé, quizá haya enloquecido.

Porque hoy la lluvia

me parecieron gotas de arcoíris.

Porque el día pasó lento,

doloroso y angustiante.

Porque me quedé pegada

a tus mensajes, esperando

atenta, aun sabiendo

que no dirías mucho.

Sí, ya he caído en un delirio.

La lluvia me ha contagiado,

los colores vivos se

impregnan en mi espíritu,

en el latir de mi corazón...

¿Escuchas?

Es casi como un

susurro en el viento,

algo amargo, semidulce

que embriaga mi paladar.

Tan adictivo, eres el

sueño que hace no

querer pararme de la cama,

porque es único,

increíble, un paraíso.

Eres mi obra de arte.

—Para el chico de los dibujos.